domingo, 7 de mayo de 2023

En la tarde hablamos con un amigo sobre la posibilidad de un “voto castigo” a la coalición del gobierno y, de paso, al remanente “octubrista” que persigue al proyecto de una Nueva Constitución. Tras los resultados de las elecciones, efectivamente, el voto republicano fue una muestra contundente de aquel “voto castigo”. De paso, habría que pensar en la repulsa generalizada hacia los partidos políticos tradicionales. Más allá de los resultados evidentes, conviene destacar el porcentaje del más de 21% entre votos nulos y blancos, cifra superior a la obtenida por tres coaliciones: Partido de la Gente, Todo por Chile (DC, PPD, PR) y Chile seguro (UDI, RN, EVÓPOLI). Este puro resultado demuestra un replanteamiento contundente en el devenir de la política nacional. La cuestión es clara: el nulo y el blanco fueron los auténticos votos triunfales, “no votos” de rechazo a la partidocracia y al proceso mismo.

Quienes atacan el resultado, progres de izquierda, desconocen su parte de responsabilidad en la situación país. El triunfo republicano y el porcentaje histórico de votos nulos reflejan un ataque directo al oficialismo y al proceso constituyente, no necesariamente una preferencia irrestricta por estas opciones. Tuvieron la experiencia de una derrota en primera vuelta presidencial. Tuvieron el fracaso de la Convención, y aún no han sabido leer la realidad ni han hecho un examen de consciencia. Se trata del contexto idóneo, la experiencia trasnochada de la lucha, el peso de la noche avecinado desde el declive vital e institucional de nuestra política.

La izquierda progre deberá darle una vuelta a las categóricas cifras, asumir su parte y dejar de culpar a su “fuego amigo” y a los “idiotas indiferentes”, si es que no quiere que la oposición les acabe torciendo el brazo por dentro de la “cocina”. De todas maneras, las fuerzas políticas en reacción (patriotas, nacionalistas, libertarias, anárquicas) se mantendrán al acecho del plebiscito de salida. ¿Se aprobará un mamarracho a la pinta de los partidos, con Republicanos a la cabeza? ¿O el rechazo de salida será igual de transversal que el vivido en la primera intentona? Por lo pronto, nada es seguro. Chile se ha vuelto ese tobogán que atrapa a sus líderes en medio de la crisis. La ciudadanía caerá con ellos o hará vuelo para impulsar su caída.

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