sábado, 31 de agosto de 2024

Escrito hace once años:

Despertar con la sensación de que ideas como yo y gravedad , de génesis teórica epistémica, resultan inexplicables y, sin embargo, cobran cuerpo en uno mismo: me identifico como un yo de diccionario, como una deixis de mi mismo, y me sé un engendro de la gravedad una vez que caigo deliberada o involuntariamente.

Yo y Gravedad están emparentadas casi de forma filial: nadie sabe explicarlas, sin embargo se conciben casi como parte del contenido de la personalidad y del mundo. Nadie llega al conocimiento del yo sino a través de la primera persona gramatical, tal como nadie llega al conocimiento de la Gravedad sino en el momento mismo de la caída.

La ciencia comienza allí donde el yo (¿el verbo?) se hace carne, y donde el cuerpo (¿ o sea yo?) impacta atestiguando su gravedad y su mortalidad. Así como los lemmings al borde del acantilado no haría falta sino un salto , un llamado natural, para atestiguar que el yo se separa y encarna, que la caída nos vuelve metales contra el imán del mundo y que los científicos se complacen sarcásticamente en dicho espectáculo con pretenciosa distancia.

Entonces solo queda celebrar la posibilidad de una ciencia haciéndole justicia: fomentando la ilusión de gravedad en nombre del yo, provocando la caída del yo en nombre de la gravedad.

jueves, 29 de agosto de 2024

Maurice Maeterlinck: "El silencio es el sol que madura los frutos del alma. La palabra es tiempo y el silencio eternidad.

miércoles, 28 de agosto de 2024

Ley Karín

En la pega hicieron una reunión para capacitarnos sobre la Ley Karín. Invitaron a una abogada experta en el tema. Señaló que la nueva legislación sobre el acoso laboral incluye un apartado de violencia en el trabajo. Explicó cada uno de los puntos que incluiría ese apartado para despejar dudas.

Básicamente, ciertas conductas que antes se tenían por desagradables, pero normales en un grupo humano, tales como la exclusión grupal de un colega, dichos ofensivos hacia su persona, alusiones sin consentimiento, incluso un trato descortés o una conducta incívica iban a ser motivo de un sumario y de una consecuente sanción por el órgano competente.

La abogada también se había referido a otro tipo de “faltas”, tales como el piropo, que, de hecho, indicó, ya estaba siendo cuestionado mucho antes, tras la ola feminista, encuadrándose dentro del acoso sexual. En eso, el director salió al frente para realizar un alcance, con una defensa del piropo con respeto y en repudio del comentario lascivo y desatinado, sin tino ni contexto. De inmediato, la abogada contestó que ni siquiera eso iba a ser permitido, que cualquier comentario no consentido de plano iba a ser puesto en duda.

Se generó entonces un intercambio en el que la abogada defendía la configuración del “piropo” como posible acoso (aunque se realice una sola vez) y en el que el director -muy “chapado a la antigua”- insistía en el punto respecto de una perdida caballerosidad, al momento de referirse a alguna fémina, lo cual, aludía, era parte de la “gracia de la vida”: el gesto espontáneo de admiración genuina. Nosotros, los profes atrás, fuimos testigos de una disputa en directo.

Las diferencias de pensamiento entre la abogada y el director eran obvias, y me atrevería a decir que irreconciliables. Aun así, se mantuvo una compostura dentro del contexto de la situación. Pese a todo, los profes, perceptivos, entendimos que se trataba de algo sumamente subjetivo y, por ende, sujeto a un juicio parcial y muy relativo, dado el caso.

Era tanto el cuestionamiento que me generaba esta nueva ley, muy bienintencionada en principio, aunque absolutamente problemática en la práctica, que levanté la mano para preguntarle algo a la expositora. Le pedí que me perdonara por lo ridículo de mi ejemplo, así que le pregunté si no sería necesario -con la nueva ley- elaborar una “lista de susceptibilidades” de cada uno de los miembros de la comunidad educativa, para, en un futuro, no herir a nadie con un comentario desatinado ni una referencia inoportuna, ni con una acción u omisión que denigre al otro, muchas veces de sopetón.

La abogada asintió, sonriente, y contestó que, de hecho, sí, que sería una buena idea contar con un listado, o tal vez no un listado, sino que una reunión en la que se discuta abiertamente respecto a lo que cada miembro considera denigrante y vejatorio, abriendo un “espacio seguro” en donde deliberar sobre estos temas de manera más horizontal.

Muchos colegas me quedaron mirando, tan extrañados como yo con esta nueva legislación que suponía, como era de esperarse, un auténtico “cambio cultural”. “Se trata de una nueva forma de relacionarse. Son nuevos paradigmas. Como profesores deben estar al día con los cambios”, agregó la UTP, señalándonos en el acto. El director, por su parte, se retiró con un saludo caballeroso, no sin antes agradecer la “paciencia” de la abogada. Ella esbozó una sonrisa fingida y se fue conversando junto a la UTP.

Una vez acabada la reunión, las tallas entre colegas no se hicieron esperar. Cualquier cuestión en tono jocoso o doble sentido comenzó a interpretarse como “Ley Karín”, no fuera a ser que algún colega nuevo, sin entender el trasfondo ni la situación retórica, se sintiera ofendido. Para rematar, llegué a la sala de profesores, en donde estaban todos los asistentes, y me despedí de ellos. Pregunté, a viva voz, si me había despedido de todos correctamente, para no excluir a nadie. Las risas resonaron, como en un cierre magnífico para una extensa jornada, digna de tragicomedia.

martes, 27 de agosto de 2024

Nurieldín Hermosilla, el patriarca nerudiano

Las esquirlas del caso Audios llegan hasta el mundo de la poesía: el padre de Luis Hermosilla, Nurieldín Hermosilla, también abogado, fue alumno de Gonzalo Rojas, quien marcó su amor por la poesía. Además, habría sido cercano a Pablo Neruda, en su paso por el Partido Comunista. Tanta era su admiración por él que hasta armó la que tal vez sea la colección más completa de la obra del vate: "Con Cincuenta manuscritos y textos tipeados por el poeta, con correcciones y dibujitos, son el centro de mi colección. Hay cien Nerudas distintos. Él tenía una capacidad impresionante para cambiar". En sus propias palabras: "Si fuera por eso, habría que cambiarle el nombre a Chile y habría que ponerle "Neruda" al país. Todos, en todo el mundo, están de acuerdo en que Pablo Neruda es el chileno más conocido... Neruda es un hombre que sigue haciendo historia."


Caso Audios: La caja negra del poder

Cuando leí el reportaje de Ciper sobre el Caso Audios que involucra al abogado Luis Hermosilla, recientemente imputado por delitos tributarios y soborno, había un concepto allí que abría una fosa de corrupción: la caja negra. Se trataba de una propuesta hecha por Hermosilla al empresario Daniel Sauer, crear una “caja negra”, o sea, una caja pagadora de coimas a distintos funcionarios del Servicio de Impuestos Internos, a cambio de su silencio sobre sus movidas fraudulentas.

Se ha hablado de la creación de sociedades en Delaware, conocida como “la capital mundial de las empresas fantasma”. También se ha hablado de los hermanos Jalaff, los principales beneficiarios de Factop, el factoring de Sauer que cometió un fraude escandaloso de facturas falsas. Incluso se llegó a descubrir el vínculo de Antonio Jalaff con un banco falso, Bandenia, el que fue condenado en España por lavar dinero a los narcos.

Cada uno de estos movimientos se hacían de manera ilegal y subrepticia, con mala fe pública. Por lo mismo, se requería de la existencia de aquella caja negra, un perverso milagro financiero, para cubrir los costos operacionales. La suma total que iba a contener aquella caja era de más de $100 millones de pesos entre los involucrados.

“¿Cuál es la primera huevá que hay que hacer aquí? Es controlar toda la información que salga del Servicio: cuándo, cómo, cuánta información, qué errores lleva, qué huevá”, decía Hermosilla en uno de sus audios enviados por whatsapp a Sauer, y concluye con una decidora afirmación que subraya su más profunda intención: “esta huevá se arregla con plata”.

En esa pura frase pareciera resumirse todo el accionar de la casta política. Hermosilla, nuestro Don Corleone sudaca, nuestro mafioso estrella. ¿Pero cuántos más caerán con él? ¿Cuán grande será la reacción en cadena que provocará el proceso judicial en curso contra Hermosilla? ¿Cuán grande será el tamaño del agujero negro que socavará las reputaciones de muchos grupos de interés en el sistema político y judicial?

La caja negra era la caja del soborno, hecha de manera clandestina, en el punto ciego de la arena democrática. Su contenido era el costo del silencio sobre la corrupción generalizada. Definitivamente, es posible representar esta caja negra, no solo en cuanto instrumento de cohecho, sino que en cuanto metáfora de la propia operatoria del poder político en Chile, una auténtica caja oscura, hermética a la vista de los ciudadanos de a pie, cuya mecánica interna jamás podrán llegar a comprender del todo, dada su inmensa red de influencias y las groseras y estratosféricas cifras de dinero que manejan, a expensas del erario público y de la confianza ilusa de los civiles.

Un tal Miguel Moreno en México, refería la idea de la “caja negra” para aludir al robo de impuestos por coerción estatal y por “cadena de favores” entre empresarios y políticos. Puro corporativismo. La caja negra, decía, “es un dispositivo, sistema u objeto que puede ser visto en términos de sus entradas y salidas, sin ningún conocimiento de su funcionamiento interno. Su implementación es "opaca". Casi cualquier cosa podría ser referida como una caja negra: un transistor, un algoritmo, el propio cerebro humano o los partidos políticos”.

Mientras más secretos guarde, la caja negra de la política continuará sobornando a los incautos. Cayó Hermosilla, ¿cuántos más con él? La caja negra podrá seguir abierta para los mafiosos de cuello y corbata, pero su propia cualidad oscura la hace, hasta cierto punto, impenetrable, envolviendo a la elite con un manto de impunidad y sumiendo a la ciudadanía consciente en la impotencia más profunda. ¿Cuán profunda es la caja negra del poder? Puede que, en verdad, su auténtico e insospechado alcance sea planetario, y realmente no haya fondo.

"El profesor Dominici da consejos de escritura a sus alumnos: Si no escriben con absoluta sinceridad será sudor en vano".

La primera noche de la quietud (La prima notte di quiete) (Valerio Zurlini, Italia 1972).

lunes, 26 de agosto de 2024

Lo que puedo decir acerca de Cortázar lo puedo publicar en torno a su novela Rayuela. En ese juego literario se debate de forma generacional la clásica tensión Literatura - Vida. Morelli en Rayuela es el personaje y la voz que inaugura ese conflicto, la fórmula del alter ego que tantos otros han explotado para hacer del lenguaje un arma de retaguardia. Morelli el gran desmitificador. Por su parte, Horacio Oliveira es el existencialista atrapado en su propia concepción absurda del mundo bajo una dialéctica en que usa y abusa de la razón. La Maga completa la tríada: invita a Horacio a ser parte de su búsqueda, ella es la línea discordante, la ingenuidad, el mundo sin la reflexión, sin el freno vital. Maga desaparece, Horacio, el incomprendido, la razón titubeante, va tras ella, su odisea resulta una lección, por el capricho del azar, se encuentra al desmitificador Morelli en el hospital y ocurre el final de la ventana, y la metáfora del juego de Rayuela como invitación para los lectores futuros a hacer suyo en esa incertidumbre el salto suicida o la próxima meta ficción.

Escrito hace diez años.

"Horror metafísico", Lucy Oporto

Despojamiento iluminado
Transparencia mortal.
Era Dios
en una senda de estertores descendentes.
La piedra que sangra voces,
desde un pasado especular,
disolviéndose bajo
la inexorable agonía del sol.
Póstumas determinaciones.
Del otro lado,
están los árboles,
los pozos invertidos:
conciencias inorgánicas presenciando
el devenir de la caída.
La cifra del silencio pende,
en diseminados abismos,
como ojos y bocas mortales.
Abstracciones transmutadas
en objetos parlantes.
Hojas secas y aullidos.
Cofres y escaleras bajo el agua estéril
del Espíritu extrañado,
sin habla.
Mas el alma era de las cosas.
Son las desgarraduras,
separadas de Dios.
Chillidos autónomos,
como arcaicas mutilaciones.
Un devenir olvidado de súplicas
y signos desperdiciados.
El fondo.
El fuego.
La desolada representación
de una Ausencia proliferante.

Poema de Lucy Oporto, 3 de junio de 2003.
Publicado en "He aquí el lugar en que debes armarte de fortaleza. Ensayos de crónica filosófica". (2021)

Jorge Carrión y "Membrana", la distopía que advierte del boom de la IA: "Un escritor es un sismógrafo", Emilio Contreras

"Creo que un escritor es una especie de sismógrafo, que detecta terremotos que están a punto de ocurrir y los traduce, los interpreta, los imagina. Yo no había leído nunca ningún libro en el que el narrador fuera una IA, eso fue una intuición o una idea que se me ocurrió." Jorge Carrión.

domingo, 25 de agosto de 2024

Video Guia: una vuelta por las videotiendas extintas de Valparaíso.

Hay un puesto de revistas antiguas en la feria del libro de la Plaza O Higgins. Se coloca todos los domingos frente al Colegio San Pedro Nolasco. Pasé hoy en la tarde y revisé algunos ejemplares. Había de todo. Desde Mampato a Semanario de lo Insólito, desde Dr Mortis a Conan, pasando por Revista Vea hasta TV Grama. Puros clásicos que serían la delicia para cualquier retrómano, léase para cualquier obseso por lo “retro”.

Lo que llamó mi atención poderosamente fue una revista llamada Video Guía, del año 1991. Se trataba de un completo catálogo de estrenos de todo tipo de películas de la época. ¿Y por qué me atrajo tanto? Porque, aparte de tratarse de una revista noventera sobre cintas en VHS, estaba en la portada aquella mítica película de Pepe Maldonado, “Hay algo allá afuera”, protagonizada por Luis Gnecco, Francisco Reyes y Luz Croxatto.

La había visto hace muchísimo tiempo en el Insomnia, y nunca más supe de ella, hasta hace poco que la encontré subida a youtube. Ahora tengo en mis manos una reseña sobre la misma, una reseña de aquellos años, que remarca el carácter experimental de la película, “escenas de gran sensualidad y situaciones abiertas”. Un hallazgo que atesoro con fascinación.

Seguí leyendo la revista Video Guía, única en su género, y me encontré con una sección llamada “Vacaciones de película”. Ahí había una lista de video tiendas de la Quinta Región y sus respectivas direcciones. Me fijé de inmediato en las direcciones de Valparaíso, aun sabiendo que dichas video tiendas ya no existen y solo figuran allí tal vez como un inútil dato historiográfico. De todos modos, me propuse dar un paseo en búsqueda de aquellas tiendas, como en un paseo por un lugar habitable solo en la memoria de un Valparaíso analógico.

Crucé por Pedro Montt y pasé por fuera del Edificio Montalbetti. Allí se encontraba el video club Magia, que tenía un salón repleto de VHS al fondo de un pasillo, club del cual mi viejo fue socio durante casi una década. Hoy se encuentra convertido en el local Arte Música. Luego, caminé un poco más, pasando Rodríguez, en 1942, local 6, y encontré la ubicación de la antigua Sandy MC.

Era el último video club sobreviviente de aquellos años. Murió después de la pandemia y se convirtió en un local para marihuaneros. El compadre que atendía el videoclub hacía traspasos de formatos entre VHS y DVD, y entre DVD y blu ray, como un viajero del tiempo que transforma los dispositivos con que visualizamos la ficción del mundo.

Continué mi recorrido por el plan de Valpo, en busca de la próxima video tienda perdida. El más cercano era el que indicaba la calle Salvador Donoso, al final, cerca de Bellavista. Allí se encontraba el extinto Musiteka. Lo genial de ese local, repleto de pasillos con VHS, era que tenía una caseta de lotería en la entrada y una mini sala de cine al fondo, donde se podían probar las películas que uno quería arrendar. Ese era, sin duda, su sello interactivo para los clientes. Ahora el local se transformó en una botillería.

Con cada paso que daba, en ese recorrido fantasmático, buscaba lo ausente, trataba de improvisar la ruta de una visión perdida. Seguí a paso firme rumbo a calle Esmeralda. La dirección de la video guía me indicaba que allí en esa calle se encontraba otra video tienda. Y efectivamente ahí había uno, de cuyo nombre no me acuerdo, en el lugar de la Librería Pacífico.

Recuerdo perfectamente sus anchas puertas. De chico creo que me marcó mucho, porque fue allí donde vi por primera vez las tapas de los VHS de dos grandes villanos slashers de los ochenta: Freddy Kruger y Jason. No arrendé sus películas ahí, pero el primer vistazo a sus figuras de pesadilla marcó a fuego mi imaginario. Había visto menos cine, estaba menos curtido en los avatares de la vida, por lo mismo, era más susceptible al asombro. Y era esa capacidad de asombro la que volvió a esa video tienda sin nombre una leyenda inefable.

Se agotaban las direcciones. Había que seguir con el recorrido a como diera lugar. Así que me devolví. Crucé la Aníbal Pinto y caminé tranquilo por Condell hacia la Plaza Victoria. El destino final era una video tienda que se encontraba cercano a Ripley, donde antes estaba el Teatro Valparaíso. Ahora hay allí un local de comida rápida.

No tengo recuerdos de esa video tienda, como tampoco recuerdos del antiguo teatro, al cual no alcancé ir. Me invadió un vacío por una antigua vida, allí donde hoy solo prolifera la venta de retail y el consumo barato. Era un Valparaíso atomizado, fracturado en su tradición cultural y arquitectónica. Mi recorrido fue el recorrido a través de una ciudad fantasma.

En ese trayecto, había varado en un imaginario de los noventa, y no podía volver a arrendar películas en esos nichos de arqueología cinéfila. Sin embargo, improvisé una ruta, un camino posible, inspirado tan solo en una reminiscencia. “Hay algo allá afuera”, sin duda. Un escenario abierto, repleto de misterio, un atajo a través del tiempo roto, para rescatar la historia del celuloide porteño, enterrada por un progreso sin arraigo y una anomia sin visión de futuro.



Pavel Durov y la paranoia de Kafka, Constantino de Hoffmeister

Kafka describió con maravilloso poder imaginativo los futuros campos de concentración, la futura inestabilidad de la ley, el futuro absolutismo del aparato estatal .

—Bertolt Brecht

En una escena que parece sacada de una novela de Franz Kafka, Pavel Durov, el enigmático fundador de Telegram, fue arrestado en Francia al aterrizar en el aeropuerto de Le Bourget, cerca de París. Al desembarcar de su avión privado, fue detenido por las autoridades francesas, que lo habían estado esperando, armadas con una orden judicial que lo acusaba de facilitar actividades delictivas a través de su plataforma de mensajería. Los cargos, tan surrealistas como severos, incluyen complicidad en tráfico de drogas, delitos pedocriminales y lavado de dinero, todos derivados de la supuesta falta de moderación de Telegram. Su arresto no es solo una catástrofe personal, sino un duro recordatorio del absurdo que aguarda a quienes desafían la mano invisible pero omnipresente del poder en un mundo que dice proteger la libertad mientras la desmantela metódicamente.

¿Qué sucede con Telegram tras el arresto de Durov? La pregunta genera un malestar que rápidamente se convierte en innumerables rumores especulativos, cada uno más incierto que el anterior. Un rumor, que ya se filtra por los pasillos digitales, insiste en que el equipo de Durov está preparado para esta eventualidad, que existe un protocolo clandestino, listo para ser promulgado a la medianoche. Pero, como sucede con todos los rumores, se nutre de la falta de fuentes verificables. La verdad, envuelta en ambigüedad, es tan esquiva como el hombre mismo. Si Telegram persistirá, y en qué forma distorsionada, persiste como un enigma inquietante, una pregunta suspendida en el vacío donde debería estar la certeza.

En el Occidente moderno, la libertad de expresión se exhibe como un principio sagrado, un emblema resplandeciente de la democracia que supuestamente contrasta marcadamente con los “regímenes despóticos” de Rusia y China. Sin embargo, debajo de esta pulida fachada se esconde una realidad tan asfixiante y absurda como cualquier pesadilla kafkiana: un lugar donde se persigue sin descanso a los disidentes, se acallan sus voces y se extinguen sus libertades. Las historias de Julian Assange, Edward Snowden y ahora Durov sirven como inquietantes recordatorios de que la devoción de Occidente a la libertad de expresión es una afirmación hueca, una farsa que enmascara una verdad más oscura.

Durov posee la ciudadanía de cuatro naciones: Rusia, Saint Kitts y Nevis, Francia y los Emiratos Árabes Unidos. Su multiplicidad de identidades refleja su intento desesperado de evadir el control cada vez más estricto del poder estatal, de seguir siendo un alma libre en un mundo donde la verdadera autonomía es casi un sueño fugaz. Sin embargo, la revelación de que Durov ha renunciado a su ciudadanía rusa, sumada a su reciente detención en Francia, subraya la inutilidad de tales esfuerzos. No importa cuántas fronteras cruces, cuántas nacionalidades asumas, la garra de hierro de la censura inevitablemente te perseguirá si te niegas a inclinarte ante la autoridad liberal de Occidente. Las personas que valoran la libertad auténtica no deberían “huir” a Occidente, sino huir lejos de él.

La idea de una prensa libre, tan celebrada en Occidente, se revela como una farsa amarga. Se nos sirve la ficción reconfortante de que los medios operan sin cadenas, de que los periodistas buscan la verdad sin temor a represalias. Sin embargo, la terrible experiencia de Durov, que recuerda a la de Assange, revela la fragilidad y el engaño que se esconden detrás de esta falsa “libertad”. Cuando Durov abandonó Rusia, no fue en busca de mayores libertades, sino porque se negó a someterse a las exigencias de censurar VK, la red social rusa ampliamente utilizada, y se resistió a las presiones para que entregara los datos de sus usuarios a las autoridades.

Kafka, el maestro de la desesperación burocrática, encontraría en el destino de Durov una inquietante familiaridad. Es un destino que nos recuerda la difícil situación de Josef K. en El proceso , condenado no por ningún crimen específico sino por la insidiosa y omnipresente sospecha que invade todos los aspectos de la existencia. En un mundo donde incluso el más mínimo desliz desencadena las más graves sospechas, ¿cómo puede la libertad ser algo más que una amarga ilusión? ¿No estamos todos, de algún modo, atrapados en una vasta burocracia sin rostro, donde cada acción es examinada, cada intención cuestionada y cada individuo reducido a una copia al carbón de sí mismo?

El terror que se cuela en este mundo no es sólo el miedo al castigo. Es algo más profundo, más penetrante: un terror que paraliza el alma. Es el miedo a pronunciar una palabra inefable, a albergar un pensamiento impensable, a desafiar la mirada omnisciente que observa desde cada rincón. Este terror, como intuyó Kafka, es una anticipación de la retribución, así como una ansiedad profunda y paralizante: un anhelo de algo que está más allá del alcance de quienes ejercen el poder, pero también un miedo a todo lo que toca el poder. En Occidente, este terror se camufla en la retórica de la “libertad”, envuelta en la mentira reconfortante de que somos libres de hablar, libres de pensar, libres de resistir.

Sin embargo, la interrelación de los poderosos conglomerados mediáticos con otras fuerzas de élite expone este grotesco espectáculo de payasos. Una vez que un imperio mediático crece lo suficiente, deja de verse a sí mismo como un perro guardián del poder; en cambio, se enreda en la red de influencia que se supone que debe escudriñar. Deja de ser un adversario para convertirse en un colaborador, cómplice de la perpetuación de las estructuras que alguna vez afirmó desafiar. Esta traición silenciosa, esta colusión tácita, garantiza que la disidencia permanezca cuidadosamente controlada, cuidadosamente contenida y, en última instancia, aniquilada.

La hipocresía más flagrante de Occidente reside en su fe en la misión moralizadora de corporaciones multinacionales como Google, cuyo lema “No seas malo” se ha convertido en un eslogan banal. Los arquitectos de Google creen sinceramente que están moldeando el mundo para mejor, pero su pretendida apertura mental sólo se extiende a opiniones que se alinean con la corriente subyacente liberal-imperialista de la política estadounidense. Cualquier perspectiva que cuestione esta narrativa se vuelve invisible, se descarta como irrelevante o peligrosa. Éste es el terror sordo de su misión: el horror silencioso de un mundo donde las voces disidentes no son silenciadas por la fuerza, sino simplemente ignoradas hasta el olvido.

Ninguna sociedad que haya erigido un sistema de vigilancia masiva ha evitado su abuso, y Occidente no es una excepción. Se ha vuelto común suponer que el gobierno monitorea cada uno de nuestros movimientos, mientras que se considera paranoico creer lo contrario. Esta normalización de la vigilancia es el testimonio final de cuán profundamente se han arraigado estos mecanismos de control. Vivimos en una realidad donde la privacidad es un anacronismo, donde cada gesto se registra, cada palabra se cataloga, cada murmullo de disenso se registra para un juicio futuro. El estado de vigilancia ya no es una distopía lejana; es el mundo que habitamos, la pesadilla de la que no podemos despertar.

En este mundo, la transformación del individuo es inevitable y excepcionalmente kafkiana. Cuando Oge Noct despertó de un sueño inquieto, se encontró inexplicablemente transformado en un insecto monstruoso. Esta metamorfosis es una aberración física y un símbolo de la deshumanización infligida por un sistema que tritura el alma. Ya sea Assange, Snowden o Durov, el patrón es el mismo: quienes se atreven a desafiar el sistema no son ensalzados sino degradados, su humanidad erosionada por la implacable maquinaria de control que se declara defensora de la libertad mientras perpetúa una tiranía inquebrantable.

Éste es el verdadero rostro del Occidente moderno: una espiral descendente kafkiana en la que la promesa de libertad es poco más que una broma cruel y quienes la buscan están condenados a vivir con miedo perpetuo.

Es como un río, ¿no? Un río que se desborda, se desborda sobre los campos, pierde profundidad a medida que se extiende, hasta que todo lo que queda es un charco sucio y estancado. Eso es lo que les pasa a las revoluciones. Comienzan con fuerza, con un propósito, pero a medida que se extienden, se diluyen, pierden su sustancia. Y cuando finalmente se evapora el fervor, ¿qué queda atrás? Nada más que el lodo de la burocracia, espeso y asfixiante, arrastrándose por todos los rincones de la vida. Los viejos grilletes que nos sujetaban eran al menos visibles, tangibles, pero estos nuevos están hechos de papel, de formularios y sellos y firmas, interminables y asfixiantes. Y, sin embargo, los llevamos igual, sin darnos cuenta de lo fuertemente que nos atan.

Pavel Durov y la paranoia de Kafka

sábado, 24 de agosto de 2024

Me he propuesto como meta dejar el alcohol de manera progresiva, hasta reducir su consumo considerablemente. Sé de primera fuente los estragos que causa. Con un amigo decimos que desata, en muchos, esa "sombra" de la que hablaba Carl Jung o, si nos ponemos literarios, convierte a los afectados por su influencia en ese Mr Hyde que imaginó Robert Louis Stevenson en su clásica novela. 

Hay quienes han dicho que en las raíces etimológicas del alcohol se alude al despojo del alma propia o al asedio de espíritus nocivos. No por nada, la palabra alcohol viene del árabe al-kuhl que significa "devorador del espíritu", y sus orígenes podrían incluso situarse en la palabra gohul, que representa a un demonio necrófago. 

En efecto, los más susceptibles al "copete" parecen imbuidos por un espíritu incontrolable que anula su capacidad de juicio, llegando a convertirlos en verdaderos energúmenos, simplemente para borrar sus recuerdos al día siguiente y dejarles con la "caña moral", la pesada consciencia sobre aquellas acciones vergonzosas cometidas bajo el influjo de la bebida espirituosa. 

¿Quién no ha sentido que un agente extraño le usurpa la mente y el cuerpo, cada vez que se pasa de tragos? Esa misma es la sensación del alcohol en el cuerpo: la de un desenfreno malentendido como energía vital, pasando por la usurpación de la razón y la consciencia, una tentadora oferta de las pasiones, la violencia y la sensualidad para dar lugar a la enajenación total de sí mismo.

Ante el abismo de la praxis

Texto escrito hace exactamente once años


Haciendo una limpieza de archivos en el pc, me encuentro con el informe de práctica docente final. Estuve releyéndolo con necia nostalgia (necedad y nostalgia, cualidades sanadoras) , no sólo por accidente, ni menos morbo auto indulgente. A ver si me reencanto con la profesión. El párrafo final de ese informe final reza:

"Ante el abismo de la praxis y el fenómeno educativo, no se optó precisamente por volar, sino que por caer, arrojarse, y desde la caída tantear, experimentar los altibajos del proceso, ese limbo constante. Hasta que finalmente la caída no resulta tan aterradora y se sigue cayendo hasta que uno llega a perder la noción de un comienzo y un final. Y finalmente, se alcanza el fondo sólo para reconocer que los ciclos de enseñanza y el aprendizaje consistieron siempre en esa caída. Entonces, la clave hacia largo plazo consistirá en experimentarla dentro de todos los abismos posibles. Sin antes reconocer que en cada uno de ellos la caída es distinta, por lo cual la enseñanza y el aprendizaje que resulte de ella será diverso. ¿Es esta metáfora una visión conclusiva sobre la praxis pedagógica? ¿Una suerte de moraleja manoseada después de concluir un proceso? Sólo diré que es preciso recurrir a la oscuridad para abordar ese proceso recursivo y potencialmente infinito en que consiste la educación. La educación y su comunidad como una rueda, como un mundo, y lo desconocido, lo ignoto, como lo abismal, potencialmente abierto y transparente, ávido, antes que nada, de ser conquistado, combatido. Finalmente, ávido de ser enseñado y de ser aprendido."

jueves, 22 de agosto de 2024

Jens Balzer, ensayista: “Lo ‘woke’ ha llegado a su fin por sí solo, ha perdido su atractivo”

P. Sostiene usted que lo woke está llegando, en cierto modo, a su fin, ¿es así?

R. Ha llegado a su fin por sí solo, la gente está harta de que ese sea el foco. En Estados Unidos se ve que el momento cumbre woke ha pasado. El siguiente paso, ahora que ha perdido su atractivo, al menos, en círculos intelectuales y culturales, es pensar ¿qué podemos preservar de eso? Lo woke busca diseñar una infraestructura para que todos tengan una voz tan fuerte como las que dominaron durante décadas y siglos.

martes, 20 de agosto de 2024

La profunda tristeza del galán francés. Un tiempo atrás, había solicitado la eutanasia. La depresión es un monstruo que devora incluso a los más grandes. No reconoce créditos ni honores. Carcome el alma humana. Hay, sin embargo, en sus dichos, una belleza oculta tras bambalinas, la belleza del sentimiento romántico en su sentido decimonónico. El imperio de la emoción tan frágil como el mundo que lo sostiene: “Voy a dejar este mundo sin sentirme triste. La vida ya no me atrae. He visto y experimentado todo. ¡Odio la era actual, estoy harto de ella! Veo todo el tiempo criaturas realmente detestables. Todo es falso, todo es reemplazado. ¡Todos se ríen del otro sin mirarse a sí mismos! Ni siquiera hay respeto por la palabra dada. Sólo el dinero es importante. Escuchamos sobre crímenes todo el día. ¡Sé que dejaré este mundo sin sentirme triste por ello!”. Alain Delon

lunes, 19 de agosto de 2024

Brigitte Bardot escribió una carta en despedida de Alain Delon. Se mostró muy desconsolada. He aquí algunos fragmentos: "Al morir acaba un capítulo magnífico de una época pasada de la que fue un monumento soberano (...) Pierdo un amigo, un 'alter ego', un cómplice. Compartíamos los mismos valores, las mismas decepciones (...) Su partida deja un vacío abismal que nada ni nadie podrá cubrir". La actriz sentía una conexión profunda por Delon, incluso más allá de lo romántico. Lo quería a morir, y se nota. En su carta, Bardot acaba citando un verso del poeta Alfred de Vigny, titulado La muerte del lobo: "Al ver lo que se ha sido sobre la tierra y lo que se ha dejado atrás/solo el silencio es grandioso; todo lo demás, debilidad". Cuando el sentimiento por el otro se vuelve algo sublime, no hay muerte que lo opaque. Apolínea belleza del amor.

domingo, 18 de agosto de 2024

Solo existen dos tipos de hombre en el mundo: los "Mick Jagger" y los "Alain Delon" de la vida. Al medio, siempre habrá una Marianne Faithfull.

Como el perro

Se escribe rabioso como el can que le ladra a las ruedas de los automóviles sin poder atraparlas, o se escribe desesperado, como el can que aúlla, bajo la noche, por el abandono de su dueño en medio de la nada, a la intemperie.

sábado, 17 de agosto de 2024

El ejemplar perdido de Absurdía de Alex Tacussis

“El tiempo es una zarpa que nos erosiona hasta convertirnos en nada, eficientemente, minuto a minuto; y a todo. Me sorprendía en estas reflexiones cuando un asunto no me proporcionaba los resultados esperados.” Absurdía, Alex Tacussis.


El viernes volví a la Biblioteca Severín a preguntar por el libro Absurdía (1987) del escritor chileno Alex Tacussis. Segunda vez que voy a preguntar por él, y la respuesta es que no lo pueden encontrar. Está en el sistema, figura como 863 TAC en el registro, sin embargo, no está el ejemplar.

-Si no está, entonces lo sacaremos del sistema-, dijo el bibliotecario.

-¿Qué le habrá pasado?-, le pregunté.

-De seguro, al hacer inventario en los archivos, lo perdieron. No puede habérselo llevado nadie, porque figura como que nunca ha sido prestado desde el año 2011-, contestó el bibliotecario, contundente.

Y eso no podía ser posible, por la sencilla razón de que yo lo pedí. Está la fotocopia anillada del libro como evidencia. Se trata de la primera edición del libro, marcada hasta con el timbre de la biblioteca y el timbre de la Dirección de Bibliotecas, archivos y museos.

El lunes pretendo ir con esa fotocopia anillada del libro a ver qué pueden hacer al respecto. Aunque lo más seguro es que se desentiendan de aquel enigmático ejemplar de Absurdía. Hace años había leído el libro. Nunca más encontré por ninguna parte una copia. Tampoco había demasiadas referencias a su obra y aun a su persona en internet. Como mucho, el prólogo del libro escrito por Alfonso Calderón en Bruselas, el 9 de octubre de 1986.

Con el tiempo investigué a fondo sobre este Absurdía. Era tanta la obsesión por su misterio que hasta pensé, en su momento, hacer mi tesis de grado sobre esta rareza. El problema era que no había suficiente marco teórico. Puede que esa haya sido una razón de sobra para escribir la tesis, pero desistí. Ahora vuelvo sobre el libro Absurdía en calidad de lector impetuoso y encontré un par de referencias antiguas.

Una se encuentra en la Revista Hoy, número 542, del 7 de diciembre de 1987, página 58. Se trata de una breve reseña al libro de Tacussis en la sección Escaparate. En esa reseña se dice que Absurdía es una especie de Macondo propio del autor, “un país donde suceden cosas semejantes a las que suceden en otro país de esos que el lector conoce, ya sea “mediante la información”, ya sea “por haberlo experimentado”.

Otra referencia se encuentra en la Prensa Austral, de Punta Arenas, 22 de noviembre de 1990, página 2. En la sección “Lecturas del mes”, hay un artículo de Marino Muñoz Lagos que dedica un par de párrafos al libro de Tacussis. Señala que el país llamado Absurdía “se parece demasiado a Chile como para desmentirlo: aquí hay enredos burocráticos, se admira con veneración a todo lo que sea extranjero, el consumismo es el pan de cada día y la flojera no se compadece con la inteligencia de sus habitantes”.

Hay interpretaciones claves en Absurdía que nos hablan de un país kafkiano, con un toque de distopía y de sátira. Un fragmento decisivo del cuento homónimo lo describe así:

“Absurdía, tierra de los improvisadores profesionales, el país campamento autoglorificado en un engaño infame, territorio de dificultades, o Dificultandia si se prefiere y como en realidad debería llamarse, lugar del acoso policial, de la dictadura tributaria, de las desventajas étnicas, donde cívicamente se es nada, el país que jamás progresará debido a su incurable trabazón cerebral… ¡Y qué digo!: a veces, antes de dormirme, o cuando relato alguno de estos increíbles pasajes a mis amigos, me viene a la mente la inminente realidad de que nuestras oficinas absurdenses habrán de cerrarse, y no dejo de preguntarme, con recogimiento y un sabor amargo, quién de nosotros será el infeliz que vaya a ejecutar la gestión cuando se firme el acuerdo final”.

Pretendo volver sobre la novela, porque es evidente el parangón entre Absurdía y el Chile de los noventa. ¿Pero habrá en Absurdía elementos y caracteres del Chile reciente? A juzgar por la descripción, me temo que sí, aunque algunos elementos resuenan más que otros, en el Chile post octubre y post pandemia, como es la falta de progreso, la mediocre capacidad cívica, esa bien llamada “dictadura tributaria”, a la que tantos honorables se deben para estrujar a impuestos a la ciudadanía que le mandata con palabra muerta.

Si esos son los vasos comunicantes de Absurdía con nuestro Chile actual, entonces la propia anécdota en la Biblioteca Severín, el extravío del libro sin explicación y su registro pese a su desaparición, representan un ejemplo vigoroso de una realidad absurdense, por no decir, chilena, en el sentido de su relamido chilean way.

Vuelven a mí las mismas interrogantes de antaño: ¿será Alex Tacussis el escritor invisible del que hablaba Claudio Giaconi? A veces la posteridad se apuesta en un libro incógnito, subterráneo, pobremente leído por olvido o por un motivo absurdo que emana de su propia significación literaria. Cito aquí, para rematar, un extracto del prólogo de Alfonso Calderón: “A todo escritor le es preciso -como suponía Raymond Chandler- pisar firme en la ciénaga. Ello valida el poder, la aventura y el riesgo de escribir”.



Una jaqueca terrible me vino de nuevo, como si un invasor se hubiera tomado mi cabeza. Raro, puesto que otras veces me dolía en la semana, cosa entendible por el estrés. Ahora me comenzó a doler de la nada, aunque, pensándolo bien, puede que el dolor tenga su origen en lo que se conoce como "caldos de cabeza", producto de una preocupación constante y un devaneo sobre pensamientos que no dejan de rumiar. Esos pensamientos giran en torno a nuevas ideas de escritura (poemas, artículos, columnas, crónicas, cuentos, reseñas) o relecturas sobre textos que ya había escrito y que continúan remojándose en el tintero. Hace mucho tiempo que me viene doliendo la cabeza muy seguido y lo achaco principalmente a mis obsesiones literarias. Tal vez se trate de "dolores de parto mental", como hubiera dicho Nietzsche o solo una alarma por saturación orgánica de la máquina pensadora. En esos casos, cabe un migranol o su dipirona y a dormir la siesta con la luz apagada y el silencio como arrullo personal. Qué paz se respira después, una paz vivificante.

Unidad orwelliana, Francisca Echeverría

"En una ponencia universitaria, un profesor critica una ley vigente y la universidad donde trabaja activa contra él protocolos de acoso, hostigamiento, violencia y discriminación arbitraria. El episodio no es un caso ficticio de literatura distópica, sino un hecho ocurrido en la Universidad Católica de Valparaíso la semana pasada. Un biólogo y doctor en Ciencias argumenta críticamente contra la ley de identidad de género y el programa “Crece con orgullo” y el resultado es el recién descrito. Como ha destacado Gregorio Binda, el mundo de Orwell parece está muy cerca. ¿Se equivoca? Guardando las distancias, es posible que no."

Imprenta del Universo

Hubo una imprenta en Valparaíso llamada “Imprenta del Universo”. Se fundó en el año 1860 y se encontraba en la Calle San Agustín, actual calle Tomás Ramos. Era propiedad de Guillermo Helfmann y fue, en su momento, la imprenta más importante de Chile. Cuando fue adquirida por el hijo, la imprenta pasó a llamarse “Universo” y, durante la primera mitad del siglo XX, dio origen a la revista Sucesos, la revista más leída de la época. Al indagar en la historia de la imprenta, resulta muy sugerente su nombre, su alcance metafórico: la Imprenta del Universo nació en Valparaíso. Yo creo que ninguna otra imprenta en el mundo puede darse el lujo de inspirar una frase tal.

Hay algunos afiches del año 1921, recogidos por Memoria chilena, que promocionan la imprenta y le dan un sentido aún más simbólico. Uno de un arlequín que sale cargando libros, cuya leyenda reza: “¿Lleva ud. Libros? Adquiérales en Universo”. Otro de un sátiro haciendo un trabajo de litografía sobre un libro. Dos afiches, sin duda, que nos remiten a imágenes significativas. ¿Puede ser que el bufón haya salido de la imprenta del Universo, riéndose por llevar consigo libros de comedia? ¿Puede que el sátiro esté imprimiendo algún rito sobre el gran libro abierto en la Imprenta del Universo? Puede que sí, como puede que no.

Valparaíso carga en su propia historia un universo completo de páginas impresas. A algunas, tal vez las más trasnochadas, las atraviesa la risa burlesca tanto como la inscripción dionisiaca. También se puede decir que la extinta Imprenta del Universo prometía, en sí misma, un alcance de proporciones cósmicas y astronómicas. A más de un siglo de distancia, nos queda el recuerdo de su litografía legendaria y su mecanografía de vocación universal, allende el puerto y el océano, chocando contra sus innumerables ejemplares, en el vaivén del tiempo.


viernes, 16 de agosto de 2024

La espiral efeméride (versión 2024)

Poema extenso con varias partes, escrito entre el 2005 y el 2006, y vuelto a editar el 2024:



En el rincón bilateral del tiempo,

y hoy, en un híbrido de hazaña y consecuencia,

afilo mi retorcido, cínico paladar, que fue hecho para sangrar,

y la mecánica de la insolencia trasciende,

en donde la omisión y la digresión no son opuestas.


No te quiero ahora para entrar al invernadero

y comentar este nuevo llamado al exterior.

No es necesario hacer algo público

en tal dimensión de curvaturas.

Todo se cuelga expuesto

en campanas húmedas y membranosas,

como sobre tu cabeza se abriera una boca,

discutiendo en un depósito de rancios favores y cumplidos.

La próxima palabra estaría equivocada

si la niego dentro de este circunloquio.

Perífrasis de la palabra,

Perífrasis del espíritu.

Adéntrate a través de voces desorganizadas,

entes amarillistas, sofocados de orgullo.

Redescubre lo que alguna vez fue luz.

La colisión empieza abriendo los sentidos

de ojo a garganta, la curvatura está viva.

Una recta curva toma forma de una línea predilecta

¡que todas las visiones del mundo podrían dimensionar!

y dar mayor profundidad a lo que alguna vez fue luz.

Cortinas restrictivas dramatizan la conversación,

como sobre tu cabeza se abriera una boca,

pone llave a cada cosa que te sea afín.

Una pantalla de fresco odio se deja ver,

al chasquido metálico de campanas líquidas,

di tu peor verdad y mejor mentira:

es el brote educativo presionando mi puño a mi edad,

es la gangrena atada alrededor del perro,

es un error criado y envuelto en simpatía.

Como desconocen tu omisión

da la espalda y habla de un síntoma universal.

Mira a tu más oscura articulación,

reintégrate a como acostumbras,

sucumbiendo sin mucha armonía.

Como comprenden el fin de tu cordura

encuentra una última dimensión

y termina con la conversación.

Conocimiento sinérgico, uniformidad global,

y en un nuevo día,

redescubre lo que alguna vez fue luz,

Pasión,

Miedo.


En cuanto abras los ojos,

encuentra el alcance longitudinal de ese porvenir,

cuenta tu conteo regresivo, una botella de nitro,

y ya te das la vuelta,

refrescado y resignado a la violenta humedad

de tu sueño físico, físico cual boca en botella,

como la apariencia de tu amuleto,

y está meditando y sembrado en tus casilleros de lozanía,

tanto que ya no lo ignoras ni sientes.

Imaginarlo sería solo una forma de decir

que es el mismo idiota, la misma sangre,

tu par de ojos codiciosos,

caras que me obligan a reconocer

una placenta sólida entre péndulos,

sonando a un tono inmortal.

La explosión fue mayor ahora y lo será después,

la siniestra comodidad de tu altruismo.

Para mí, no eres más que un trofeo flotante

sobre una pieza flotante.

Los rincones, cada rincón se desfigura

para evadir tu presencia.

No necesitas más que la misma sangre

para tu malogrado ADN,

Y está meditando y sembrado en tus casilleros de lozanía,

tanto que ya no lo ignoras ni sientes.

Imaginarlo sería solo una forma de decir

que es el mismo idiota, la misma sangre,

pues QUÍTALA, QUÍTALA,

¡quítala de mí, huevón!

he encontrado un mejor agujero que taladrar,

un mejor círculo que acariciar y concretar.

Abre los ojos...

y el porvenir explotó y la sombra explotó.

Imaginarlo sería solo una forma de decir

que eres solo un amuleto.

Todo lo que eres es un simple fetiche;

un instrumento,

un amuleto

usado

...

En el foco de la humanidad, inspecciona.

Es un huésped portátil y frío

que te entrega coloridos anteparaísos,

y si llegas a verlo, te darás cuenta

de que te interesas en él más que él en ti,

porque conoce cuánto puede consumir de ti,

y es infernalmente inagotable.

Solo ve a la mano maestra masturbar el circuito.

Comunicación verosímil

en la que solo filtra la psiquis en filamentos.

Es la garantía del expectante,

el cebo e higiene del gran Juglar.

La carga crónica ya saldada para ti,

y para tu fantasía en recortes,

una caja de acromática libido

¿Es por eso por lo que pagas?

¿Por el metal radiactivo en tu interior

y que sólo reverdece tu faz en yerro?

A ver cuánto puedes ver.

Solo si pudiera exprimir,

el portal entre mil estelares,

envase de auto saprofito eléctrico.

¿Creerás lo que estás viendo?

¿Verás a lo que estás creyendo?

Vuelve a presionarlo, rotarlo, agitarlo,

hasta que conjugue tu fenómeno,

y entonces tu radar cerebral

lista para la señal de pánico.

Dentro de tu anestesia de cobre,

¿Creerás lo que estás viendo?

Réplicas hastiadas, de tu no-rostro

¡He ahí el producto de tus tres dimensiones!


Únete a los círculos y luego engánchate a uno.

Ellos ansían ser atendidos y devastados,

minimizados por el calor de su floreciente época.

Su apetito busca al más virgen y potencial,

así, tu antiguo sopor ya está saturado.

Su pecado en cadenas es un puño firme que raspa

el pasto nuevo de sus esencias.

NO CREAN YA en la tentativa evolución.

NO CREAN YA en el títere dinámico,

solo son un envase de materia y genes por dentro,

y solo un envase de genes y hedor por fuera.

Todo lo que quieren son los fragmentos

de un fructífero sendero

que solo ellos podían materializar,

y siempre se rehusaron.

No crean ya en la cristalización del abstemio,

no crean ya en el viril parto de los propósitos.

El alcohol que tanto promueven y desean

fermentará en pervertidas cosechas de ideales,

justo como el YIN-YAN opacando sus traseros,

cada vez que la curiosidad se vuelve paranoia.

Sus semillas de cambio no germinarán,

y sus reducidos vientres no harán fricción alguna,

cuando acepten que todo lo que han logrado

es ser Títeres-carroña de sus propios sueños.

El semblante de la luna los delata in fraganti,

en la mano maldita del sosiego.

Tú eres su extremidad, y en ti,

la verbal masturbación del abstinente.

YA NO HABRÁ palabras

para el que creyó rimar en tonos sobrios.

YA NO HABRÁ carisma

para el que creyó tantear a los ecuánimes.

YA NO HABRÁ retribución

para el que creyó barrer el último polvo.

Ya no habrá "rompe-fila",

ya no habrá ingenuidad, educación, recreo,

ya no habrá tratos blandos,

cuando acepten que todo lo que han logrado

es ser Títeres-carroña

DE SUS PROPIOS SUEÑOS.


La quimera postulante en él, en él,

la dorada proporción.

1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21,

antes de lo perpendicular de un mundo-rubro,

la base de los datos no puede inspirar

más que una técnica factura

de memoria, de logros, de carcasas,

esa misma que infiere

hasta en la menor descarga de brillantez.

La lucidez, la vanidad del metal,

en concilio con la alérgica sustancia,

la carditis del alma, el resplandor del mineral

surgido del mismo tecnicismo,

como esa proporción.

La vacía singularidad se hace eterna,

informática, aproximada.

Si pudieran culpar a los cielos,

nosotros no los creamos,

ni él creó, ni yo, la creación.

Una legión de baterías pensantes se abre paso,

cuestionando un terreno repleto de gris,

color y forma de los avanzados.

Para salvar el mundo, un disco duro reprogramado.

El manejo de los circuitos intenta parecerse

al de su percepción de formas.

Miles de ellas, multiplicándose,

como bacterias en sus proyectos.

Así como se da a luz lo que usaremos,

y, al hacerlo, se hizo lo que creíamos banal,

por esa cosa llamada realidad,

por esa cosa llamada imaginación,

por esa cosa llamada progreso.

El espacio X, el nuestro, no basta.

Los borrones universales,

las leyes físicas,

los motores naturales,

ya no cumplen su legislado ejercicio.

No hay relatividad en cómo deban dinamizar la tierra.

Lo único cierto es la compra de los sitios

que les debían por invertir.

Están en cada avance,

cada mensaje,

cada fracción de arte,

no sobresaldrá sin su presencia.

Somos materia galáctica sin fondo a su lado.

Sin embargo, su paradoja se expresa

y detrás suyo, el Procesador Supremo.

Mientras deducen su velocidad,

él socava las vísceras del tiempo.

Mientras absorben su luz,

él entierra la médula del espacio.

El ejército del androide aproximado,

la clave ancestral desbloqueada,

la abismal consecuencia de Bill Gates,

domador de programas y dictador tecnológico.

Un pacto químico se estimula y produce,

a través de las imágenes vistas,

y los fantasmas del pasado segregan la toxicidad

y los venenos de la estirpe camuflados con la lluvia,

sobre colosales depósitos de gas y petróleo.

Hiroshima habrá de regar sus átomos,

dado el conflicto nuclear y el negocio misilero,

todo terminará reciclado

al ritmo de los bombos de guerra.

El paso de los ingenieros de la gran arma

enfrentando la tormenta, colores precipitados,

un nuevo brillo en sus penetrantes ojos.

La circulación de sus venas indica

que llega el momento de dominarlos.

Por el aceite de los movimientos,

se apoderarán de los panteístas.

En crisis de intereses,

la gran arma apuntará a lo superior.

El hambre del hombre, la quimera religiosa,

sin brazos turbo ya es un alquimista,

él, el de las “Puertas del Costo”.

Con el tiempo se darán cuenta

de que fueron hechos para crear y ser creados,

y no terminarán de construir su arquitectura maligna,

ya que el modelo dorado 2000

envuelve aquella proporción

y, en borde de una geografía,

te empuja sigiloso al extremo de los extremos.

Navegando en pantallas, ya lo tienes ante ti,

y cuando las bestias y las máquinas copulen,

los entes cívicos darán nombre al experimento.

El ejército del androide aproximado,

la clave ancestral desbloqueada,

la abismal consecuencia de Bill Gates

domador de programas y dictador tecnológico.

Desde el pasado, se describirá y revivirá

al desalmado substituto,

al único y cibernético substituto,

y este volará por lo remoto,

para desafiar a la gravedad:

poseída libido de la raza humana.


Vértices depresivos,

elevados, verídicos, para la inflación.

Con tal cantidad de vértices,

ellos prostituyen sus perfiles sin temor.

Llenos de humanidad y escrúpulos

tiran los dados multinuméricos.

Ellos apostarán por una cifra,

y así será la sublimación de lo Neutro.

Hostilizando la geometría del recuadro

donde estoy unificando estas líneas,

ellas también se volverán cifras

digitalizadas, insanamente en transistores,

procedimientos de lógica lasciva.

Las factorías de las penumbras en verde:

A puertas de todo un negocio

de frigidez promocionada.

A puertas de todas las voces

en imanes de ingeniería déspota.

A puertas de todas las vidas

que subyacen a tus créditos.

Y mientras consultan a la operadora

tu líder y esclava más mimada

será el más verde reflejo

de tu alienación.

El más ínfimo profeta de un Universo invisible,

El más ínfimo traductor y traidor,

el peor veredicto verbigracia del mejor publicitado error.

Él, ya cenado, ellos, ya límpidos e iluminados

y con la piedra pisada por su talón,

untado en pozos de belleza,

su maquillada palabra contra la antilogía terrestre,

itinerantes ovejas.

Solo un beso puro sobre su frente,

y ya están sueltos los primates del árbol del conocimiento.

Propaganda paradisíaca,

herejía de disfraces y velos.

Todos los siete días contenidos en páginas

No puedo renunciar a quitarlas del empaste.

Improvisando la receta de la creación

usufructo de cada palabra de testamento.

Violar el endiosamiento de la parábola,

violando la parábola, no al personaje,

Borrar cada claroscuro de los 7, solo los 7.

Todos somos ínfimos sin las luces.

Bajo los jardines infantiles,

siempre una hueste de nulidad y no efecto

como trepadoras en potencia y en ausencia,

como jefes de hogar en exilio,

hijos bastardos de Su Eminencia.

No pueden delatarlo en la corte del juicio final

más que como el ídolo de una cósmica fiesta

Masilla para laicos, laicos que meditan en su hemorragia,

rentando el pabellón del pentagrama

el polvo inmortal del cual bebe el demonio escarlata.

El arrullo de los ángeles en pugna

no es lo que Él espera de una sala cuna universal.

Él, en ninguna y todas partes,

al mismo tiempo que se sirve las galaxias

en un solo plato y menú, tanto como nosotros

propiciamos y precipitamos:

El vórtice de nuestra autonomía

El somnífero ambiental de Sn Gabriel

El incesto delicioso en el mutante.

Ya estoy harto de los puzzles arrojados

a la boca serpentaria de la fe

Ya estoy harto de la falacia gregoriana.

Harto del martirio sepultado

en millones de dólares,

Harto de todas sus creaturas.

Simplemente sudo, sudor, sudo

Y se suda lo que equivale a un vacío de belleza.

Entonces sacudo la piñata del futuro

deseando sangre y sexo eternos,

y el ángel caído sigue vigilando cual francotirador,

regando una promesa marchitada en milenios,

pero cotizada no más que en oro y grasa judía

¡El macho cabrío burgués, observa!

Violar el endiosamiento de una palabra,

violando al personaje, no a la palabra,

borrar cada claroscuro de los 7, solo los 7,

porque al final de los tiempos,

todos somos ínfimos sin las luces.


Expiración de las emociones,

la forma en la que proyectas eso llamado sentimiento,

lo que has experimentado, lo que has descubierto,

seguirá atrapado en su vacío, girando sobre sí mismo

cual espiral eterna,

cuántica del resentimiento.

El eterno retorno de los pesares,

no alcanzará a redondear sus esferas.

No lo experimentarás, no lo descubrirás,

porque la sangre de sus corazones, fluyendo

nunca dejará de acabar.

Expiración de las emociones,

la forma en la que fijas la mirada en tus semejantes

¿Qué te hace tan especial para buscar el infinito?

¿El estoicismo en tu universo de locura?

¿El alma cínica hostigada en tu interior?

Cada vez que acojas al mejor de los samaritanos,

despertarás como el más humano de los suicidas,

y el más pobre de los samaritanos, será, a su vez

el mejor suicida de los humanos.

La inveterada promesa, para todos nosotros,

pero aún tomada por asalto, por sus vidas.

Ante el despertar de los primogénitos,

ya estaré alquilando en el corazón de los mortales.

¿Es realmente estimulante cuando respondes por lo ajeno?

Responder como cuando la duda era absoluta,

y aquellos en el exterior te veían como uno de ellos.

Viendo el final, contando los pasos de regreso.

Si una celeste noción sale a la luz,

no te negarás, no manosearás otra vez tu innato egotismo.

Expiración de las emociones;

la forma en la que imprimen idilios en tus valores.

Todo el caos, todo el romance,

siempre batido al matiz de las arterias,

lo rojo,

lo arterial,

lo real.

Si esto es real,

la noción será visualizada

a puertas de una aventura,

¿Es esa la aventura donde lo único seguro es el fin?

Y el vertiginoso fin será el que deje como escapatoria

una utópica felicidad,

ya que la sangre de sus corazones,

nunca dejará de acabar...

Nunca,

pero siempre.


Y gira

Y gira

La histeria de la historia

Su porción de infinito

Su geometría imposible


Del baile de los ajustes de cuentas,

de la frigidez de la esperanza,

los torrentes finalizan por donde comienzan,

siempre de la peor manera.

Para estancar mi propia voz,

mejor trágate todo el cúbico vértigo de una vez.

Telepatía, finales postrados,

código Morse, ecos guturales,

como pasos sin escalas

en tu casa de rehenes,

en tu final de mes,

con nuestras dentaduras completas,

en tu desesperación,

con el objeto sagaz de la mano.

Para ti, a excepción de tu oxígeno,

nada más verdadero que la muerte,

MUERTE HASTA QUE RESPIRES.

Balancéate con disgusto,

balancea tu muerte en columpios,

para iniciar la esperada sesión.

Sobreprotegido, desnudo ante el juego confidente,

los nervios del calor que sensorizan

tu búsqueda de claridad,

yaciendo sobre esta silla.

¡Balancéate!

¡Balancéate!

¡Balancéate!

Gusta el disgusto,

repítelo hasta callarte solo,

en tu casa de rehenes,

en tu infierno personal

no habrá paga hoy.

Con nuestras dentaduras completas

en tu desesperación,

con el objeto sagaz de la mano

¡Que te dio de comer!

Para ti, a excepción de tu oxígeno,

nada más verdadero que la muerte,

MUERTE HASTA QUE RESPIRES.


Y gira

Y gira

La histeria de la historia

Su porción de infinito

Su geometría imposible


Tiempo

Verdad

Familia

Ilusión

Juventud

Creación

Poder

Fe

Vida

Muerte.