miércoles, 31 de julio de 2024

"¡Cuánto y cómo se han alejado los modernos de la tradición primordial!
Confunden el supremo y súbito saber de la fe con creencia. Confunden ese mismo saber supremo y súbito que se llama también poesía con emoción, sentimiento. Confunden ese mismo y súbito y supremo saber que también se llama intelecto con decrépita usurpadora de la razón. Confunden el esoterismo oculto de lo apócrifo con la falsedad. Confunden al silencioso e infinito mito con las fabulaciones de sus entendederas de su ser sólo sepultureros en el cementerio de la mente." Mario César Ingénito.

martes, 30 de julio de 2024

Cuando los poetas se bajaron de la Revolución.

El poeta venezolano Rafael Cadenas sobre las revoluciones y sobre la poesía:

[…] creo que el mundo actual no es terreno propicio para revoluciones. El hombre de este siglo ha visto varias y se necesita ser ciego para no ver que han fracasado y que hay más bien que buscar otra cosa que yo no sabría decir qué es. Las revoluciones además tienen la mala costumbre de terminar en dictaduras. […] Las revoluciones también uniforman a la gente. El individuo no tiene cabida allí (Entrevistas 228).

“La poesía está en el extremo opuesto de los sistemas. (…) Hay que huir de toda persona que promete salvación. El misionarismo no podría contar sus víctimas” (Anotaciones 53).

Sobre el fraude electoral en Venezuela: no hace falta ponerse los lentes de They live (Carpenter) para ver la realidad, solo basta con abrir los ojos.

Revista Ciudad de los Césares

Ejemplar reciente de la Revista Ciudad de los Césares, en Mar de libros. Para quienes no la conocen, cito su historia. Tienen una orientación contracorriente a los discursos posmodernos que asolan el panorama académico, cultural y literario del país. Eso es clave:

CIUDAD DE LOS CÉSARES es una revista de ideas probablemente única en Chile. Inició sus publicaciones en mayo de 1988 y no las ha interrumpido desde entonces. El equipo fundacional estuvo integrado por Alex von Bischhoffshausen, Francisco Javier Caballero, Juan Andrés Orrego, Erwin Robertson, José Agustín Vásquez y José Ignacio Vásquez; con el tiempo, se sumaron a este equipo otros nombres, de toda América y aun de Europa. Los trabajos y los días de todos ellos están en las páginas de CIUDAD DE LOS CÉSARES.
CIUDAD DE LOS CÉSARES se ha definido como una comunidad de hombres libres y, a partir de una sensibilidad común, profesa un auténtico pluralismo. Rechaza todo dogma, en especial los dogmas políticos e ideológicos de nuestro tiempo, que configuran el llamado pensamiento único o “políticamente correcto”. A través de los años, ha pasado revista a los acontecimientos políticos de Chile y del mundo, a las modas culturales y a los valores perennes. Muchos temas de interés en el debate político o cultural se han planteado por primera vez –a lo menos en Chile- en CIUDAD DE LOS CÉSARES. Se empeña ella en mostrar a quienes se atrevan a leerla alternativas en el terreno de los principios políticos y de la cultura.
Como publicación verdaderamente independiente, CIUDAD DE LOS CÉSARES depende solamente de la comunidad de sus redactores, de sus lectores y de sus amigos, Su subsistencia a lo largo de tantos años es, por lo tanto, un triunfo de la voluntad de un grupo escogido. Sumarse a este grupo escogido es la invitación que se hace a los lectores y a todos los que se interesen en la permanencia de este verdadero fenómeno cultural.

lunes, 29 de julio de 2024

Sobre la inauguración bizarra de los Juegos Olímpicos

Han dicho algunos “genios” que la bizarra inauguración de los Juegos Olímpicos (con travestis, transexuales y una mujer obesa como su estandarte) no parodiaba a La Última Cena de Leonardo Da Vinci, sino que representaba una versión de la obra "Le festín dex dieux” del pintor neerlandés Jan Van Biljert. Sin embargo, no han caído en la cuenta que la pintura de Van Biljert fue, en su tiempo, considerada blasfema, precisamente por incorporar elementos propios del catolicismo y alusiones directas a Jesucristo, tales como la aureola en Apolo (la corona solar) y la figura de Baco, el dios romano del vino, haciendo la eucaristía. En estricto rigor, lo que se está queriendo decir es que “no es una alusión a la Última Cena: es una alusión a una alusión pagana de la Última Cena”. O sea, quien vio una sátira cristiana en la inauguración olímpica está viendo lo que los agentes y emisarios del progresismo woke no quieren que veas, porque les jode su relato y su sesgada perspectiva de la religión, del deporte olímpico, del arte y de la cultura occidental en general.

domingo, 28 de julio de 2024

Conjunto de poemas adolescentes, escritos hace ya veinte años, que son parte de un poemario inédito llamado "Coladura". La portada es un dibujo de mi autoría. Uno de los tantos trabajos inéditos que tal vez nunca vean la luz (Puede que haya textos destinados a permanecer así).
Muchos escritores eliminan gran parte de sus manuscritos tempranos por considerarlos indignos. Yo, en cambio, los guardo y los dejo a la sombra, porque puede que, con el tiempo, se les dé otra vuelta; que con una nueva lectura cobren otro sentido; que pasen a ser la materia oscura para futuros trabajos; o porque, sencillamente, conforman la evidencia de un proceso y una etapa del oficio:

COLADURA

Necesidad de desecharte

Ahora siento necesidad de desecharte.
Mi tesoro
mi recompensa
mi voluntad
mi adicción.
Mi única compañía de infancia.
Desechado, mi tesoro
desechada, mi recompensa
desechada, mi voluntad
desechada, mi adicción.
Ahora siento necesidad de desecharte
mi cadena, mi llave
mi cadena, mi llave.
(Mi única compañía de infancia).


Poluciones nocturnas

Las luces se fueron,
aprovecho para dar un vistazo por el orificio
antes que el sensor me descubra.
Me muevo sigilosamente como una bacteria
para llegar al otro lado, pero tu figura
es tan voluble que acabaría toda la noche…
Abriendo y cerrando.


Canción en off

He adquirido suficiente dinero
para mi gasolina,
pero...
El mundo es pobre, el mundo es pobre
Enfréntalo, ódialo
¿Has sentido alguna seña de realidad?
¿Allí afuera?
Tu mundo es pobre, mi mundo es pobre
son expectativas, expectativas
enfréntalas, ódialas...
¿Amarías alguna vez a alguien por dinero?
La Tierra es pobre y barata
así que...
¿Pagarías el precio de estar en ella?
Todo mi mundo interno fragmentado
Por un pedazo de mísera compañía
¿Has sentido alguna seña de realidad?
¿Allí afuera?
Mi familia está rota
desde que negocie con el mundo
para restablecer mi vida,
mi mentira.
He adquirido suficiente dinero
para mi gasolina
pero…
¿Has sentido alguna seña de realidad?
¿Allí afuera?
¿Allí afuera?


Hombre nodriza

Por muchos años he estado viviendo
bajo el techo del hombre nodriza,
un poco de alimento ha sido puesto en la habitación.
La juventud ha vuelto a dispersar su propia energía,
ellos vienen con el fuego sagrado,
ellos vienen con la sabiduría
para desmembrar la mala raíz.
Sermones políticos compensan mi vida social en la escuela. 
Forjando mi pobre autocrítica no veré aquella sombra. 
Me instalo debajo de las ropas de mi madre, quizás extraiga dignidad
cortando la familia por la mitad.
Cuando mojo mi cabeza, siento la verdadera decepción.
Intento reconocerte a través de aquellas voces,
todos ellos tienen algo de mí,
ellos negocian dentro de mí,
ellos tienen amigos leales,
ellos poseen problemas ajenos,
ellos profesan el idealismo.
La carretera ya ha sido vendida antes,
Suecia tiene algo que yo no tengo,
no puedo verte manejando aquella mierda.
Estoy tan feliz porque tengo un amigo ahora,
encontrando mi vida en manos del viejo Jesús,
firmando contratos y haciendo dinero. 
Cortando la familia por la mitad.
Brillo polarizado de mañana, consumido en hielo,
he reconocido a muchos insectos como yo,
saliendo del envase, dejando desperdicio.
Ellos quieren revelarme tu rostro cristiano,
ellos quieren levantar sus cruces
e inmortalizar la situación.
Enterrando la señal, enterrando su abono,
la herejía está completa.
Pero muy pronto aprenderé aceptar
a cierto tipo de personas,
aprenderé a cultivar mi propio temor
para poder aprender a vivir.
Mi vacía existencia es para tí edificante,
estoy por siempre adherido a tí,
y es por eso que te llevo conmigo…
Cortando la familia por la mitad.


Afeitar

Corriente adentro en los tejidos.
No encuentro ventilación,
córtalo en porciones.
Luz de hogar, sentirse mínimo,
Opinión, panoramas,
No hay miedo…
Estoy mejor al medio.
Espuma en metal,
¿Hay otra opción o salida
para la genética?
¿Hay otro sentimiento en ese órgano?
Limpiar la mancha
¿Oxidada y voluble?
Corriente adentro, después de ejecutar.
Todo como arte marcial,
al núcleo del organismo.
Espuma y metal,
empobrece tu arte
¿Qué fluido de arte?
Córtalo en porciones.
Es la anemia,
No hay miedo…
Estoy mejor al medio.


Migraña de medianoche

Esta noche me desvelé
mirando tu vida en un video,
para asegurarme de que no tengas nada que ocultar,
al menos que sea sobre mí,
significa que no soy tan humano
como yo creía.


Chichón craneal

Por la mañana, ella prepara comida para congelar.
Me levanto un poco para asomarme
y ver las grietas en la pared,
a veces me recuerdan una cara conocida.
Visitantes tocan a la puerta,
parecen ser de la familia.
Ellos ya me conocen sin haberme dado cuenta.
Ellos vienen desde lejos,
ellos vienen como el tiempo,
para saber cuánto ha madurado, mi herida.
Entonces digo, he crecido con chichón craneal.
Por la tarde, acordé conocer a la chica
con la que dejaría mi confianza, no existe.
Vuelvo a casa para recordar la fecha, está en mi cabeza,
pero aún tengo tiempo para moldear prejuicios,
masturbar y hacer amigos fáciles.
Succionando las lagunas mentales,
he restaurado todo tipo de mentiras.
Vuelvo a mi cama con la esperanza de encontrar
a la persona que me revele
la muerte de mi hermano.
Entonces digo, (estoy bien) mi vida es un chichón craneal.


El llamado

Deposita tu verdad en el banco,
recaudaré mi billete en el horno,
despejaré el horno de mis sombras,
un aval espera por mí hecho carbón.


Súbito coágulo

Vierte mi vida
en una anemia,
volviéndose cada vez más lenta y nula.
La voluntad está hecha para nosotros,
extermina su causa.
Ella desea saber
todo lo que he aprendido,
algo se está moviendo fastidiosamente súbito.
La voluntad está hecha para nosotros,
extermina su causa.
Ella posee el mundo en sus manos,
el útero en su interior.
No puedo esconder la cara,
no puedo esconder la causa.
No puedo,
no quiero,
¡mi hermana!


Privación del terapeuta

¿Qué le están haciendo a mi boca?
¿Qué le están haciendo a mis oídos?
¿Qué le están haciendo a mi olfato?
¿Qué le están haciendo a mis manos?
¿Qué le están haciendo a mis ojos?
¿Qué le están haciendo a mi aparato?
¿Qué le están haciendo a mi memoria?
Piensa.


Atisbo

Acromático
Despertar
Concentrar
Un bloqueo
Mutuo,
Vital…
¿Dónde?
Nada se puede hacer
Con una sombra,
Despertando,
concentrando,
Tu interés…
¿Cómo?
Siempre son dos,
Siempre son dos,
Siempre dos
¡Solo dos!
Irreal,
Ideal,
Pseudo,
Cromático
Despertar…


Sarcopticidio

En un tiempo sin orden ni rangos
se oyen opiniones y se masacran fetos
cada quien cultiva su propio mundo
no hay vínculo real, no hay realidad
cada quien parasita del otro, sin culpa
se riegan empleos, se empañan ojos
estamos inquietos, somos todo problema.
En un tiempo sin rango ni orden
no hay personas, tampoco líderes
nadie es el Papa, nadie es Jesús
hay un fraude en el alma,
porque no hay realidad posible
y cada quien hace de sí un parásito.
Oye chica ¿Puedes ayudarme?
Estoy demasiado ocupado
tratando de moverme
y buscando hacer alguna cosa
nadie es el Che Guevara, nadie es Jesús
por lo que nada se puede hacer
más que la imprecación contra el espejo
y la palabra carente de carne.
Se escuchan proclamas, se registran rostros
se coleccionan miembros
mantenidos en alcohol
a todas luces, no hay visión, no hay señal
solo un enorme tumor
carcomiéndonos por dentro
un abismo ineluctable, lleno de apetito.


Imbibición

Rencor en calificar -No sería divertido
Parto de hijos -No tendría sentido
Rapa tu cabeza -No sería divertido
Sol, mal humor -No tendría sentido
Ver, no creer -No sería divertido.
Ella dijo, despierta
Él dijo, despierta
Ellos dijeron, ¡despierta!
No tengo nada que entregarte.
Error de maestro -No tendría sentido
No odio, no amor -No sería divertido
Vende víveres -No tendría sentido
Parto de hijos -No sería divertido
Oro y sombras -No tendría sentido.
Ella dijo, despierta
Él dijo, despierta
Ellos dijeron, ¡despierta!
No tengo nada que entregarte.


Bi-polarizador

Está tan frío y calmo adentro
ya no necesito ocupar este rincón.
Solo quiero pisar en el otro
para encontrar algo de presión.
El amor se ha revuelto y convertido en miedo
para hacerlo más lamentable.
Ella está un poco desinteresada,
ingenua como sus facciones
y aún separada de sí misma.
He vuelto a abrir la cerradura.
He recuperado algo de distancia,
al diablo conmigo, solo tendría que mirarme
y deducir aquella forma, de alguna forma.
La visión se refleja en donde quieras,
solo cambia el punto de vista.
He vuelto a abrir la cerradura,
la luz me debilita.

sábado, 27 de julio de 2024

Apague la tele”: ¿una exhortación elitista? (A propósito del miedo al delito), por Sergio Sánchez Rodríguez

Sr. Director:

En lo tocante a la delincuencia, los sociólogos vienen manteniendo una polémica -soterrada o abierta- con los medios de comunicación masivos, especialmente con la televisión. Eso, durante mucho tiempo y de modo infatigable. ¿Cuál es la tesis? Es sencilla y se pretende esencialmente desmitificadora: que existe una “agenda mediática” centrada en el delito callejero, funcional a los más diversos intereses (invariablemente espurios); que azuza el miedo en el público, lo que equivale a decir que ese miedo es artificial, social y mediáticamente construido, puramente ilusorio, irredimiblemente ideológico; por si lo anterior no bastase, quienes caen bajo el hechizo del temor se vuelven “insolidarios”, desconfían -inexplicablemente- de los migrantes, de sus vecinos, de sus conciudadanos (la confianza “en el otro” parece ser, en este contexto, una palmaria demostración de virtudes cívicas: habla muy bien de usted que sea un “optimista callejero” y que se atreva a desafiar los miedos que la agenda mediática instila maquiavélicamente con sus noticiarios atiborrados de delitos; y si los desafía de noche, tanto mejor). O sea, el miedo lo vuelve a usted mismo un antisocial, cada vez más encerrado en su desconfianza y su egoísmo, proclive a votar por las iniciativas más reaccionarias o autoritarias, a idolatrar a la policía, a renegar de la democracia, etcétera. Esta es, a grandes rasgos, la tesis que numerosos sociólogos enarbolan cuando se discute la cuestión del delito y la sensación de inseguridad en el público.

En general, esta es la perspectiva de los expertos, la que se contrapone a aquello que especialmente los franceses han llamado la opinión (la perspectiva de los que no son expertos, de los depositarios de la ignorancia y los saberes populares). Todo lo que sale de esta última es sistemáticamente descalificado. Algunos ejemplos: ¿Sensación de inseguridad? Respuesta del sociólogo experto: “Aparte de ser un constructo artificial, ese miedo, en última instancia, no se explica por el delito, sino por una incorrecta identificación de la causa real: el desempleo, el malestar subjetivo por las políticas neoliberales, el vértigo de la modernidad tardía (citando a Jock Young): ¡la sociedad del riesgo!”. ¿Se organizan los vecinos, vía whatsapp, para estar alertas y ayudarse mutuamente en casos de asaltos? Respuesta: “Mmm, no. Todo eso refuerza estereotipos clasistas, aumenta la guetización de la ciudad, convierte a los civiles en pseudo-policías fisgones y prejuiciosos: ¡vecinocracia!”.

No me estoy inventando respuestas. Están en la literatura criminológica sudamericana actual. Cuando van más allá de los muros de la academia, tales respuestas se traducen en una fórmula efectista: “Apague la tele”. Es decir, olvídese de problemas imaginarios. Afuera no está pasando nada de lo que le cuentan. Suena bien, hasta liberador, pero ¿es realmente así? Sucede que, en un determinado barrio cualquiera, la tele está apagada y ahora se escuchan más claramente los balazos y los fuegos artificiales narcos. Es decir, parece que sí está ocurriendo algo, más allá de percepciones y sensaciones inducidas por los medios. En el ejemplo, apagar la tele no está sirviendo para disipar el miedo; quizás, encendiéndola, lo neutralicemos por un rato.

Y, allá afuera, no sólo está ocurriendo algo, sino también mutando. Los guarismos se mueven con rapidez en las calles y no en sentido descendente. Las tasas de homicidios dolosos, en los últimos meses, son incomparables con las de hace una década. La agresividad, poder de fuego, de coordinación y hasta el exhibicionismo de las bandas criminales, también. Pretender que el miedo ante el delito es, en nuestras ciudades, el mero producto de la agenda mediática, de noticieros y matinales, revela un abierto desdén por las interpretaciones legítimas y empíricas de las personas que viven en “barrios conflictivos” y que, además, deben sufrir la irrupción constante de toda suerte de incivilidades contra las que no hay “Apague la tele” que valga.

Las élites intelectuales suelen hacer apologías de “lo popular”, salvo que se trate de “percepciones sobre la delincuencia” y violencias callejeras: en este caso las constataciones cotidianas de los directamente afectados por la depauperación de sus barrios y por el deterioro de sus rutinas, son asignadas rápidamente al ámbito de las “creencias”, o sea, al de la ideología y la conciencia falsa. Y es extraño, porque hasta las personas más simples son capaces de entender que una cosa es exagerar una circunstancia y otra muy distinta es crearla. Pero estas distinciones elementales suelen perderse en el fragor de la descalificación de aquello que se ha establecido como una simple creencia, es decir, como opuesta al saber de los expertos. Y mucho me temo que tampoco se percibe el momento preciso en que el “Apague la tele” deja de ser sólo un eslogan elitista, para convertirse derechamente en un agravio. Por lo mismo, no sorprende que la enorme distancia entre expertos y opinión se vaya ensanchando en la misma medida en que el discurso de los especialistas es crecientemente percibido como desfasado, elitista, anacrónico y, sea anatema, ideológico. Es el momento de empezar a preocuparse, pues la cultura del “Apague la tele” no está mostrando para los ciudadanos ninguna ventaja comparativa ante la respuesta contraria, esto es, la de hacer de la represión pura y dura no sólo una respuesta viable, sino mucho más inteligible para la mayor parte de la población. Una dosis de realidad siempre es de agradecer.

Sergio Sánchez Rodríguez, académico de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales, UNAB Sede Viña del Mar.

"Todas las palabras son mántricas, musicales, mágicas y etimológicas. Anagógicamente, todas las palabras son una y la misma palabra. La concepción de que cada palabra tiene un poder y una resonancia profunda es compartida por muchas tradiciones espirituales y filosóficas.
La idea de que anagógicamente todas las palabras son una y la misma palabra recuerda a la noción de la "Palabra Única" o "Logos" que se encuentra en la filosofía de Platón y en la mística cristiana. Esta idea sugiere que hay una realidad subyacente que conecta todas las cosas y a la que se puede acceder a través del lenguaje.
La referencia al "Libro Mundial" de Ibn Arabi es especialmente interesante, ya que este concepto sugiere que hay un libro universal que contiene toda la sabiduría y conocimiento del mundo, y que cada palabra es una clave para acceder a ese conocimiento." Mario César Ingénito.

viernes, 26 de julio de 2024

Para volver a escribir, tuve que recoger mis pedazos. Para recuperar la dirección, tuve que llevarme al límite de lo posible. Desde ese entonces, he muerto y he vuelto a morir. Se han devorado cada porción de mi antigua vida. Ahora regreso, diseminado en la tinta, conspirando en las zonas aledañas.
"Metáfora es llevar más allá y el mito es silencio, lo infinito. Detrás de toda metáfora hay un mito y, a veces, con suerte, nos enteramos de cuál es el mito que está detrás de una metáfora." Mario César Ingénito.

jueves, 25 de julio de 2024

Salman Rushdie: "No debes pensar en las consecuencias. Si tienes algo que escribir lo escribes."

"Si tienes el menor miedo en la cabeza, el temor a que algo vaya a resultar problemático, no eres libre. Entonces estás pensando en el miedo. La presuposición de libertad es una parte necesaria de la libertad. Tienes que ser libre. No debes pensar en las consecuencias. Si tienes algo que escribir, lo escribes. Cuando escribí Los versos satánicos nunca pensé que eso podría preocuparme. Pensé que aquello de lo que escribía formaba parte de mi herencia cultural. Y por supuesto que podía escribir y usarlo. Eso es la literatura: escribes de lo que tienes que escribir de la manera en que lo haces." Salman Rushdie.

miércoles, 24 de julio de 2024

Me precio de escribir reseñas para gente que considero digna de estima, de admiración, para gente íntima o sencillamente como un gesto de camaradería. No he probado a escribir por encargo, casi todo lo que escribo simplemente me nace. Hay quienes pueden dar fe de ello, aunque ya no estén dentro de mi círculo. Escribir sobre la obra de otros resulta estimulante para la obra propia.

La lectura sagrada de la posibilidad en la opacidad del devenir. Reseña analítica de “Herrumbre o del nacer” (2024) de Vladimir Boroa.

Sin duda, estamos en una “época de hierro”, tal cual lo predijo la mitología hindú. Kali Yuga se llama. Y el hierro que se oxida se vuelve herrumbre. La herrumbre remite al óxido, a la corrosión del metal, y, por extensión metafórica, a la corrosión de cualquier material o sustancia.

En un sentido simbólico, la herrumbre, sustantivo, representa la inmundicia, la decadencia, la inmoralidad, la violencia, y también puede adquirir la cualidad de la acción, manifiesta en el verbo. Así, lo que se “herrumbra” pierde forma. Herrumbrarse implica dejarse caer, decaer o, en el plano vital, “estar enfermo”.

Jesucristo hizo énfasis en la “insensatez de los tesoros terrenales que se herrumbran”. Está escrito en Mateo 6. La herrumbre, el herrumbrarse, significa perderse en la materia, caer en el pecado, revolcarse en el fango del bajo astral. Aquella “edad de hierro”, la edad de la herrumbre, entonces, envuelve un bajo nivel de consciencia humana, un desmoronamiento del mundo en su integridad originaria, en sus valores y principios.

La herrumbre colectiva, en nuestros tiempos convulsos, invoca la caída de los imperios (basta pensar en el bloque atlantista y su lucha por la hegemonía) y propicia una crisis espiritual propia de una era de oscuridad, en su aspecto más trascendente.

“Herrumbre o del nacer” (2024), el nuevo poemario de Vladimir Boroa, nos habla de esta herrumbre vital del hombre, en una era disolvente y desintegrada, descreída de los planos elevados, reduciéndolos a meras abstracciones y entelequias, absorta en materialismos sin sustancia, empujados por la maquinaria de un sistema cada vez tecnocrático y deshumanizante.

La gracia de “Herrumbe o del nacer” es que no pretende una diatriba política contra estos asuntos, solo evoca la dimensión existencial que rodea al hablante lírico en su expresión de una vida y de una historia -la suya y la de la humanidad toda- a punto de herrumbrarse, tal vez como un designio fatal o como un ciclo iniciático antes de pasar a otro nivel superior.

El libro se divide en cuatro partes y en cada una sintoniza con una dimensión de la herrumbre. Se aprecia una travesía interior del hablante lírico en ese herrumbrarse. En la primera parte, nos habla sobre la herencia, el legado literario de su madre, representado por el “silencio del verso ante la muerte”. La muerte como un poema no leído, inútil como un libro nunca abierto. La entropía se hace presente como gesto de herrumbre del sistema y de todo sistema:

“¿Cómo poder medir el azar de la herrumbre que seremos mañana, cuando al fin esta lumbre, esta consciencia humana se enfrente a su final?”.

La privación, la hora del final, la vejez, el ocaso y la melancolía se hacen patentes para poetizar sobre el proceso natural de la vida y la muerte, experimentada con sumo pathos respecto a nuestra propia infinitud y respecto a la limitación de nuestros sueños, deseos y expectativas:

“He muerto, he muerto innumerables veces en esta vida, y he acaso muchas más diseminado, como si fuesen huellas, mis fragmentos”.

Frente al ocaso, frente a la noche del olvido, tal vez lo único que sobreviva sean esos fragmentos, fragmentos del ser que somos, fragmentos de la vida que pudimos ser y que no alcanzamos, porque el tiempo, cruel monarca, nos lo impidió, arrojándonos al azar del destino.

En la segunda parte, hay referencias legendarias. Está Sancho de Don Quijote y Raskolnikov de Dostoievski, dos personajes de distintas narrativas y de distintas épocas y contextos, pero unidos en el dolor y el sufrimiento humano, materia universal de toda literatura. De este modo, se vuelve ineludible el sentimiento de angustia del hablante lírico expresado en el miedo y la sensación de la vejez, “la angustia de haber nacido sin alma”. La sed simboliza el ansia: “Pensar en mí es pensar en una herida/mi corazón es un espejismo”.

Hay también un imaginario devoto en la posibilidad de que seamos criaturas de Dios, y a cuyo Dios nos podemos encomendar para ser barridos por su influjo, cual Golem reclamando a su creador. Ese mismo sentir se expresa en El suicida: “Hoy se irá todo contigo. Las cosas de este mundo, las palabras que un día pronunciaste con ternura a una mujer que ya no te recuerda”.

Esa voluntad de derrumbe y de colapso se expresa en La orden de Sardanápalo, último rey de Asiria, que quiere arrasar con todo y no dejar “ningún vestigio de riqueza”, y en los propios Perros de Acteón, cuando el hablante versa: “La maldición del hombre es todo lo inefable, la belleza jamás revela un rostro sin antes sustraernos del lenguaje”.

Al momento de cumplir la obra del derrumbe, se está ante la poesía como ante el desastre, y lo sublime, y lo bello, nos hace enmudecer, dejándonos sin palabras para expresar nada. Lo absoluto equivale al silencio. Lo que puede ser expresado se diluye por completo.

En la tercera parte, se aborda el tema del amor, pero visto desde el tópico del amor causa belli est, es decir, el amor es la causa de la guerra. A diferencia del discurso biempensante y políticamente correcto, el amor es un campo de batalla. Sin lugar a dudas.

Cuando el hablante lírico afirma que su amada le dijo “tú no sabes amar”, se siente un abandono, se palpa una impotencia, una reafirmación del vacío y la disolución del sujeto en la nada. No saber amar equivale, para el hablante, a perderse, constatar “lo que no fue en el mundo”, el no relato, el pasado remoto, con todas sus destrucciones, ruinas y escombros históricos.

El amor se vuelve ese “anhelo inútil”, eso que se desintegra con el lazo de los amados y con el mundo que los circunda, ese recuerdo que persiste contra todo pronóstico, a pesar de la debacle. De ese modo, el amor se vive, o más bien, se sueña y vive en ese sueño, en esa ilusión, se regodea en eso que tal vez no existe, pero persiste.

Se habla de regresar para olvidar, volver para no volver, “no volver donde se fue feliz”… otro sueño, ahora perdido y olvidado. Es así que el hablante prefiere “seguir vivo y contemplarla, onírica y fugaz, como una sombra, a perderla en el sueño de la muerte”. El amor se convierte en esa sombra que rebasa el umbral de la vida y de la muerte y persevera en su ilusión maestra, en su fantasía del origen y en su unión de los cuerpos y de las almas, más allá de las apariencias:

“¿Amor es la palabra que he perdido? Mi mundo se derrumba, mi mundo se edifica”. Todo y nada. Oxímoron absoluto. Paradoja sublime. Sinergia redentora.

En la cuarta y última parte, el hablante vuelve sobre el tópico del amor desde el desengaño: “Si todos los excesos nos destruyen, a esta ley el amor no será ajeno”. Sería así el amor “oscuro como un verso olvidado”, como le hubiera dicho Diotima, sacerdotisa del amor platónico, a un joven Sócrates.

En esta travesía final, en este paraje tan sombrío como luminoso, el hablante expresa la negación del tiempo y, a su vez, la negación de la eternidad e invoca, en cambio, la dicha de la brevedad, la aceptación de la mortalidad para luego sentirse afortunado. A fin de cuentas, lo humano radica en eso, en aceptarse mortal y luego sonreírle a la vida, con la consciencia de la muerte.

El hablante pareciera que se encarna en distintos personajes de la historia occidental y de la cultura judeocristiana para recrear escenarios de “herrumbre” y de lucidez funeraria. Así, aparece Belisario, el general bizantino; un recuerdo del Génesis, recuerdo del pecado cometido y del paraíso perdido en la caída; aparece también Judas y su traición, que, en el fondo, fue su mayor obra: un panegírico a la fugacidad de la amistad; y una advertencia sobre la vida misma, “aquella lágrima que ya sabe sus prefacios”.

El destino siempre estuvo ahí. La tragedia está viva. El hombre siempre se somete a un designio que le excede. Todo su heroísmo radica en conocer esa verdad y aceptarla con entereza, confiando en su evolución interior. Llega así entregado a su viaje y es tentado a la renuncia del amor, al olvido del mundo y de su patria -Calipso-; luego, la realidad se le aparece cual bestia que abre los ojos “y se arrastró hacia el cielo desde el barro para así dar consciencia al universo”.

El milagro es parte de la vida y del viaje interior. Así como del polvo emergieron los sistemas, volverán también al polvo, y dependerá del propio hombre hacer de su propia piedra la alquimia, “el oro de la mente”.

Ante la existencia de una Muerte igualadora, tópico antiquísimo de nuestra tradición grecolatina, aparece el destino ineludible: “De duro hierro se construyó el destino”, un destino impenetrable como el misterio de los misterios. Al hombre le tocará enfrentarlo y luchar para saber la verdad, porque el saber es siempre una lucha que se libra contra el mismo destino.

En este punto, se alza la tragedia cual expresión del conocimiento, el conocimiento de todos los aspectos de la existencia: “No podría negar que en un fracaso aprendí más sobre la realidad”. El hablante lírico se equipara al filósofo socrático o al trágico edípico, hamletiano. Bebe de esa cicuta sin miedo para armar su imaginario poético.

Al fin, el hablante constata la aparente insignificancia de las cosas de este mundo y de esta vida y “piensa en esa semilla que fuimos e ignoramos”. Un día se despierta, y al otro se vuelve al sueño. En la semilla hay una promesa y una ilusión. Cita al poeta Horacio: “Non omnis moriar”. No moriré del todo. Lo que queda, después del caos, tras la herrumbre infinita, es el resabio del ser.

Llámalo inmortalidad del alma, memoria o historia, pero algo queda. En ese algo reside la lectura sagrada de la posibilidad. Vladimir Boroa, en su Herrumbre, nos invita a nacer, no sin antes vivir la opacidad del devenir. Se muere como se nace: mudos, desnudos ante lo inefable y lo incognoscible.

Deseo que todo amigo encuentre su Roro, y que todo enemigo, su Amber Heard.

martes, 23 de julio de 2024

En cuanto a materia del corazón se trata, hago carne en mí las palabras de Kafka y Bolaño:
"Todo lo que amas probablemente se perderá, pero al final, el amor volverá de otra manera." Kafka.
"El amor nunca trae nada bueno. El amor siempre trae algo mejor." Bolaño, Amuleto.

Claudio Giaconi, el consagrado atípico, el escritor invisible

A propósito de candidatos a Premios Nacionales de Literatura, dejo con ustedes a un grande de las letras chilenas, el ícono perdido de la Generación del 50: Claudio Giaconi, el autor de "La difícil juventud", "el escritor invisible" a decir de Gonzalo Contreras, el escritor para quien la literatura era "un error persistente", cuya necesidad neurótica fue realizada a pesar de él mismo. Dejo algunas poemas de su poemario fundamental: "El derrumbe de Occidente: poemas y contrapoemas" de 1985, título decidor que Giaconi escribió en Nueva York y que se dice, incluso, anticipó las claves del ataque del 11 de septiembre. Un consagrado atípico, una magnífica rara avis de nuestras letras.

Reflexión sobre Claudio Giaconi, del 2014:

"A Claudio Giaconi, el "escritor invisible", le sucedió lo mismo que a Carlos Pezoa Véliz: fueron pioneros desatendidos, siempre lejos del canon y el ruido mediático, bautizados por la enfermedad de la escritura. A estas alturas, la novela "La difícil juventud" se ha vuelto un viaje de iniciación al territorio de lo salvaje, al gesto parricida de su generación. En ese sentido, es "padre" de Bolaño. Giaconi vendría a ser otro más de los coronadores de la desesperación, de la vida que se desmarca de la tinta y de la expectativa. Amigo de lo fugaz, llevó adelante, más que un camino de fuga, para los jóvenes y estudiantes, una vía abstracta de vitalidad, para escribir y vivir como si se "lanzaran flechas al vacío". Quizá sea esa una oscura y simbólica definición de literatura: lanzar flechas al vacío."

EXILIO

En mi simbólico adiós a esta ciudad
me emborraché con tres margaritas
y fue la cuarta la fatal
a cuenta del mesonero ebrio
la que me hizo mirar atrás.
Hallé una antesala de años dilapidados
una recámara de cámaras en desuso
una despensa de máscaras en reciclaje
un cementerio para días no vividos
sonámbulos en una maratón de catacumbas
ufanos en ser los primeros en llegar.
Es hora de volver; pero de volver adónde?

CENA CON KISSINGER

Ceno con el Dr. Kissinger.
Los vinos húngaros son excelentes, le digo
Sangre de Toro, por ejemplo
pero no me atrevo a hablarle de Neruda.
El Dr. Kissinger es un hombre amable
Méngele es un hombre amable.
Es un hombre amante de la buena mesa
cliente de La Cocina de Lorenzo y María.
No tengo cabeza, dicen, y por eso salgo
decapitado en la foto polaroid.
Al lado, el Dr. Kissinger se lleva
a la boca un espárrago a la vinagreta
Lorenzo y María no caben de orgullo.
Me pregunto por mí mismo y me dicen
que estoy al lado.
Hago muñecos pero no sé armarlos.
Una bella mujer llora desconsolada.
Dice que quiere al marido que le arrebataron.
Nos muestra una foto en que aparece decapitada.
Comprendemos que somos hermanos del alma.
El Dr. Kissinger no es más que un sueño.
Él y Mengele se evaporan por la Tercera Avenida
tomados del brazo.

ORADOR CALLEJERO

Ensalzan la libertad para suprimir la libertad
Proponen la paz para liquidar la paz
Condenan la esclavitud para imponer la esclavitud
Promueven la democracia para sepultar la democracia
Predican la virtud para enlodar la virtud
Siembran el odio para destituir el odio
Imponen la dictadura para prevenir la dictadura
Hacen la guerra para evitar la guerra
Damas y caballeros,
esto es el mundo en que estamos viviendo.
Sin menoscabo a la inteligencia de la ilustrada concurrencia
si hay alguien que lo entienda
que por favor pare el dedo.

1984

El desconcierto del concierto
es el concierto del desconcierto.
La desilusión del amor
es ilusión del desamor?
El acierto del desacierto
es el desacierto del acierto.
Es la ilusión de la desmesura
la desilusión de la mesura?
El deshielo del hielo
es el hielo del deshielo.
La desilusión del velo
es la ilusión del desvelo?
El amparo del desamparo
es el desamparo del amparo.
Es la ilusión del desorden
la desilusión del orden?
El crédito del descrédito
es el descrédito del crédito.
La desilusión de la vergüenza
es la ilusión de la desvergüenza?
El nivel del desnivel
es el desnivel del nivel.
Es la ilusión de la desilusión
la desilusión de la ilusión?
El desenlace del enlace
es el enlace del desenlace.

DIOS

Está bueno que ya se las arreglen solitos
y se dejen de invocar Mi Nombre en vano.
Hasta cuándo Me joroban con sus leseras!
Tengo cosas más importantes que hacer.
Basta de andar bendiciendo en Mi Nombre
buques nucleares y otras sandeces!
Yo no tengo velas en este entierro.
Se meten en líos
y después se acuerdan de Mí.
Pues bien, se acabó!
Basta de sacramentos y a las andadas de nuevo.
Arréglenselas solitos de ahora en adelante:
Está bueno que Me dejen tranquilo de una vez!
A Mí no Me metan en el baile.
Olvídense que existo.
No vengan más a verMe.
Rásquense con sus propias uñas.
DéjenMe solo por Caridad!
Idolátrense entre ustedes mismos
revueltos todos en la misma chimuchina
y cuídenla chiquillos locos por Dios!
Y ahora no Me metan bulla.
Que quiero dormir en Paz
por el resto de la Eternidad.

EPÍLOGO

Ustedes, los que entran
abandonen toda esperanza.
Al fin, la paz del sepulcro
también ha desaparecido!
No hay necesidad de pena
para llorar a los muertos.
Basta la bomba lacrimógena
para la lágrima del deudo
al ir a enterrar sus muertos.


lunes, 22 de julio de 2024

Apuntes sobre las nuevas hipótesis de la ciencia posmoderna

I

“No habrá estrellas en el cielo, se alejarán tanto que el cosmos será un lugar oscuro y frío”, dijo el astrofísico Enrico Ramírez. ‘Para entender nuestro lugar en el universo debemos comprender los agujeros negros’, afirmó George Wong, otro astrofísico. El primero habló sobre el final del universo. El segundo, sobre nuestro lugar en él. Ambos vieron en la oscuridad un elemento preponderante. De hecho, el elemento crucial. Hay en la realidad del todo una noche absoluta.

II

"Mis estudios apuntan a una posibilidad extraña e interesante de que no vivamos en una realidad objetiva y que el universo entero podría ser sólo una simulación de realidad virtual súper avanzada", afirmó el físico Melvin Vopson. “Dado que nuestro Universo tiene una geometría plana con una energía neta cero, una civilización avanzada podría haber desarrollado una tecnología que creó un universo bebé de la nada a través de un túnel cuántico”, explicó el físico teórico Abraham Loeb.

Cada vez más científicos plantean la posibilidad de que todo sea un simulacro y que, de hecho, sea una creación artificial, por lo cual las ideas platónicas y cartesianas cobran una fuerza inusitada. La idea del demiurgo creador de Platón, en Timeo; la del genio maligno de Descartes; e incluso, la del Arquitecto del Universo planteada por los masones, vuelven a ser levantadas desde el mundo enterrado del esoterismo para convertirse en las nuevas hipótesis de la ciencia posmoderna. Allí donde la lógica positiva no puede entrar, se escarba en la dimensión de lo desconocido y en el territorio de lo increado.

domingo, 21 de julio de 2024

Premio Nacional de Literatura 2024. Le voy a Tomás Harris. Su Historia personal del miedo me pareció fenomenal. 

Nuestro Universo podría ser el proyecto de química de alguien

"Otra teoría más es que nuestro Universo es una consecuencia de la interpretación de la teoría de cuerdas del multiverso, donde coexisten universos infinitos, y cada posibilidad se desarrolla un número infinito de veces. Según Loeb, esto podría tomar la forma de nuestro Universo creado en un laboratorio por una civilización avanzada. “Dado que nuestro Universo tiene una geometría plana con una energía neta cero, una civilización avanzada podría haber desarrollado una tecnología que creó un universo bebé de la nada a través de un túnel cuántico”.

‘MANIAC’, de Benjamín Labatut: "cuando la ciencia abre las puertas del infierno". Charles Barbour

"Hace poco más de 100 años, el sociólogo alemán Max Weber advirtió que el avance de la ciencia provocaría el “desencanto” del mundo.
Se refería a un mundo sin misterio, sin lo desconocido ni lo trascendente y, por tanto, sin sentido: un mundo regido por la sombría ley de lo que él denominaba “racionalidad instrumental”, donde todo es un medio para alcanzar un fin y nada es un fin en sí mismo.
Weber temía que la ciencia y la tecnología redujeran la existencia humana al frío cálculo y al sentido práctico utilitario, y destruyeran cualquier actividad que no tuviera efectos inmediatos, mensurables y pragmáticos.
MANIAC, de Benjamin Labatut, es un relato no del todo ficticio de los avances científicos desde que Weber lanzara su advertencia. Y, de un modo extraño e inquietante, muestra lo equivocada que fue su predicción."

viernes, 19 de julio de 2024

En memoria de don Augusto Sarrochi

Ha fallecido don Augusto Sarrochi, reconocido profesor del Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje de la carrera de Castellano en la PUCV. Se le recuerda, sobre todo, cuando fue profesor de los ramos de Literatura Hispanoamericana II y III. Todos le tenían un respeto que imponía, puesto que era uno de los profes más antiguos y más severos.
Las lecciones sobre Metarrelato romántico en la Literatura chilena del siglo XIX, por ejemplo, o, más adelante, sobre el período del boom en los años 60 (tal vez su especialidad, sobre todo por su interés en José Donoso) fueron, sin duda, magistrales, y contribuyeron mucho a ampliar el bagaje de lecturas cruciales para nuestro formación literaria.
Algo que lo caracterizaba demasiado era su metodología de enseñanza. Era bien estricta. Unas veces daba pruebas para la casa que había que completar de forma digital, sobre algunas novelas del programa; y otras veces dictaba pruebas presenciales a la vieja usanza, sobre los libros que estábamos leyendo. En estas últimas instancias se sufría bastante, por lo acotado del tiempo y por la cantidad de novelas sobre las que había que trabajar (y se trataba de aquellas novelas del boom latinoamericano, inmensas).
Pero ninguna de estas evaluaciones era tan intimidante como la que se realizaría a final del semestre: la clásica prueba oral cuyo contenido abarcaba alrededor de más de cien conceptos que había que estudiarse al dedillo, ya que el profe nos mandaría a todos al frente a responder una pregunta sobre cualquiera de esos conceptos, al azar. "Dispara usted, o disparo yo", recuerdo que señalaba un amigo, cada vez que se refería a esa famosa prueba, y la manera en que el profe Sarrochi se dirigía a los compañeros, como queriendo "liquidarlos" en el acto.
La cuestión es que salimos bien librados de aquellas lecciones. Atravesamos el lugar sin límites, desafiamos lo esperpéntico, trascendimos con romanticismo aquellos pasajes plenos de simbolismo y vanguardia, recreando también lo mítico, lo mágico y lo visceral de aquellas numerosas páginas leídas en un lapso de semanas. Don Sarrochi se aseguró de volvernos unos apasionados y, al mismo tiempo, unos disciplinados lectores de literatura latinoamericana contemporánea, como se tenían que leer realmente las novelas de aquellos años: con la intensidad febril del aficionado, pero también con el ojo clínico del crítico. La literatura tenía que sentirse como ese organismo vivo al cual se le ausculta y se le "aguacha".
Parte de ese rigor y de ese cuidado analítico al momento de leer literatura se lo debo a él. Parabienes "en el viaje", profesor Sarrochi.

martes, 16 de julio de 2024

Trump ¿el nuevo Kennedy? Un nuevo giro dramático en el guion de la trama mundial

"Compromise, conformity, assimilation, submission
Ignorance, hypocrisy, brutality, the elite
All of which are American dreams".
Know your enemy, Rage agains the machine

Un nuevo giro dramático en el guion de la trama mundial: Trump fue atacado con un disparo en un mitín en Pensilvania. Se salvó por poco, perdió parte de su oreja. Ante esto, agarró fuerzas, con ayuda de sus custodios, para levantarse y alzar un puño en señal de lucha, momento registrado en una fotografía icónica que ya está haciendo historia. Solo unas cuantas horas después, salieron a la palestra las versiones oficiales que apuntaban a un “lobo solitario” llamado Thomas Crooks como el responsable del ataque, un joven republicano con un arsenal de armas, quien habría donado dinero en el Partido Demócrata y aparecido en un comercial de Black Rock. Vaya casualidad.

Se partieron las aguas, así como se volvió a polarizar la opinión masiva. Por un lado, la izquierda política apuntaba a un presunto “montaje” operado para enarbolar la imagen del candidato, a meses de las elecciones presidenciales. Por otro, la derecha salió a defender a Trump y a considerarlo un héroe y una víctima de una maniobra sucia, a traición. Apuntaron a la violencia del bando opuesto, aunque algunos, más sagaces, apuntaron a otros agentes menos evidentes.

Mucho se ha especulado también respecto a la posible predestinación del hecho, al viralizarse un juego de cartas “Illuminati” creado en 1995 por Steve Jackson. En una de esas cartas, aparece el rostro de un hombre muy parecido al de Trump, con el título “Enough is enough” y una frase que dice: “at any time, at any place, our snipers can drop you. Have a nice day”, que básicamente significa: “en cualquier, en cualquier momento, nuestros tiradores pueden alcanzarte. Buen día”. Por lo bajo, se trata de una extraña coincidencia que podría perfectamente ocultar algo más profundo, velado a la superficie de los hechos.

Todavía el intento de asesinato está a fuego vivo. Digamos, sus repercusiones en el mundo. Crooks fue reducido. Trump se salvó de una muerte segura y, con ello, de una catástrofe política de proporciones titánicas. Su imagen pública se ha disparado por las nubes. Valga la ironía. Ya se hablará suficiente respecto a las responsabilidades implicadas en el tiroteo, y respecto a la naturaleza misma de lo ocurrido: si fue o no parte de un montaje, si fue o no algo conspirativo, cuyos agentes ocultan o son directamente cómplices. Eso ya es materia de investigación policial, con información secreta vetada, quizá para siempre, al común de los mortales, ciudadanos del mundo (a menos que un futuro Julian Assange se infiltre en el sistema y nos difunda, gratis, aquella información prometeica).

Lo que sí se puede afirmar, en base a la sana lógica y capacidad crítica, es que opera, hace ya muchísimo tiempo en Estados Unidos, un auténtico “Estado profundo” con una agenda propia, verdadera maquinaria de poderes fácticos que actúan tras bambalinas del ojo mediático e incluso de los propios poderes del Estado y la Constitución. Es cosa de remitirse al sangriento historial de atentados ocurridos en territorio gringo y que han azotado, una y otra vez, el imaginario hollywoodense y el “american way of life” del norteamericano medio.

Hablemos de las terribles masacres escolares. Del mismísimo atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre del 2001 y, por supuesto, de los magnicidios que se cuentan prácticamente desde los orígenes del “país de la libertad”. Hay que remontarse al siglo XIX y al siglo XX. Ahí tenemos a Andrew Jackson, el séptimo presidente, quien habría zafado de unos disparos. Luego, los presidentes Roosevelt y Truman, también sobrevivientes a ataques similares, al igual que Trump. Menos suerte corrieron el resto de presidentes, sobre todo J.F. Kennedy, asesinado a sangre fría por Lee Harvey Osvald, otro “lobo solitario” reconvertido en “tonto útil”.

Se podría seguir con la extensa documentación en torno a los asaltos políticos en Yanquilandia, y esto solo sirve para demostrar que el “Deep state” norteamericano es real, y no se trata de una sola conspiración. Estados Unidos parece, así, un asesino de sus propios líderes políticos, un Cronos devorador que está dispuesto a fagocitar a sus propios hijos. Hay todo un accionar sistemático de sabotajes, encerronas e intentos de asesinatos que empañan la ilusión democrática del heredero de la anglósfera. El Servicio Secreto pudo haber reducido a Crooks en el momento del disparo y, sin embargo, no lo hizo y esperó el momento de la ejecución para actuar. Se trata de algo demasiado sospechoso.

Asimismo, muchos de los testigos del evento ya habían advertido sobre la presencia de un tirador misterioso a metros de Trump, y casi nadie se dio por aludido, solo cuando ocurrió lo que ya todos sabemos. El Deep state ha operado aquí seguramente (¿junto a la CIA? ¿El Pentágono?) si comprendemos a estos poderes en las sombras como aquellos que orquestan determinados eventos, de manera discreta, maquiavélica, pero impactante. Ya ha ocurrido y seguirá ocurriendo. Se trata de realizar un ritual en vivo, instalar un “shock mediático” con el fin de entregar una señal contundente.

Lo que se puede decir sobre dicha señal está anclado en la contingencia. Se sabe que Trump no es muy amigo del bloque atlantista y globalista que ha estado de parte de la OTAN en la política exterior norteamericana. Un eventual triunfo del “hombre orquesta” (visualizado así por Benjamín Solari Parravicini) significaría un problema para la estrategia geopolítica en Ucrania y, de hecho, para la propia instalación del progresismo en las esferas occidentales.

El propio Alexander Dugin, pensador ruso, lo ha manifestado de esta manera, y ha respaldado a Trump en esta encerrona que tiene mucho de “ritual de sacrificio”. El motivo, sostuvo Dugin, está en el recambio de la arquitectura del poder. Trump presentaría a Estados Unidos como un polo fuerte, como el más fuerte, en consonancia con Rusia, China e India, pero en un escenario “multipolar”, algo distinto a la visión unipolar de los globalistas, representada por el bloque “demócrata” de Obama, Clinton y Biden.

“El mundo multipolar es un sistema de soberanías, mientras que los globalistas quieren el poder planetario exclusivo, que cayó en sus manos durante el colapso del Pacto de Varsovia y el colapso de la URSS, que ahora se les escapa y a la que se aferran con locura. Los globalistas finalmente han pasado a la táctica del terror directo”, declaró Dugin, a propósito del atentado a Trump. A todas luces, la figura de Trump divide las aguas del mundo. Hay gente que no lo quiere vivo. Digámoslo de frente. Poderes a los que no les conviene su carrera política, o gente con sensibilidad de izquierda que rechaza lo que él representa. Los primeros son a quienes hay que apuntar los dardos.

Ahora bien, no se trata de buenos o malos. Se trata de distintos polos y agentes que se disputan el poder desde diversos frentes. Un juego de tronos a nivel planetario. Trump representa, como ya ha analizado Paloma Hernández, solo otra faceta de la elite, si se quiere, una “contra elite” financiera, opuesta a los intereses de la elite globalista dominante, que pretende, más o menos, lo que ya advirtieron Dugin, Cristina Martín Jímenez, Alfredo Jalife, Pedro Baños, y tantos otros analistas geopolíticos: una gobernanza mundial sin un contrapeso real. Por lo pronto, la figura política encarnada por Trump -no su persona, ojo- trasciende en esta coyuntura peligrosa, y simboliza algo mucho más grande que él mismo y que las circunstancias que lo envuelven: la crisis profunda no solo de Estados Unidos, sino que de Occidente entero, una crisis civilizatoria, incluso de carácter espiritual, bajo la cual cabe la posibilidad de levantar un nuevo arquetipo, un arquetipo heroico.

El postulante errático (mini ficción)

"Su obra no cumple con los requisitos de inclusión. Sus antecedentes biográficos no lo acompañan", le dijo el burócrata al postulante. Este se devolvió con el manuscrito, mientras apretaba los dientes. Derrotado, salió del centro que le había negado el espacio, un espacio arrebatado por motivos oscuros, inenarrables, espacio que -iluso- creía poder recuperar. Se sintió atacado en lo más preciado. Golpe bajo, de parte de los idiotas ideológicos. Era inútil. Todo estaba planteado de tal manera que siempre iba a perder. Para alguien en su condición, sin duda. "Todo lo que no encaje con el perfil exigido será expulsado de las redes y los círculos de la cultura, sin apelación. Es la política de los tiempos", le repitió un cercano, que más bien parecía invitarlo a la renuncia. Perplejo, atacado, comprendió que la única manera era renunciar a su antiguo nombre. Entonces, volvió sobre sus pasos, decidido. Como el mundo de los poetas lo había condenado al silencio, convirtiéndolo en un perfil borroso, una figura fantasmática, de aparición odiosa, se armó de huevos y se abocó de manera inexorable al ejercicio invisible de la palabra.

domingo, 14 de julio de 2024

No hay sol nuevo bajo la nada.

Algo huele a podrido en Camelot: sobre el atentado fallido contra Donald Trump (Guillermo Mas Arellano)

Llegan las imágenes desde un mitin en Pensilvania: son unos segundos de filmación que se abren como un abismo ante la mirada; y resultan tan excepcionales que, al menos para una sensibilidad como la mía (hace demasiado tiempo saturada), apenas si significan nada: sólo tedio y también un escalofrío de banalidad. Todo ha cambiado. Otra vez. En Occidente. Ahora. No con debates y elecciones, sino con disparos. Así funciona el siguiente estadio del proceso; y no ocurre en Kiev, ni en Gaza, (aunque ocurre por Israel y por Ucrania), sino en los Estados Unidos de América. Es la Era del Simulacro, amigos; y, ante la incertidumbre y la zozobra, queda constatar que, en efecto, algo huele a podrido en Camelot.

Los hechos, por el momento tan escasos, se cifran en que es de madrugada en España cuando de pronto una notificación ilumina la pantalla de mi teléfono móvil: alguien ha disparado contra el expresidente de los Estados Unidos mientras se encontraba en un acto de campaña, sí: alguien ha disparado en la cara al próximo presidente de los Estados Unidos. En la cara. Hace tan solo unas horas. Y ahora esas imágenes, con varios muertos a sus espaldas, están en la retina de millones de personas, esa masa amorfa de espectadores de la que yo formo parte. Hasta ahí los hechos, repito: aquello que registra la cámara mientras todo sucede como en una película más, una película confusa y no demasiado original. Una película, eso es: real, espeluznante, que se reproduce sin cesar en la pantalla de mi teléfono móvil.

Lobo solitario, ataque de falsa bandera…

Donald Trump, a la hora a la que escribo estas palabras, está fuera de peligro y camino de un espectáculo de lucha libre en Denver. Ha salvado su vida, aunque tiene una herida de más de 8 centímetros en la cara; su muerte, insisto, se ha evitado por cuestión de milímetros y un chaleco antibalas. Millones de norteamericanos no han salido a la calle armados para defender la libertad en su país precisamente por esa misma razón: un movimiento del expresidente en el momento del tiro ha evitado un baño de sangre histórico en el corazón urbano de la primera potencia occidental; y, vale remarcarlo, solamente eso: unos escasos centímetros han evitado aquello que resulta cada vez más inminente en Occidente.

El resto, por supuesto, son especulaciones sobre la autoría del atentado: se lo achacarán a un lobo solitario (otro más, tan inverosímil como sus antecesores), eso por supuesto; pero ¿estarán detrás la CIA, el Pentágono y del Deep State que defiende los intereses geopolíticos de la OTAN?; o, por el contrario, ¿se trata más bien de un atentado de falsa bandera perpetrado, para sorpresa de muchos, por el Deep State, cuyos intereses encarnaría, precisamente, el propio Trump? En eso consisten los tiempos interesantes: todo está a la vista y, al mismo tiempo, todo está oculto. Ojos bien abiertos, ojos bien cerrados, para que solamente entienda bien aquel que ha sido llamado a hacerlo. Aunque las próximas horas delatarán mediáticamente la estrategia a seguir por parte de los verdaderos autores del evento: será su éxito o su cobardía quien nos arrojará la verdad. Porque si algo resulta más allá de toda duda razonable es que, desde el siglo XIX en adelante, los Estados Unidos de América jamás han estado tan cerca de una Guerra Civil como ahora, justo ahora, en la pantalla de mi teléfono.

Así que retrocedamos en el tiempo… Desde que apareció la grabación de Abraham Zapruder en 8 mm que muestra el asesinato de John Fitzgerald Kennedy producido el 22 de noviembre de 1963 fotograma a fotograma, no tenemos duda alguna de que le bala que destrozó su cerebro procedía de delante del coche presidencial; aun así, la versión oficial ha decidido ignorar este hecho durante más de 60 años; da igual todo lo que se quiera contraargumentar para desestimar el falso relato oficialista: es la propia necesidad, casi religiosa, que tiene el buen ciudadano de creerse los cuentos que le cuentan, como forma ignominiosa de servidumbre voluntaria, la que se impone; porque en la realidad extraña importa más la conciencia tranquila del buen ciudadano que la verdad, dado que esa misma verdad desmantelaría una gigantesca ideología de la técnica cuya destrucción supondría, de manera casi inmediata, un auténtico desmoronamiento de una civilización exangüe a la que muy pocos se atreven a mirar a la cara a estas alturas.

¿A quien le podría molestar más que Trump regresase a la Casa Blanca?

En parte, lo que nos escupe la pantalla del móvil no es otra cosa que un cuento acerca de Camelot para que así no tengamos que mirar a la cara a esa verdad tan desagradable que habla de la ideología de la técnica y cuya revelación podría perturbar (y mucho) los sueños inanes del buen ciudadano. Entonces, ¿qué cuento nos van a contar ahora? Ningún Presidente se ha asemejado tanto a JFK como Trump: en cierto sentido, es su imitador más paródico; y, ahora, ha seguido sus pasos casi que hasta la tumba. Las consecuencias del atentado son, pues, bastante inciertas: tan importantes, me atrevería a decir, como lo fue el 11S, si finalmente Trump regresa a la Casa Blanca en noviembre. Y es que, si el Estado Profundo está detrás de esto, puede significar: la OTAN está desesperada por parar el regreso de Trump a la Casa Blanca, se ha arriesgado demasiado en su empeño y, por culpa de su progresiva desesperación, ha fracasado; o, por el contrario (y más probable), el Estado Profundo quiere llevar a Trump de vuelta a la Casa Blanca para que haga lo que el Partido Demócrata jamás podría hacer: reformas, principalmente, un cambio necesario para un Sistema oxidado y en plena descomposición. En cualquiera de los dos casos, Trump sería (y será) el próximo Presidente y, tal vez, también el último. Porque, de lo contrario, estallaría (y estallará) la guerra civil en las calles del país.

Las próximas horas son del todo inciertas. Como lo es ya el propio presente desde el que escribo: más allá de la realidad y la ficción. Acabamos de asistir a un ritual televisado: otro más. Es difícil saber a qué intereses responde dicho ritual, por lo menos en este momento, pero en cualquier caso es evidente que Trump sale reforzado desde un punto de vista social y electoral. Donde Kennedy fue destronado por una bala que le atravesó la frente, Trump camina reforzado hacia su regreso al trono precisamente porque una bala no llegó a acertar de lleno en su rostro. Es tiempo de tormenta en Camelot. Mientras algo huele a podrido en Norteamérica. El puño en alto del expresidente confirma la vía libre para su victoria. Esa fotografía valiente y cinematográfica, que ahora se reproduce por todas partes, ya forma parte de la Historia, del imaginario y del mito; y, nosotros, estamos atrapados ahí, en el mismo vértigo de tiempo. Solo que en el lado equivocado del teléfono.

120 años del natalicio de Neruda. Comparto dos citas y una reflexión de mi autoría (escrita hace una década):

"Juzgar a un escritor por episodios de su biografía es un ejercicio de barbarie cultural con precedentes nefastos en la historia, en especial cuando funcionaba la Inquisición. No obstante, se continúa con estas prácticas en nombre del bien, de un futuro sin abusos, lo que implica la censura de protagonistas del pasado en un acto de una justicia póstuma." Matías Rivas

Cualquier devaluación que no tome en cuenta la dimensión material y artística de la obra nerudiana cae en un error imperdonable: juzgar una obra literaria, a espaldas de su naturaleza, como si fuera un texto referencial cuyos presupuestos morales o éticos lo vuelven vulnerable a la censura, la funa y la cancelación". Rafael Rubio.

Las críticas a Neruda vienen casi siempre desde un ataque a su obra más cursi o panfletaria (por supuesto, desde el desconocimiento, cuando estas son respectivamente las etapas más tempranas y tardías de su producción) y además por haberse "vendido" a la burguesía tras recibir el Nobel por -según sus detractores- motivos eminentemente diplomáticos. Por otro lado, están los que ensalzan su figura sin lectura ni menos análisis, como si se tratase de una pura imagen que se adhiere a alguna pared vacía.

Ante la influencia de nuestra "vaca sagrada", como dijese Parra, abogo por una visión intermedia: Neruda tuvo una época inmadura y exitosa con los Veinte Poemas y, más tarde, una decadente con poesía del tipo Oda a Stalin (cuestión por la que años antes De Rokha escribió sus Tercetos Dantescos dada la inconsecuencia política del vate), pero también una etapa de consagración en Residencias, a mi gusto el mejor poemario. No todo es blanco o negro, menos en asuntos poéticos, la boina del hijo de ferroviario pesa aunque le duela a los moralistas de turno, que en su vida han escrito algo mínimamente legible.

sábado, 13 de julio de 2024

En el Antiguo Imperio Persa, -señalan- los hombres solían debatir las ideas dos veces, una sobrios y otra borrachos. La idea tenía que sonar bien en ambos estados para ser considerada una buena idea. Para Mario Cesar Ingenito, este dato recuerda a Platón: el filósofo que no está borracho es un mentiroso. Yo agregaría a Baudelaire, cuando exclamaba que hay que embriagarse de vino, poesía o virtud, para no sentir el horrible peso del Tiempo. Incluso, haría referencia a Hemingway, con una frase que se le atribuye por error: "Escribe borracho, edita sobrio".

viernes, 12 de julio de 2024

Penumbra de provincia IV: La flor del tiempo abierta

I

Una tarde, mientras Ángel y Miranda paseaban por aquella Isla opaca (donde residía un antiguo vate), el ocaso envolvió el cielo. Sentados sobre unos roqueríos, de cara al mar, se quedaron mirando el espectáculo. Ángel la tomó de la mano con ternura, pero sus dedos temblaban con el viento helado de julio.

—No sé si seamos capaces de resistirlo, Miranda. Lo que se viene. Tenemos que estar muy seguros-

Miranda soltó una lágrima. Ambos tenían un secreto que debían revelar, un misterio incomprensible escarbando en su historia o tal vez en sus vidas pasadas. Se conmovieron por la sola posibilidad de no consumar su amor en el futuro. Sin embargo, la búsqueda de aquella verdad era irrenunciable. A como diera lugar, debían hurgar en aquel crimen de aquella pareja que amenazaba su presente, cual aparición fantasmagórica a través del tiempo.

La última noche llegó con una quietud sepulcral. En el malecón donde las olas besaban la orilla, Miranda y Ángel se enfrentaron a un destino inexorable. Las lágrimas parecían poblar el mar nocturno de aquella Isla.

—Quizás en otra vida, en otra época, no en esta, haya tiempo para nosotros—susurró Ángel, mientras miraba a Miranda y acariciaba su rostro.

Miranda asintió con la tristeza de quien sabe que el amor está condenado. La búsqueda que estaba dispuesta a emprender con Ángel la llenó de nuevos bríos, aunque no podía ocultar su intriga. Era demasiada la incertidumbre. Se abría ante sus ojos un camino tortuoso, uno que ni sus versos ni metáforas podían articular.

Volvieron a la cabaña a través de ese paraje helado. La Isla fue testigo de su pacto y de su propósito. Esa noche ardieron bajo una llama intensa, pese al frío invernal. El ocaso los envolvió y las sombras rodearon a la pareja, que se consumía en su propio fuego de pasión.

Al otro día, con la escarcha de la mañana, se levantaron para volver a caminar rumbo a otra ruta próxima a una costa repleta de árboles. El mar era el telón de fondo, el gran escenario que rodeaba sus circunstancias, el gran vigía de sus pasos perdidos.


II

Valparaíso, aquella ciudad sin tiempo, aquel puerto en que nunca terminaron de encallar, yacía en ruinas bajo un cielo que presagiaba el ocaso de un mundo que presentían haber conocido, en otro plano, en otra vida.

-Yo soñé con esta ciudad, Ángel-, dijo Miranda, intrigada. -Es la misma que soñé en mis sueños de pequeña. Pero también imagino lo que tú imaginas. La violencia, algo como una sordera, algo muy feo, una herida, una herida llena de sangre-.

Ángel caminaba entre los escombros que alguna vez fueron esos callejones laberínticos. El aire estaba cargado con una sensación metálica. Algo similar a una maquinaria invadía la atmósfera imaginaria de la ciudad.

Los edificios antiguos se alzaron como tumbas gravitales. Las calles aledañas estaban cubiertas de un polvo gris, un polvo que inspiraba el tono de aquellos años de elegancia y romanticismo. Ángel avanzaba a paso lento por ese entorno. Lo encontraba espeluznante y, al mismo tiempo, nostálgico.

Algo se retorcía en su interior. La debacle de la ciudad se manifestaba también en sus entrañas. No era su historia, pero algo en esa destrucción le movía por dentro. Estaba conectado con lo que allí pasó. Aquella herida de la que hablaba Miranda. Aquella herida que parecía abrirse en el tiempo como una flor carnívora.

La flor parecía haberse devorado los sueños de ambos. Era como si Valparaíso hubiera sucumbido a una fuerza desconocida o, tal vez, a sus invasores eternos. Las sombras de los transeúntes que por allí pasaron se proyectaban en los muros de los rincones.


III

Ángel y Miranda llegaron a lo que parecía un bar, el mismo bar que en su anterior viaje visitaron para continuar en su búsqueda. De aquel bar solo sobrevivió la fachada. Se sentía por dentro una vibra enigmática, como la de aquellos versos recitados en otro tiempo, en otra época por aquella pareja de poetas que -con presencia etérea- amenazaban con perturbar su memoria sin retorno.

Siguieron caminando a través del extinto plan. De repente, entre las sombras proyectadas en las paredes, Ángel vislumbró unas figuras, unas sombras en movimiento entre las ruinas, como unos espectros que emergían del polvo pretérito de aquella época de convulsión y embriaguez. Miranda se quedó pasmada, mientras que Ángel se acercó con cautela. Los espectros permanecieron estáticos durante unos momentos en una esquina de la vieja Plaza de la Victoria.

Tan pronto como los amantes avanzaron hacia su encuentro, se escucharon gritos ensordecedores, seguidos de sollozos. Venían de todas partes y envolvían la escena entera. Los espectros volvieron a escabullirse y algo como una ráfaga helada azotó el rostro de los amantes, dejándolos inconscientes. Al volver en sí, ya estaban en otra parte. Regresaron a los roqueríos de aquella Isla opaca, pero comenzaba a amanecer

Tanto Ángel como Miranda se miraron. Sin embargo, sus rostros eran distintos. Ya no eran ellos. Eran otros.

—¿Te das cuenta todo lo que tuvo que pasar, para que por fin estemos en este momento, aquí y ahora, tú y yo? —le dijo la mujer al hombre.

-Así que esto era. Siempre se trató de nosotros-, contestó él. La sostuvo de la mano, y miró nuevamente al mar.

El mar se alzaba prístino. Ya no le temían. Él temblaba ante ellos.

Se habían tocado, en ese punto, los espectros de aquella ciudad ruinosa y los corazones de los amantes, divagando en una realidad alternativa a la de aquella historia trágica: la de los poetas misteriosos de sus ensoñaciones. La flor carnívora volvió a abrirse, y el tiempo los devoró a ambos, nuevamente, en un ciclo perpetuo.