domingo, 14 de julio de 2024

120 años del natalicio de Neruda. Comparto dos citas y una reflexión de mi autoría (escrita hace una década):

"Juzgar a un escritor por episodios de su biografía es un ejercicio de barbarie cultural con precedentes nefastos en la historia, en especial cuando funcionaba la Inquisición. No obstante, se continúa con estas prácticas en nombre del bien, de un futuro sin abusos, lo que implica la censura de protagonistas del pasado en un acto de una justicia póstuma." Matías Rivas

Cualquier devaluación que no tome en cuenta la dimensión material y artística de la obra nerudiana cae en un error imperdonable: juzgar una obra literaria, a espaldas de su naturaleza, como si fuera un texto referencial cuyos presupuestos morales o éticos lo vuelven vulnerable a la censura, la funa y la cancelación". Rafael Rubio.

Las críticas a Neruda vienen casi siempre desde un ataque a su obra más cursi o panfletaria (por supuesto, desde el desconocimiento, cuando estas son respectivamente las etapas más tempranas y tardías de su producción) y además por haberse "vendido" a la burguesía tras recibir el Nobel por -según sus detractores- motivos eminentemente diplomáticos. Por otro lado, están los que ensalzan su figura sin lectura ni menos análisis, como si se tratase de una pura imagen que se adhiere a alguna pared vacía.

Ante la influencia de nuestra "vaca sagrada", como dijese Parra, abogo por una visión intermedia: Neruda tuvo una época inmadura y exitosa con los Veinte Poemas y, más tarde, una decadente con poesía del tipo Oda a Stalin (cuestión por la que años antes De Rokha escribió sus Tercetos Dantescos dada la inconsecuencia política del vate), pero también una etapa de consagración en Residencias, a mi gusto el mejor poemario. No todo es blanco o negro, menos en asuntos poéticos, la boina del hijo de ferroviario pesa aunque le duela a los moralistas de turno, que en su vida han escrito algo mínimamente legible.

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