domingo, 6 de diciembre de 2015


Lo que sentimos en el corazón con la muerte de nuestros ídolos de juventud no es literalmente su muerte física, sino que el término de una etapa, como hubiese dicho Nietzsche, la imposibilidad de retornar eternamente a esa realidad, el hecho de haberla dejado sepultada para siempre en el recuerdo.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Fracasa mejor

Me ha interesado investigar sobre las frases de ciertos escritores que fuera de contexto pareciesen únicamente palabras de aliento pero que en su origen tienen otro sentido, quizá el auténtico, quizá el más conveniente. La frase: "Fracasa otra vez. Fracasa mejor" de Beckett está sacada de una de sus últimas novelas: "Rumbo a peor". Vila Matas destacaba esa urgencia por nombrar lo innombrable, por seguir adelante a pesar de no querer reconocer que hay un adelante, "ganar tiempo que perder" diría Beckett, es decir, simplemente el entusiasmo de corroborar el absurdo como algo vital. No es una mera frase que te ayude a ser perseverante por el hecho de seguir intentándolo, ni tampoco una manera solapada de señalar que el fracaso es algo imperativo por la falta de sentido. Quizá con "fracasar mejor" Beckett se refería a la constatación del sarcasmo de la existencia, a aquello que por no poder decirse ni realizarse simplemente es inagotable. Conseguir realmente lo que se desea es ponerse límites. No hay plenitud que pueda parecer todavía demasiado plena. No se fracasa del todo, mientras se pueda seguir fracasando, una y otra vez. En esa idea necia, insistente, se sigue viviendo, mientras la vida continua riendo a carcajadas. 


Se escribe, francamente, para recobrar la dignidad perdida en el matadero de la realidad....

viernes, 4 de diciembre de 2015

A propósito de la partida de Scott Weiland


El espíritu de los noventa, en el fondo, morir pronto, rechazar el éxito, o en última instancia, resistirlo, sufrirlo, como una cruz. Eso es lo que suele enseñar el rock durante la escuela. Lo extraño es que la enseñanza del rock se sigue hasta mucho después, porque se sigue escuchando esa música a escondidas como desahogo después de acabar con la rutina. La música como un escape, como un simulacro de libertad. Se iba al colegio supuestamente a aprender, y ahora, a enseñar, pero en el fondo lo primero que deseamos es sintonizar nuestra música favorita, para ensayar a nuestra propia manera el ritmo de la muerte.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Sobre "The social network" de David Fincher



Hace poco leo la noticia sobre el supuesto origen de Facebook. Según la película de David Fincher, The social network, la página fue creada por Mark Zuckerberg de acuerdo a un argumento digno de telenovela, en este sentido, la pericia informática en función de un mero problema sentimental, la creación de una página web para calificar el atractivo de las compañeras de universidad (de ahí una posible y remota explicación para los "me gusta"), a modo de venganza después de que la novia de Zuckerberg, Erica, terminara con su relación. Luego, la idea que surgió como una simple calentura la compartiría con sus compañeros de Harvard para así crear un sistema que permitiría compartir la información de las personas sin (idealmente) invadir su privacidad. Siempre es necesaria una mitología, un relato de ficción, por tópico que parezca, para encumbrar un proyecto, sea el que sea. La realidad siempre va un paso más adelante. Conviene la existencia de una lectura más amable y catártica sobre el origen de una página web poderosa, así como también conviene que se hable sobre el origen heroico y honorable de la democracia o de la patria, inclusive la mismísima política. Podría especularse lo peor, que Facebook es solo un invento de la CIA, que Zuckerberg no es más que un agente de inteligencia. Se puede decir lo mismo sobre la propia historia del país, que todo es una vil manipulación, que la brecha entre la verdad y la ficción es más reducida de lo que parece. Sin embargo, tanto el relato amable como el más crudo son necesarios para mantener las cosas como son. Otro tanto se decía de la Guerra de Troya, que de acuerdo a La Ilíada se originó eminentemente por un lío de faldas, por el rapto de Helena a causa de Paris, príncipe del ejército troyano. Los griegos más antiguos no distinguían entre el mito y la verdad. De acuerdo a su experiencia vital y su entendimiento mitológico, el rapto amoroso era un motivo de guerra, a pesar de los conflictos esencialmente territoriales, políticos. Quizá en un futuro la propia película de Fincher, su lectura ficcional sobre el origen del sitio (guardando las proporciones), sea vista como otro relato épico más, y la lectura más dura de la realidad, repleta de conspiración política y de intereses económicos, sea otra página más en la historia de ese gran mito moderno que es Facebook. Alvin Toffler acerta al decir que “el futuro ya pasó”, la verdadera ciencia ficción trata de lo que está pasando, de lo que ya pasó, de lo que todavía puede pasar. Una simple peripecia del pasado puede engendrar otra era, como también puede sepultarla. Estamos ahora en línea, hablando, pero eventualmente, cuando todo acabe, podemos dejar de estarlo. Y, sin embargo, pese a nosotros mismos, nuestro mito sobrevivirá.
Un amigo envía este clásico por correo con la siguiente frase, lógica, predecible pero siempre necesaria: "Los perdedores también pueden ganar": Me aliento a mi mismo a despertar, a seguirlo todo con la normalidad exigida, a continuar rodando la gran rueda, aun con el peso a cuestas de todo lo que pasó ayer, mucho antes, los recuerdos agradables y desafortunados debajo de la alfombra de la pieza, y también todo lo que todavía puede ocurrir y que solo existe como un deseo en ciernes, como algún hijo desconocido que no se sabe donde está o si en realidad es solo producto de la imaginación y la expectativa.

miércoles, 2 de diciembre de 2015


Demasiadas cosas dejadas atrás (desde pegas a amores latentes), o, por el contrario, demasiadas cosas aún por alcanzar (hacer lo que se quiere hacer o concretar lo que se siente). De todas formas el camino, el único, el inexorablemente propio, se bifurca entre ambas posibilidades....

martes, 1 de diciembre de 2015

You might surprise yourself


"You might surprise yourself", escucho esa frase por la ritoque como un mantra, solo adivinen el coro. Repetida así resulta un sarcasmo sobre tu condición, o una provocación a despertar.

jueves, 26 de noviembre de 2015

En el Club de los Corazones Solitarios

Anoche después del evento me aproximo a una chica, vestido negro, blanca, pinta de ochentera, rasgos medio franceses. Estaba lleno. Parecía disfrutar del ambiente y de todos esos grupos alrededor que juegan a ser alegres. Algo llama su atención. Un video de surf repitiéndose una y otra vez como un mantra, mientras de fondo cambiaban los temas, luego del show y después de él, cuando todos dispersos formaban una especie de clan al fondo, entre brindis, risas y secretos. A su lado, le pregunto si alcanzó a escuchar el número musical para el micrófono abierto. No quería sonar demasiado predecible. Me dijo que sí aunque se escuchó poco, pero le gustó en cambio la emoción, la emoción del momento. De vuelta ella pregunta: "y tú qué haces por la vida". Siempre me ha intrigado esa pregunta, a pesar de lo práctica e incluso burda que pueda sonar, (menos en sus labios). Le dije que por ahora solo disfrutar de esto, mañana veremos. Ella comienza a reír como queriendo simpatizar, en sintonía con ese momento, y además, como intuyendo que todos a su alrededor no advierten el desface entre la música y el video. Ese desface tuvo sentido solo en ese momento de complicidad. Hermoso por imperfecto. Luego ella suelta una pregunta un tanto especial: "¿Y tú con quien andas? ¿o eres del Club de los Corazones Solitarios?". Yo solo atino a reír, con el simple y natural impulso de estar empatizando. Le digo que solo me interesa compartir, nada demasiado serio. Luego llega su amiga. Conversa un rato. Para cerrar el broche de oro, se besan. Hago el ademán de brindar. Ellas también. De pronto se sintió como una invitación o una sutil despedida. Como si yo hubiese sido otro desertor más, una especie de beatle perdido, en ese club subterráneo. Pensé que el Club de los Corazones solitarios debería ser el más repleto del mundo. Me dije a mi mismo si acaso estábamos formando parte de un videoclip secreto, clandestino, hecho a nuestras espaldas. A ratos la vida, por romántica, y también por irónica, tiene mucho de eso.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

El poeta y artista visual palestino Ashraf Fayad ha sido condenado a muerte por un tribunal de Arabia Saudita por considerar que sus versos incitan al ateísmo. Algo similar recuerdo ocurrió con el escritor indio Salman Rushdie, que al publicar su novela Los versos satánicos en el año 1988 provocó una feroz controversia, tanto en Inglaterra como en Estados Unidos, al considerarse que su narrativa iba en contra de la figura de Mahoma. Cayó sobre él la llamada Fatua, un procedimiento legal del Islam que permite acusar a alguien de herejía con todo el peso de la ley. Una nueva inquisición del pensamiento está más viva que nunca. Y no solo es un problema eminentemente religioso. Sin ir más lejos, tomemos como ejemplo el macarthismo con su caza de brujas a artistas de la talla de Bertol Brecht o el mismísimo Charles Chaplin, solo por presunta afiliación al comunismo en el contexto de la Guerra Fría. Sin ánimo de proselitismo, la literatura siempre considerada la barricada contra el orden moral, indistintamente venga esta de occidente, oriente o desde el tercer mundo. Se escribe fuera de la ley, siempre, decía Bolaño. Hay quienes se toman la premisa de manera literal. Porque pareciera que solo coqueteando con los extremos se puede revitalizar algo que se creía establecido, muerto por acomodaticio. Esto es, el poder de imaginar, de pensar más allá del límite de lo prohibido, sin ninguna clase de asco (o verguenza moralizante) tan diferente a la superstición, al mero dogmatismo mental, aun cuando cada cabeza pensante ya tenga un precio en el futuro.