Si entendemos la poesía, según la definición aristotélica, como el arte de contar lo que podría haber ocurrido, tanto lo que es posible como probable, entonces, querida, todas las cosas que hicimos o dejamos de hacer en el pasado podrían llegar a adquirir ritmo y carne de metáfora. Todas las palabras dichas u omitidas podrían expresar, bajo esta mirada, el nuevo mantra de la historia, la nuestra o la de esos otros que no fuimos y que podrían haber llegado a ser.
martes, 7 de junio de 2022
lunes, 6 de junio de 2022
domingo, 5 de junio de 2022
Anoche, en el paradero de la micro, un joven se acercó a pedirme plata. Pensé que se trataba simplemente de un apuro del momento, situación en la cual yo mismo me he encontrado más de una vez, cuando he salido a carretear con lo justo y me ha faltado el sencillo. Pero no. Este joven necesitaba plata, literalmente, para pasar la noche. “¿Adónde va?”, le pregunté. “Por ahora, a ese lugar”, respondió el joven, señalando hacia unos rincones oscuros cercanos al Mercado Cardonal. “¿Allí dormirá?”, le volví a preguntar. “Esta noche, sí”, dijo, con el tono algo cansado. Según decía, lo habían finiquitado de una pega en Peñablanca y había quedado cesante. Pero eso no es todo. Además, explicó que ni siquiera tenía casa donde llegar. Le pregunté por su familia. El joven contestó que su única familia, su madre, estaba casada con un tipo al cual detesta. Entonces, para no incomodar, prefirió irse a vivir solo. Él no podía ocultar su expresión de abatimiento, pese a su aparente tranquilidad. Me dijo que tampoco tenía amigos que lo pudieran acoger. Los pocos que le quedaban en Valparaíso le habían dado la espalda, por razones que él no quiso precisar, y que solo asoció a su situación menesterosa. Le pregunté, además, por alguna “polola” o “amante” que le pudiera consolar en estas circunstancias. “Tenía, pero hace mucho tiempo”, repitió el joven. “Nadie quiere estar con un leproso”, volvió a decir, con un tono cada vez más bajo. Esas palabras quedaron sonando, en medio de la serena soledad de la noche. Fue en ese momento que le di la única luca que me sobraba y que tenía sostenida para poder pagar la micro. Se la di, como quien solidariza con un desconocido compañero de ruta. “Créeme que entiendo lo que es andar solo por la vida”, le comenté. “Pero usted tiene donde llegar. A mí no sé lo que me espere”, remató el joven, esta vez, resignado, casi como aceptando la incertidumbre de su próximo destino. No me impactó tanto su abandono como su juvenil gravedad. Siguió de largo, no sin antes indicar que le faltaba mucho por recorrer y no se refería precisamente a su vida, sino que al recorrido que haría desde Brasil a Bellavista, acogiéndose a la voluntad cada vez más arbitraria de los transeúntes porteños. Él desconocía lo que le esperaba más allá, aunque seguía andando, con toda la energía de la desesperanza. Yo, en tanto, a bordo de la micro, no podía decir lo mismo, ¿pero acaso uno sabe a ciencia cierta lo que le espera, a la vuelta de la esquina, a la bajada del paradero, en el camino de regreso a la zona de confort?
Ulysses de Joyce, un siglo
La corrección de prueba o galera es aquella que se realiza sobre un ejemplar impreso en el formato definitivo. Esto es, tras el proceso de corrección ortotipográfica y de estilo y el diseño. Se busca resolver problemas de la maqueta: líneas huérfanas y viudas, palabras mal cortadas al final de renglón, páginas en blanco, juego de fuentes, etc. En la imagen pueden ver la revisión de la prueba del Ulysses de James Joyce por su propio autor.
La novela cumple cien años.
sábado, 4 de junio de 2022
Fernando Atria y Jaime Guzmán: misma sangre, mismo pasado, ¿mismo destino?
“Algunos dirán que soy el Jaime Guzmán de la izquierda”, decía en 2016, en tono de broma, el abogado constitucionalista Fernando Atria, quien desde los años noventa es reconocido como uno de los más férreos críticos de la Constitución del 80.
Pero lo que no todos saben es que Atria y Guzmán comparten algo más que el interés por la misma área del derecho: paradójicamente, existe un vínculo familiar que también los une.
De hecho, la abuela del actual convencional del Frente Amplio, Josefina Sylvia del Campo Errázuriz, es prima hermana de Carmen Errázuriz Edwards, madre del fallecido senador.
Así, la madre de Fernando Atria, María José Lemaitre del Campo, es prima en segundo grado de Jaime Guzmán Errázuriz. Y, en consecuencia, el líder intelectual de la izquierda es sobrino del fundador de la UDI.
(…)
Cabe recordar que Jaime Guzmán Errázuriz es sindicado, por opositores y defensores de la actual Carta Fundamental, como el principal autor intelectual de la Constitución del 80. La misma a la que Atria se ha opuesto públicamente desde que en 2013 publicara su libro, “La Constitución tramposa”.
De acuerdo a esto, Atria y Guzmán, opuestos a nivel ideológico y político, compartirían, prácticamente, la misma sangre y el mismo pasado familiar.
¿Cuál Chile quiere usted? ¿El pensado por Atria o el concebido por Guzmán? Usted elija. De todas maneras, estará eligiendo solo a un miembro de la gran familia.
jueves, 2 de junio de 2022
Hace tres días, un hombre murió de frío en las calles de Quillota, abrazado a sus perros. Se dice que uno de ellos continuó junto a su amo, incluso después de que su cuerpo fuera cubierto por la policía. De cara al invierno, la intemperie se muestra implacable y no tiene piedad con los desposeídos. ¿Qué habrá sido del pasado del hombre? ¿Qué será del sufrimiento de sus animales? ¿Qué será de los próximos desposeídos devorados por la miseria?
miércoles, 1 de junio de 2022
El caso Depp Heard: un giro dramático en el guion feminista.
El año 2019, período álgido del Me Too, Amber Heard publicó un artículo en el Washington Post, siendo ella embajadora de los derechos de la mujer en la Unión Americana de Libertades Civiles. En aquel artículo, Heard se llamaba a sí misma como “ícono de la violencia doméstica”, sin mencionar directamente a su ex marido, Johnny Depp. A raíz de este hecho, el actor tuvo una batalla legal por difamación contra el diario The Sun, la cual se llevó a cabo el 2020. Aquella vez, Depp resultó vencido, ya que el tribunal determinó que el diario solo reprodujo los dichos de Heard con libertad de expresión, por lo que la publicación de aquel artículo no constituía ninguna injuria ni calumnia. Dispuesto a todo, entonces Depp tomó la decisión de demandar a su esposa ante la Corte de Virginia por difamación a su persona.
Al tratarse de un caso civil, el actor buscaba, antes que nada, comprobar la difamación y luego compensar su honor, su imagen y su carrera con una cuantiosa suma de dinero. El caso se mediatizó a tal nivel que, mucho antes del juicio, el gran público, en su mayoría, ya había sopesado a las figuras en disputa y se había inclinado, notoriamente, hacia un lado de la balanza: el lado del hombre violentado y acusado falsamente. Así, los roles comenzaban a invertirse. La que había iniciado la difamación, llamándose víctima de violencia doméstica, ahora, para el ojo público, pasaba a volverse, poco a poco, la villana de este drama hollywoodense.
Para cuando comenzó el juicio, Heard ya era, definitivamente, la victimaria; y Depp, pese al juicio inicial de las feministas y de las productoras progre, cobraba más y más credibilidad, convirtiéndose, ahora él, en el “ícono de la violencia doméstica”. Y no solo eso: trastocaba totalmente el relato instalado en la sociedad, el cual dicta que la única víctima posible siempre será la mujer, y al hombre solo le cabe la posibilidad de ser el victimario por antonomasia. Las expectativas de lado y lado eran altas. Se apostaba el todo o nada en ese juicio: nada menos que la prevalencia del relato feminista vs el contrarrelato de una masculinidad “domada” (citando libremente a Esther Vilar, autora del polémico y legendario libro “El varón domado”).
Hoy, uno de junio del dos mil veintidós, después de haberse extendido el caso durante cinco años, finalmente, se mediatizó el veredicto y la sentencia. La corte declaró a Heard culpable de haber difamado a su ex esposo, Johnny Depp, con “malicia”, según indican los medios. A pesar de esto, la condenada logró probar que también la había difamado el abogado de Depp, luego de señalar que las acusaciones de abuso por parte de Heard eran un “montaje”. El jurado, aunque parezca contradictorio, determinó que denominar así a las acusaciones, constituía, en sí mismo, una difamación, lo cual generó una paradoja de proporciones. Por un lado, Heard era la mentirosa, pero, a su vez, decía la verdad con respecto a la difamación hacia sus acusaciones. Fue así que el juicio sobre una de las relaciones más disfuncionales de Hollywood se volvió una verdadera locura, al instalar en el imaginario social la idea de que exista, además de una masculinidad tóxica, también una “feminidad tóxica”, que puede coexistir y hasta complementarse con su contraparte sin problemas, revelando así los males salidos de la caja de pandora y consagrando al estrellato el “amor tóxico”.
Pese a todo, el fallo judicial ya es un hecho. Para la justicia, hoy, en efecto, Johnny Depp había sido realmente el “varón domado”, bajo las mentiras de su ex esposa. De esa forma, se acaba un caso paradigmático. Sin duda, un duro golpe para la doctrina del feminismo radical, aquella que reza declarar culpable a alguien solo por el simple hecho de ser hombre, y creerle a alguien solo por el hecho de ser mujer. La capacidad de hacer el mal ya no consiste en una cuestión de género: viene de ambas partes por igual, por el simple hecho de ser humanos.
martes, 31 de mayo de 2022
Extracto de un poema escrito hace 10 años, casi como en una profecía autocumplida:
Nuevamente volvemos al juego maquiavélico
Que involuntariamente consentimos dada nuestras omisiones y desenfados sin otro nombre que aquel forjado entre sábanas e imprecaciones al alba
No podemos sino acatar la ebullición de los impulsos aquí pactados
El uso y abuso de la razón
Merced a manos siniestras que escriben cada uno de nuestros sinsabores y amarguras
En nombre de abstracciones que tranzamos solo por servir a nuestra propia justicia
Supongo no creerás en semejantes mitos
Propongo botar los velos y destruir los clichés
No hablemos ya de equilibrios ni de comunicación
Qué cambiaría con la ambigüedad del logos
Si no fuese un desatino perpetuo de nuestras expectativas respecto al mundo
Un simulacro tras el telón de realidades inconexas
Que en algún momento de entropía suprema
se unieron y desligaron casi al unísono
a la manera de la milagrosa sinapsis que permite el discurrir de esta confesión.
Evidentemente nos encanta actuar a modo de electrones que solo tienen como fin el choque y destrucción mutua
Casi como si nuestro sentido del apego estuviese acorde con el vértigo de semánticas y de químicas ínfimas, caducas como los pólenes de una primavera visceral.
¿De quién es la actual Constitución?
"La Constitución Política vigente lleva al final una firma: la del ex Presidente Ricardo Lagos Escobar. La puso ahí en 2005, cuando con un discurso donde aseguró que “tenemos hoy por fin una Constitución democrática, acorde con el espíritu de Chile, del alma permanente de Chile (…) una Constitución que ya no nos divide”, promulgó una reforma que incorporó 54 modificaciones a la Carta Fundamental que rige desde 1980. Fue entonces que su nombre reemplazó en el documento al de Augusto Pinochet."
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