sábado, 25 de junio de 2022

Sobre la derogación del fallo Roe contra Wade y la novela El Edicto

A raíz de la derogación del fallo Roe contra Wade del año 1973, el cual sostenía que la Constitución de Estados Unidos protege el derecho al aborto, se ha vuelto a dividir a la población para perpetuar aún más la dialéctica del poder, esta vez, entre grupos “prochoice” y “provida”. El bando conservador de los republicanos ha celebrado este hito como un triunfo histórico, y el bando progresista, representado por los demócratas, ha llegado a imaginar un escenario retrógrado, consistente en un retroceso de más de cincuenta años para los derechos de las mujeres. Una auténtica distopía para la visión progresista, patrocinada, dicho sea de paso, por Planned Parenthood.

Pero no olvidemos que, hace casi cincuenta años, casi en la misma fecha del fallo Roe contra Wade, el escritor de ciencia ficción Max Ehrlich había escrito y publicado una novela de thriller distópico llamada El Edicto (1972). La trama de la novela visualizaba un mundo en conflicto a causa de la superpoblación, por lo que los gobiernos globales del siglo XXI dictaban un edicto con el cual prohibían el nacimiento de nuevos seres humanos. Los protagonistas de la historia, una pareja de disidentes, buscaba, a toda costa, tener a su futuro hijo, desafiando así a la ley y la autoridad, dentro de una verdadera distopía malthusiana. Aquí, entonces, desde la ficción, es el poder el que llama a controlar la natalidad y evitar dar a luz, objetivos que coinciden con lo planteado en el libro “Un Nuevo Orden de Bárbaros” una recopilación de declaraciones hechas por el Dr Lawrence Dunegan en 1969.

Si se leyera con atención la novela de Ehrlich, bajo este contexto tan divisorio, se podrían sacar algunas conclusiones reveladoras. Podría ser que los provida encuentren en ella su propia lectura de la agenda progresista y un relato para poder sobrevivir a la tiranía global. Pero también podría ser que los prochoice encuentren en la novela alguna salida ficticia a su indignación, al imaginar una realidad en la que nacer estuviera prohibido. No se trata de promover ciegamente una postura y deshumanizar inmediatamente a la otra, sino que de repensar el debate desde la vereda reflexiva. Si se vive y se muere en la distopía, se puede renacer, cada tanto, en otra posible sociedad, en otro posible futuro.


No hay comentarios.: