martes, 24 de julio de 2018

Stefan Zweig, exiliado en Brasil, se había suicidado con su esposa ingiriendo un veneno letal. Se aduce que lo hicieron tras ver su "patria espiritual" invadida por los nazis y tras ver a Europa "destruirse a sí misma". Hace poco, en Conchalí, un anciano le disparó en la cabeza a su pareja para luego dispararse él mismo. La pareja vivía sola y ambos padecían cáncer. La anciana había sobrevivido al balazo pero murió luego en el hospital San José. Irónicamente, solo en ese estado pudo salir de la cama en la que permanecía postrada durante años. Según cuentan, el anciano iba a ser llevado a un asilo, por lo que, en un último sacrificio amoroso, pactaron quitarse la vida para permanecer juntos por siempre. El paralelismo no es gratuito. Solo que la única patria espiritual que conocían estos ancianos era la patria del amor, la patria del amor agonizante, invadido por la inclemencia del egoísmo, y lo único que se destruía a sí mismo era el horizonte de sus sentimientos, ultimados, en un heroico pacto de pólvora y sangre. Chile llora de amor.

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