Segundo poema escrito a mano, por correspondencia amorosa, en clave romántica, dedicado a ella:
Y viniste a mí
Y viniste a mí, musa de la noche
Cual estrella a su órbita
Constelada, tocaste a la puerta de mi corazón
Yo te abrí y te invité a entrar
Permanecimos dentro, ardidos
Y fuimos reflejo del otro, en cada mirada
Encendida al calor de la pasión
Y el tacto que, salvaje y audaz, desató
La hebra de nuestros instintos.
Huimos arrinconados para amarnos en la oscuridad,
Sin que nadie nos viera, porque
El misterio de esta pasión merecía
Un escape y un verso atrapado entre los labios,
Una palabra, una promesa de amor
Fundida en la carne y declarada por la mañana.
Abrimos el cielo con un abrazo
Y pactamos lo prohibido con un beso
Así, realizamos el acto definitivo
Sellando el clímax de la historia
Un canto a la vida, un sí a todas las cosas,
Consagración de lo nuestro.
Tuyo,
Gabriel.
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