viernes, 18 de noviembre de 2016

Un cabro decía que estuvo detenido por un disturbio post partido del día Martes, y que por tal motivo fue formalizado. Contaba la experiencia a sus compañeros con cierta seriedad. En el fondo de esa preocupación se escondía cierto orgullo, orgullo por iniciarse en una experiencia límite. (coqueteando con lo ilegal). Hoy día, después de haber faltado, se le ve más tranquilo que aquella vez. Le pregunto que cómo le fue, si logró zafar el proceso. Dijo que sí pudo, solo que con la condición de una firma hasta la resolución de aquel incidente. No podía ocultar, a pesar de verse atrapado en semejante burocracia, su sensación de alivio al concretar la victoria pírrica. "Me los paseo a todos". dijo con resolución. Pensaba de seguro que era más vivo que ellos. Para él ese paseo era más importante que cualquier siete. Se sentía libre, en cierta medida, libre de mandar a la mierda dentro del aula, donde sabe que existen leyes y cadenas de otra naturaleza. Donde sabe que su profesor -un simple novato en la escuela de la calle- ejerce otro tipo de ley, una ley que hasta él mismo no dimensiona.