miércoles, 26 de septiembre de 2018

"El poeta en la miseria".


Los medios declaran aún un incierto futuro judicial para los chilenos en Malasia acusados de asesinar a un travesti. La fiscal nueva había propuesto conmutarles la horca por treinta años de cárcel, a lo cual la abogada defensora se opuso insistiendo en la inocencia de los implicados. Lo que aún provoca complicaciones son las circunstancias en las que ocurrió la muerte. Investigar si acaso hubo intencionalidad o no de parte de los chilenos en la muerte del sujeto. El argumento de la defensa propia es la principal excusa hasta el momento, esgrimida a favor de los inculpados, explicando que el travesti les habría increpado con violencia (sin especificar las causas), a lo cual los chilenos tuvieron que "reaccionar", reduciéndolo en el piso. Pero, por otra parte, la contradefensa explica que hubo saña de parte de ellos hacia la víctima, en circunstancias de que no era necesario que se produjese dicho confuso forcejeo y mucho menos el deceso. Fuese como fuese, un resquicio queda dando vueltas, y es el determinar desde cuándo la llamada "carencia de intenciones" supone un atenuante para el hecho consumado. La justicia no puede ser del todo imparcial mientras no se conozca la verdad completa. Tal vez este mismo enunciado, en términos legales, suponga que debe existir una conclusión necesaria para el proceso, pero eso no puede garantizar ni la imparcialidad de la justicia ni el carácter íntegro de la verdad. El aparato burocrático de las leyes siempre intentará calibrar estos dos aspectos, dejando mientras tanto un abismo interpretativo sobre el cual todos reconstruyen a su manera la madeja del crimen.