jueves, 23 de marzo de 2017

Cuenta uno de los colegas, más en serio que en broma, que no por ser profesor en Chile uno va a tener que hacer necesariamente voto de pobreza. Eso mismo decía un compadre, que ahora por supuesto se dedica a vender libros y a vivir de los ahorros que ha ido acumulando de sus oficios de comerciante. Otro decía algo parecido, pero acusaba a ciertos profesores de un ínfimo sentido de pertenencia, de un iluso orgullo profesional, a cambio de trabajar por unas bolitas de dulce. Ese mismo loco ahora choferea. Por mi parte, continúo con pundonor en la rueda pedagógica, tratando de sumar unas cuantas horas a la semana, mientras los domingos retomo el oficio de guardia que, según lo que cuenta el amigo, no sé si en broma o en serio, fue de lo que realmente me titulé, por lo menos en lo que consiga la tan anhelada estabilidad, cuestión que a estas alturas solo aplica a nuestras deudas, y a nuestro invencible desparpajo.

La palabra cacha

"¿Cómo fue que la palabra cacha pasó a significar encuentro sexual o coito en chileno?" fue una de las preguntas que nos hacíamos con un amigo. ¿Por qué cacha? Le decía que en la RAE no había antecedente de esa palabra con el significado que tiene para nosotros. "A lo mejor proviene de cacho", dijo el loco. Sugerí que no era relevante conocer el origen gramatical de la palabra sino que su uso concreto. Risas. Ante eso, el amigo dio algunos ejemplos. Se refería a la frase "touch and go", cuando se tiene sexo sin compromiso y sin pasarse rollos. Decía, de forma jocosa, que esa frase podría aplicar perfectamente también para cuando el sexo se paga. Se llamaría "cash and go". O sea, en chileno, cash como sinónimo de efectivo. Luego, el loco fue aún más lejos. Explicó que esa frase de cash and go podría incluso convertirse en el chilenísimo "cacha and go", como homologación fonética, que vendría a ser la versión flaite de aquella frase en inglés del sexo libre. Esa vendría siendo, hasta el momento, la única forma de interpretar la palabra cacha. Con algún ejemplo más o menos ilustrativo, acorde a la situación. "Quizá por ahí vaya la cosa, pero no cacho", concluía el amigo. Después de esa bizantina discusión callejera, decía que mejor usar la palabra que analizarla gramaticalmente. De esa forma, la palabra cacha sobrevive, se resiste a la regla. La seguiremos usando sin saber realmente su raíz, sino que su sentido pragmático, que es, al fin y al cabo, lo único que importa. "El verdadero desafío es aplicarla wn. Me refiero a la palabra", sentenció finalmente el loco, mientras miraba al horizonte de la calle, de forma aguda, profunda. Ambos sabíamos hacia dónde se dirigía aquella mirada.