sábado, 31 de diciembre de 2022

La última crónica (mini ficción)

“¡Hasta nunca!”, le exclamó ella y enseguida le disparó en el corazón. Él no opuso resistencia. La verdad es que apenas se inmutó. Siempre quiso, en el fondo, creer en su amada y dejarle una obra póstuma, una crónica fúnebre que versara sobre sus últimos momentos de infamia, una obra maestra hecha de sangre, vísceras y olvido.

viernes, 30 de diciembre de 2022

La calamidad (poema)

Todas las teorías de la conspiración del mundo

Hablaban sobre un virus arrojado a la humanidad

A mansalva, como herramienta de dominación definitiva.

Todos los conspiranoicos versaban sobre el confinamiento obligatorio

El deterioro de las relaciones con el otro, en una modernidad líquida

Y la constante y redundante promoción de la calumnia

A través de los distintos medios de comunicación.

Pero nunca llegaron a adivinar

El surgimiento de una calamidad mucho más terrible

Ante la cual nunca existirá inmunidad suficiente:

El falso amor devenido resentimiento

La oscuridad del corazón

Devenida odio infinito.

Contagio catastrófico

En octubre se realizó un evento de simulación pandémica similar al Evento 201 del 2019, y tuvo por nombre Contagio catastrófico: pandemias. Al evento llegaron diversos expertos de la salud y el vocero oficial fue, como era de esperarse, Bill Gates. La ocasión tuvo por objetivo anticiparse a futuras pandemias, lo cual deja entrever que existirán, para estos sujetos, nuevas variantes del bicho e incluso otros virus en acción. De hecho, durante el evento se habló de uno que sería mucho más terrible que el covid: el Seers, síndrome respiratorio epidémico grave por enterovirus. Este Seers tendría una letalidad mayor que el reciente bicho, y afectaría en un 75% a los niños del planeta, a diferencia del covid que, en sus inicios, habría impactado con mucha más fuerza a los ancianos. Frente a este escenario literalmente catastrófico, los concurrentes al evento Contagio discutieron sobre la necesidad de prevenir estas calamidades con la misma “astucia” con la que enfrentaron la actual, es decir, con mucha más urgencia vacunatoria, restricciones sanitarias y métodos de control efectivos.

Todo parece vislumbrar la gran capacidad adivinatoria y profundamente filantrópica de las elites, siempre preocupados del sistema inmune de la humanidad entera. ¿Adoptarán exactamente las mismas medidas implementadas durante estos tres años de pesadilla global? ¿O la estrategia cambiaría en virtud de la nueva coyuntura vírica? Por lo pronto, solamente ellos saben el modus operandi, y solo ellos conocen el derrotero a seguir para las próximas pandemias. Porque así es: habrá muchos más bichos, de acuerdo a los pronósticos de estos genios, por lo que habrá mucho más material para prolongar este diario hasta que ya no sea vital seguir escribiendo. Buena o mala noticia, según cómo se mire, desde el punto de vista de la salud literaria o la invicta morbilidad de nuestra época.

Un manto de sombra envuelve otra vez el horizonte del tiempo, aunque algo de certeza queda: el bicho volverá recargado, tal cual escribí a principios de este año, sencillamente porque esa es la nueva narrativa, y como buenos personajes, tendremos que actuar en consecuencia o bien voltear la tinta del Demiurgo para volver a respirar libremente.

El día en que Pelé jugó en Valparaíso contra Santiago Wanderers

Un Pelé de 21 años jugó un partido amistoso, durante el mundial del 62, contra Santiago Wanderers en la cancha del estadio Chile Tabacos de Valparaíso. Para el encuentro, la selección brasilera no se guardó nada y salió a la cancha ante el cuadro caturro.
En el primer tiempo, el scratch se puso arriba por 2 a 1 con goles de Vavá y Pelé, mientras que Carlos Hoffmann anotó el descuento para los wanderinos. En el segundo tiempo, Eugenio Méndez marcó el definitivo 2-2. Gran empate para un mítico amistoso.

Fuente: Valparaíso informa.

miércoles, 28 de diciembre de 2022

El fracaso. Cómo se incendió la Convención. Renato Garín González (fragmento)

“La temperatura de mi frente sube. Recuerdo el calor de las llamas. A lo lejos creo escuchar la voz de mi abuela materna, antes de quedarse muda. Está rezando oraciones infalibles, dirigidas a la virgen del Carmen, para que me baje la fiebre. Entonces emerge el viento tibio, incipiente, lleno de voces del pasado, de murmullos de civilizaciones antiguas que poblaron antes este lugar, cargadas de suspiros de desengaños remotos. Las arremetidas son cada vez más feroces. La potencia ciclónica del aire parece emanar de cuatro espíritus ubicados en cada punto cardinal. La fuerza del viento me arrebata el borrador de la nueva Constitución y las carillas se van desprendiendo como hojas de un árbol marchito. Me aferro a mi cuaderno, donde he anotado cada uno de los sucesos de este año de realismo mágico. Descubro que mis antepasados vivieron sus vidas en esta misma plaza, en estas mismas calles, solamente para que pudiera buscar mi destino en los laberintos más intrincados del poder. El viento arranca de cuajo puertas, portones, ventanas, también el asfalto y los cimientos del pueblito. Veo un torbellino de fichas médicas, expedientes judiciales y textos legales. El cuaderno me es arrebatado por el ciclón furioso que se lleva todas mis notas, preguntas y vaticinios. Comprendo que no saldré jamás de este tornado. Me entrego al viento para que me despedace, como hizo con las páginas del cuaderno, fragmentadas cuales cenizas de un incendio. Todo lo escrito en ellas será irrepetible. Porque los constituyentes, condenados a quinientos años de soledad, no tendremos una segunda oportunidad para escribir la Historia.”

El fracaso. Cómo se incendió la Convención. Renato Garín González.

Acuerdo Constituyente: el retorno del realismo político (Marcelo Mella)

"No obstante, en el actual contexto de fragmentación y polarización, el «Acuerdo por Chile» con seguridad tendrá «torpedeos» bilaterales. Por la derecha «dura» se argumenta que recrearía la figura de un órgano redactor ciento por ciento electo, con riesgo de llegar a resultados semejantes a los de la Convención; mientras que por la izquierda «dura» se sostiene que el «Acuerdo por Chile» representa una claudicación del impulso refundacional que se traduce en la relegitimación de actores contramayoritarios con capacidad de veto. Vale decir, una misma propuesta, debido al «torpedeo bilateral» puede ser al mismo tiempo conservadora y de izquierda radical. La existencia de estos dos extremos prueba que en la política, como en el sexo, se pueden producir extrañas afinidades tácticas, por una noche, entre sujetos que poco tienen en común."

Esos torpedeos de los que habla en este artículo de Ciper son las fuerzas paradójicas en pro del renacer del Rechazo a las cuales me referí en mi columna anterior.
En efecto, las dos principales fuerzas opositoras a esta cocina son de polos políticos opuestos, y todos sabemos que el polvo más rico viene de parejas que no tienen nada que ver, polos antagónicos con increíble química, pero que no sirven para una relación.

En la sala de profes un colega tenía una gran bolsa de aseo encima de la mesa llena de papeles de guías y pruebas. “¿Recicla?”, le pregunté. “No, voy a hacer una fogata”, respondió, sarcástico. “Es más, colega, tenía pensado hacer un rito de fin de año: quemar todas las pruebas de los alumnos como sacrificio”. La idea del colega, en broma, era hacer ese sacrificio con el fin de purgar el año escolar. “Y así, de paso, sacrifico a los cabros más jodidos”, volvió a decir, con énfasis. Su tono se sintió tan grave que parecía que su deseo era real. Luego, ante la risa de algunos y el silencio de otros, continuó en su faena. En cierta forma, el acto de reciclar pruebas se había vuelto un ritual pagano. ¿En nombre de qué Dios? ¿Moloch? Verdaderamente, en nombre de un curriculum abstracto, en nombre del Dios de las planificaciones, que a fin de año reclama pleitesía.

Sobre "filosinsofía" y mentira en sentido posmoderno

“Lo relevante en la mentira no es nunca el contenido, sino que la intencionalidad de quien la emite”, dijo Derridá, cómplice de la deconstrucción posmoderna. Un amigo, a propósito de la frase, decía que este sujeto, justamente, venía de la línea idealista que parte desde Kant, pasando por Nietzsche y Heidegger, hasta llegar a los profetas de la posmodernidad. Es decir, venía de la línea de los que se apartan de la formación científica rigurosa y únicamente se basan en la especulación. En definitiva, su filosofía no es una filosofía que se acerque a la verdad, como la de los filósofos naturalistas de raíz grecolatina, que tenían por delante a Dios, por lo que la frase en cuestión sería muy reveladora, en este sentido. El objeto de estudio del posmoderno, en suma, es la especulación, la mentira, desde coordenadas muy sofisticadas. Cabría agregar que su negocio es el sofismo, no la búsqueda de la verdad trascendente; subentiende que todo es pura forma e inmanencia. De todas maneras, la frase de Derridá, por sí sola revela una verdad sobre la mentira y los mentirosos: que importa, ante todo, su fin, no su fondo. Para rematar, el amigo mencionaba que la frase debería figurar a la entrada de las aulas de los posmodernos, porque identifica su “filosinsofía”. Recalco la palabra inventada por él: filosinsofía. Sin duda es la palabra adecuada para referirse a ciertos personajes que pululan hoy y que hacen gala de su malabarismo teórico y su galopante militancia ideológica. ¿Cuántos filosinsofos allá afuera, haciendo de la verdad un anatema y de la mentira una profesión, y es más, cuántos profes de filosinsofía circulando impunes, con toda la prepotencia de sus ideas sin contrapeso?
Deseo negado del pedagogo: tener las lucas y el reconocimiento social de un doctor.

martes, 27 de diciembre de 2022

Tú tienes la narrativa, pero yo tengo los argumentos.
Acorde a los caóticos acontecimientos sociopolíticos de Chilito, se seguirá completando la fantástica y surrealista línea cronológica, con tal de aventurar una aproximación a nuestro tiempo histórico. La versión actualizada quedó así:

18/10/19 al 18/03/20 Era precovidiana de estallido o insurrección (según cómo se mire) – Convulsión máxima de las pasiones ideológicas de lado y lado; Piñera llama a combatir a un “enemigo poderoso e implacable; preludio al advenimiento del Estado de excepción sanitario.

18/03/20 al 25/10/20 Era poscovidiana – Estado de excepción sanitario incierto; estallido social o insurrección “interrumpida” y preámbulo al proceso constitucional “cocinado” después del Acuerdo por la Paz celebrado durante la era precovid.

25/10/20 al 16/05/21 Era poscovidiana – Estado de excepción sanitario indefinido y rumbo sociopolítico hacia una Nueva constitución. Estallido social o insurrección continúa “interrumpido”, aunque latente. El covid se establece como coartada geopolítica. La carrera por la constituyente agudiza la confrontación y la división (tanto de izquierda como de derecha)

16/05/21 al 30/09/21 Era poscovidiana – Estado de excepción sanitario indefinido (con miras a volverse eterno) y triunfo de la facción independiente dentro de la Convención Constituyente. Muerte política de la derecha. Renacer de la izquierda “independiente”. El covid se mantiene como coartada geopolítica. Chile se pone a la expectativa de la hoja en blanco, cual ejercicio mallarmeano (promesa mesiánica de por medio) mientras se vuelve –de manera subrepticia- el reflejo fractal de una agenda global.

30/09/21 al 21/11/21 Era poscovidiana – Fin de Estado de excepción sanitario. Días después, el 12 de octubre, Día de Encuentro de dos mundos, el Gobierno declara estado de excepción en el territorio de la Araucanía, con miras a volverse indefinido, tal cual parecía el Estado de excepción sanitario. Carrera por la presidencial se vuelve el tema político país. Resucita la derecha, con triunfo de Kast en primera vuelta. El covid se mantiene como coartada geopolítica. Chile se pone, todavía, a la expectativa de la hoja en blanco. Los planes globales para nuestra nación, de la mano de la Constituyente, conservan su vigencia, conforme se avanza hacia la consolidación de cambios estructurales.

22/11/21 al 19/12/21 Era poscovidiana – Continúa Estado de excepción en la Araucanía. El covid se mantiene como coartada geopolítica. La carrera presidencial se debate entre dos opciones que polarizan todavía más a las masas. La pugna dilemática acentúa los conflictos de lado y lado, sin posibilidad de diálogo ni conciliación. Triunfa Boric y el sector progresista. Kast y el sector conservador son derrotados. La izquierda progresista se proclama nuevo gobierno. Embriaguez electoral, triunfalismo democrático.

20/12/21 al 11/03/22 Era poscovidiana – Continúa Estado de excepción en la Araucanía. El covid se mantiene como coartada geopolítica. Tras haber ganado Boric y la izquierda progresista, la derecha se ve obligada a replantear su estrategia política, de cara a una futura oposición y a un proceso constituyente en marcha. Por el momento, reina una tensa y sospechosa calma con un “estallido social” en latencia, (con miras a volver recargado), un conflicto mapuche en contra del Estado de Chile y a favor de una Nación autónoma y una verdadera plandemia que sigue sirviendo de telón de fondo para el control de los poderes globales.

11/03/22 al 04/09/22 Era poscovidiana – El Congreso aprueba una nueva prórroga para el Estado de excepción en la Araucanía hasta el 15 de septiembre. El covid se mantiene como coartada geopolítica. Continúan las medidas sanitarias del uso de mascarilla y el pase de movilidad pese a haberse declarado fin al Estado de excepción el 30 de septiembre del 2021. Se celebra el plebiscito de salida por una Nueva Constitución y se acaba, por ende, la expectativa frente la hoja en blanco y frente a la escritura de un Nuevo Chile. Tras el apabullante triunfo del Rechazo a la Nueva Constitución, las fuerzas políticas de lado y lado se disgregan. Se provoca una catarsis ciudadana de parte de la mayoría votante y crece el descontento de parte de la minoría.

04/09/22 al 12/12/22 Era poscovidiana - A una semana del resultado histórico, la casta política del oficialismo y parte de la oposición acuerdan un nuevo proceso constituyente “por secretaría”, pese al mandato del artículo 142 de la ley 21200. La noticia provoca un revuelo tanto de parte de los rechacistas como de parte de algunos sectores del apruebismo. Ambos convergen en su rechazo transversal al nuevo proceso al denominarlo una verdadera “cocina” hecha sin el consentimiento del único Poder Constituyente: el pueblo de Chile. Todo indica que, igual que el año pasado, los planes globales para nuestra nación conservan su vigencia, conforme se avanza hacia la consolidación de un nuevo órgano enteramente dominado por “expertos” y camarillas políticas vendidas al globalismo reinante.

12/12/22 al presente Era poscovidiana - Se firma el “Acuerdo por Chile”, pacto que tiene por objetivo dilatar el proceso constituyente hasta sus últimas consecuencias con tal de aprobar una Nueva Constitución para Chile a todas costa. Por lo tanto, el proceso constituyente se vuelve un eterno retorno de lo mismo. Un loop eterno tocando su propia música, en una disco que está a punto de prender las luces y echar a sus bailarines por aburrimiento.

A tres meses del triunfo del Rechazo a la primera propuesta de Nueva Constitución redactada por la Convención Constitucional, la gran mayoría de los partidos políticos se agrupan para aliarse en contra del mandato soberano y “aprobar” un nuevo pacto sin consultar a la gente.

Las fuerzas políticas que se sitúan al margen de este pacto se disgregan pero confluyen en un mismo objetivo: rechazar. El globalismo no dará tregua. Se pretende redireccionar el desencanto y concentrar esa energía en combatir a la clase política vendida con el rechazo del Acuerdo traicionero. Ese escenario posible, ese futuro aproximado podría sentar un precedente, uno en que las distintas fuerzas, de izquierda y de derecha, se unan en consecuencia para votar contra la partidocracia redundante.

Y así es como finaliza el año: con un nuevo Acuerdo por Chile que proyecta un nuevo proceso constituyente en curso, un escenario bélico que está a punto de desencadenar su armamento nuclear, una recesión económica latente y un bicho cada vez más deconstruido que se niega a desaparecer del organismo y del imaginario humano.

El 2023 no dará tregua.

lunes, 26 de diciembre de 2022

“Acuerdo por Chile” y un pacto traicionero: el nuevo renacer del Rechazo.

"El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente". Gustave Flaubert.

El proceso constituyente se ha vuelto un eterno retorno de lo mismo. Un loop eterno tocando su propia música, en una disco que está a punto de prender las luces y echar a sus bailarines por aburrimiento. A tres meses del aplastante triunfo del Rechazo a la primera propuesta de Nueva Constitución redactada por la infame Convención Constitucional, la clase política se ha reagrupado para aliarse en contra del mandato soberano y “aprobar” un nuevo pacto sin consultar a la gente. El nombre del pacto tiene por nombre “Acuerdo por Chile” y firmaron prácticamente todos los sectores políticos de manera transversal: la UDI, Renovación Nacional, Evópoli, Partido Demócrata Cristiano, Partido Radical, Partido Liberal, Partido Socialista, Partido Comunista, Partido por la Democracia, Partido Comunes, Partido Federación Regionalista Verde Social, Convergencia Social, Revolución Democrática y Acción Humanista. Además de los movimientos Amarillos por Chile, Demócrata y Unir. Los únicos que se restaron, sin embargo, fueron el Partido Republicano y el Partido de la Gente

¿Cómo fue posible esta impensable alianza entre partidos en apariencia enfrentados? Lo mismo se dijo respecto de aquel Acuerdo por la Paz y Nueva Constitución del 16 de noviembre del 2019 como salida política e institucional a la insurrección octubrista. Este era el mitín en el cual los saltimbanquis de nuestra política harían un gesto republicano, a cambio del futuro de la democracia del país. Claro está que en aquella ocasión el mitín también fue considerado como una “cocina”, sobre todo de parte de representantes del Partido Comunista y sectores de la izquierda más radicalizada, protagonista de la sombra proyectada sobre la revuelta chilena. Por lo tanto, cabe recordar que Acuerdo por la Paz no es lo mismo que Acuerdo por Chile. Aquella vez, el relato decía que nos estábamos jugando la propia institucionalidad; en cambio, ahora el relato indica que los honorables se la están jugando por el país entero, con un impostado sentido patriótico.

¿Entonces por qué el Partido Comunista adhirió al nuevo pacto? ¿Será acaso este nuevo Acuerdo por Chile el resurgimiento del “noviembrismo”? La respuesta está en aquellos bloques disidentes al Acuerdo, este nuevo bloque de fuerzas políticas que quedaron desplazadas, por abc motivo, tras el último plebiscito de salida, y que arremeten de manera crítica contra este enemigo mayor. Su común denominador se puede resumir, ahora sí, a la casta política, con todas sus letras. Si en el anterior proceso todavía se tenían reparos respecto al carácter elitista de sus miembros, en esta ocasión, no cabe ninguna duda. Esta simple operación lógica ha permitido que estas fuerzas, en su tiempo inclusive antagónicas, puedan confluir de manera inaudita en un incipiente renacer del Rechazo.

¿Quiénes componen estas nuevas fuerzas? Podría decirse que se trata, en general, de los espectros más alternativos de cada polo político: por un lado, los viudos de la Constituyente, los desencantados, o bien, los resentidos tras la derrota del Apruebo, que achacan al Acuerdo por Chile todos los males de la vieja política: el pituto, el enquistamiento en el poder, la endogamia de una elite desconectada de la realidad, la tozudez de unos líderes empecinados en sus propias agendas, a costa del erario nacional y del sueño de los eternos “pateadores de piedras”, que observan desde fuera, con una furia renovada, un proceso que se asemeja cada vez más a una fiesta privada a la cual nunca fueron invitados y de la cual solo esperan ruido, frivolidad y arribismo.

Por otro lado, están los que siempre desconfiaron de todo, absolutamente de todo el proceso, desde el 18 de octubre de 2019 en adelante. En este grupo se encuentran los sectores de la derecha libertaria, los llamados nacionalistas o patriotas y también los antiglobalistas. Siempre vieron en la asonada de octubre y en el posterior pacto constitucional un solo gran fraude, distintas partes de una misma maniobra, cuyo objetivo era y sigue siendo disolver la vieja institucionalidad, derribar el antiguo modelo y, en su lugar, instalar otro, acorde a los intereses tanto de la izquierda nostálgica como a los de la red de entidades globalistas que subvierten con sus influencias los límites de la autonomía del país.

Los móviles de cada una de estas fuerzas pueden chocar incluso, porque ellas proyectan en el nuevo Acuerdo por Chile un fantasma distinto: los libertarios proyectan el comunismo y el socialismo, con reminiscencias en el castrochavismo y la Unidad Popular; los nacionalistas o patriotas proyectan a las entidades transnacionales y monopolios capitalistas extranjeros; y los antiglobalistas proyectan a las elites del Foro Económico Mundial y Naciones Unidas, con toda su trama oscura de redes de influencia a modo de conspiración. El Nuevo Acuerdo por Chile, de esta forma, se ha convertido en la sombra insuperable de los propios traumas asociados a cada fuerza política.

Pese a esta radical diferencia de móviles, conviene, por una cuestión estratégica, en pos del bien superior, concentrarse en los fines. Por el momento, las nuevas fuerzas se encuentran disgregadas. Todas bailan a su propio ritmo, y ese ritmo es el del desencanto. Habrá que redireccionar esa energía ya no al reproche de sus movimientos erráticos, sino que a una tentativa de cohesión, hacia un nuevo Rechazo que le haga frente al Acuerdo traicionero. Ese escenario posible, ese futuro aproximado podría sentar un precedente, uno en que las distintas fuerzas, de izquierda y de derecha, se unan en consecuencia para votar contra la partidocracia redundante, indicando, con firmeza, que Chile, de ahí en más, no estaría dispuesto a bailar otra vez más la misma cueca y apostaría por empezar a dirigir su propia música, como en una orquesta de soberanía real.

jueves, 22 de diciembre de 2022

Según la Conaf, al siniestro que ya está llegando a la Quinta Vergara se le ha llamado "Nueva Esperanza". La alcadesa dijo que ese era el nombre del sector donde comenzó todo. De todas formas, vaya nombre para bautizar un incendio y vaya ironía para los afectados. Son tiempos dantescos en que la esperanza quema pero la suerte escasea.
En mi segundo libro, el incendio, el fuego está presente. Así como lo estuvo en mi vida, también lo está en la memoria del país. Figura abrasando la consciencia en algunas reminiscencias e instantáneas, a ver si alcanzan a significar algo. El fuego, como el tiempo, vuelve a arrasar:

Reminiscencia

14/04/14

Después del incendio ¿qué escribir? pregunta pretenciosa. ¿No sería mejor decir, de entre las cenizas y los escombros de la ciudad, qué puedo arrojar al fuego?

Reminiscencia

17/04/14

En el regreso a la casa donde vivía hace más de un año, me encontré literalmente con la zona cero. La zona antes solitaria por la residencia, estaba irónicamente poblada de voluntarios, bomberos, milicos, emisarios del desastre. En la esquina donde era antes una tienda, dos tipos extranjeros discutían sobre las consecuencias del hecho. Me sumé y les dije: «allí donde no hay nada era mi casa». Asintieron y entonces comenzaron un debate, a propósito del fin de las cosas, sobre la pareja de ancianos del Cerro La Cruz que decidieron quedarse en el incendio y no ser salvados. La tragedia porteña sacó a colación el tema filosófico del suicidio, y con él, directamente, el del amor. ¿Será el fuego la invitación a una libertad que pone a prueba la propia vida? ¿O acaso, en la mediática solidaridad de espantar las llamas, estamos obviando ciertas voluntades que se resisten a ser parte de un sentimiento humanitario, bienintencionado pero, muchas veces, impersonal?

Instantánea

19/03/17

Con la nueva pega me ha tocado ir a los sectores más desposeídos de Viña, prácticamente a hacer patria. Campamento Bachelet, Felipe Camiroaga. Hay un punto en la población Puerto Montt donde solo se aprecia un gran páramo negro donde antes había bosques. Vestigios del reciente incendio. Para llegar a las más de veinte sedes vecinales, caminos de tierra laberínticos, pasajes que conectan como arterias todo el cerro, había que tomar una suerte de locomoción comunitaria, vehículos que los propios locatarios conducían para arrimar a la gente aledaña. Hay códigos que parecen vetados incluso a la propia «gente del centro». Una solidaridad invisible que sin embargo no se distingue de la espontánea amabilidad de los residentes. Debajo de esa capa es muy probable que permanezca latente una historia de miseria y de violencia, que en el fondo no hace distinción social. Que mucho más allá de velos mediáticos late dentro de cualquiera, sea este del centro o del cerro. Lo que sí impacta es la abrupta brecha material entre los pobladores y los transeúntes de la Viña central. Hay ahí como un límite demasiado categórico, casi como si existiesen dos Viñas: la de la maqueta inmobiliaria turística bordeando la costa, y la de la toma de terrenos bordeando el límite del cielo.

Instantánea

05/01/18

Al rato, seguía extrañado con la naturaleza de la situación. Se preguntaba cómo había despertado aquella vez. Incluso se pasaba otro rollo, aduciendo, (esta vez de manera irónica), que era su presencia la que estaba cargada y habría dejado una estela en el lugar que luego desembocaría inevitablemente en el desastre. Después se preguntaba cómo era posible que no alcanzaran a avisarme aquella vez en medio del incendio, agregando, de paso, que era muy probable que quisieran dejarme botado, como diciendo «que este loco se despierte solo». Por supuesto, un humor algo negro que solo nosotros entendíamos. Un acto deliberado de autosabotaje. Una risa sardónica que seguía de inmediato a un gesto de conmoción. El trasfondo era la destrucción de toda una vida, sin mayores explicaciones, pero quizá por eso mismo, por ese tono trágico, el desastre superado, ya asimilado en la conciencia, cicatrizado en la llaga, no merecía, después de todo, más que una nerviosa maniobra de comedia ante la esencia misma de su oscuridad ignota.

Instantánea

25/10/18

Lo cuento a estas alturas ya como anécdota, como herida cauterizada lo suficiente, pero el trauma de ese tiempo aún palpita a ratos, insistente, dándole una y mil vueltas con tal de darle un relato a ceniza, siquiera algún cauce textual que una los cabos imaginarios de aquel absurdo suceso hecho pira. Sin embargo, todos sabemos de sobra que las palabras no alcanzan a dimensionar el tejido de la experiencia. Más aun cuando el tejido viene con la combustión de lo imprevisto. La emoción se vuelve inflamable. Y con el pasar de los años, la experiencia de lo ocurrido también se vuelve inefable.

Hoy por hoy, solo restan las ruinas de la casa, sus ruinas carbonizadas, opacas, aún vigentes, la estructura de una Troya tercermundista, el recuerdo hostigoso como ironía de rescate, una que otra foto de un álbum familiar, carcomido de negro por los bordes y, si queremos ser consecuentes con el recuento, este iluso intento de retrotraer a la memoria lo inevitable, expresado bajo el velo de alguna significación ya demasiado póstuma.

Instantánea

19/11/19

Voy caminando por el plan y de repente suena la alarma de la Onemi, igual a la de ayer. Luego, se escucha en casi todos los celulares de la gente la misma alarma de evacuación por incendio en Rodelillo. Llamo a mi madre que vive cerca, también de fondo se escucha la alarma en cuestión. Su redundancia se hace necesaria, aunque insufrible. Continúa sonando en la ciudad la banda sonora de emergencia, como si fuese un mantra de sacrificio, en el momento que avanza una nueva marcha a través de Pedro Montt. El humo de la lacrimógena comienza a confundirse con el de las cenizas que caen de los cerros. Valparaíso, señal de pánico. Patrimonio del desastre.
Al celular llega una alerta de emergencia de la ONEMI, por incendio forestal en el sector toma Felipe Camiroaga de Viña del Mar. Con un amigo decimos que hay algo detrás, una siniestra trama oculta. Pero el fuego no admite explicaciones, no perdona. Lo sé de primera fuente. Responso por los afectados.

miércoles, 21 de diciembre de 2022

En la sala del CRA, la encargada de la biblioteca guardó un ejemplar de Rimas y leyendas en la sección de poesía. "Poesía eres tú", dijo, antes de colocarlo en el estante. "Gustavo Adolfo Mijito Rico Bécquer", mencionó, de inmediato, una colega de lenguaje que estaba cerca. "Es mi amor platónico", remató. Tal parece que algunos poetas clásicos, aún muertos, gozan de sex appeal, y los poemas, pese a su antigüedad, aún pueden atravesar la historia y el corazón de sus lectoras.

lunes, 19 de diciembre de 2022

Estamos ante una verdadera fauna pandémica. La primera criatura que salió al ruedo como la sospechosa número uno de portar el coronavirus fue el murciélago grande de herradura chino. Por esto, prácticamente todos los murciélagos en el mundo fueron considerados, de un momento a otro, como villanos, potenciales agentes de contagio, casi como si se tratase de vampiros de una era de pesadilla. Ante la zozobra sobre el posible origen artificial del virus, el ratón alado quedó atrás y, mucho después, llegó la viruela del mono, frente a la cual los propios primates eran declarados como responsables. La viruela se tachó de más antigua y menos peligrosa que el covid 19, pero, de inmediato, entró en la competencia mediática. Ambos bichos se disputarían la calidad de pandemia. Más tarde, en medio de un escenario cada vez más normalizado, surgió la variante del “perro del infierno”. Se pensó, por el nombre, que sería mucho más peligrosa que las otras variantes, pero no había suficiente evidencia para sostenerlo. En Alemania, se le bautizó con el nombre del Cerbero a causa de su alto nivel de contagio. Esta variante pasó a ser la del perro custodio del infierno, aunque resultó ser un perro más ladrador que mordedor.

Actualmente, otro bicho ha salido a la palestra, en el contexto del Mundial de Fútbol con sede en Qatar. Se trata del “virus del camello”, una especie de coronavirus diferente al que causa el Covid 19. Producto del Mundial, estaría causando estragos en algunos jugadores de Francia y existiría el riesgo potencial de que pueda contagiarse a los hinchas y asistentes. Pese a esto, un catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid, Víctor Jiménez, señaló que el apelativo “virus del camello” es más bien una manera sensacionalista de llamar al síndrome respiratorio de Oriente Medio, el cual se contagia desde los rumiantes y tiene, por lo pronto, poco impacto entre los humanos. Si bien el virus tiene todavía muy poca peligrosidad, las autoridades ya han puesto la alarma en varios países europeos, frente a la probable propagación del “camello”. Como si llevara la muerte en sus jorobas, es ahora la figura del camello la que tiene que cargar con el peso de todo este revuelo sanitario.

Bajo un escenario mundial asolado por la pandemia, la crisis climática, los conflictos bélicos y el alza inflacionaria, el camello –enorme símbolo nietzscheano- se ha vuelto el depositario de toda la pesadez de nuestra época. Esperemos que pronto pueda transitar con estoicismo el desierto de lo real en que se ha vuelto nuestro mundo y alcance, con éxito, el estado del león, para que al fin se rebele contra el velo de la ilusión y pueda conseguir la soñada inocencia de quienes crean sus propios valores sin ser señalados como disidentes o paranoicos.

sábado, 17 de diciembre de 2022

Gonzalo Contreras: "La cultura de la cancelación va a hundir a la izquierda" (fragmento)

-¿Crees que hay un clima de intolerancia, una cultura de la cancelación?

-La cultura de la cancelación va a hundir a la izquierda. Ese es su más grave error histórico. La moralización de la política, de la vida en general, ha vuelto nauseabunda la vida colectiva; de ahí la funa y linchamientos varios que vemos todos los días en las redes sociales.

El supremacismo moral de la izquierda vuelve inviable su proyecto, ya que es el reconocimiento de la pobreza ideológica y política de la propuesta. Cuando no tienes razones no te queda más que el argumento ad hominem; en este caso, al bulto, con el que destituyes moralmente a tu adversario.

Así es muy fácil: ganaste la discusión antes de empezarla. La razón, la buena fe, nuestro natural sentimiento de justicia, repugnan de tal fariseísmo, de tal hipocresía encubierta de bondad. Envestirse de una moral superior recuerda a la vieja beatería cristiana que tanto daño hizo. En Francia, Italia, España e Inglaterra ya se hartaron de todo eso y las izquierdas están retrocediendo. Supremacismo y fascismo, no nos olvidemos, son sinónimos.

viernes, 16 de diciembre de 2022

Solsticio

Luego de la ola de calor espeluznante, vuelve, invicta, la niebla marina. Celebro su regreso con un café como quien brinda por un triunfo.

miércoles, 14 de diciembre de 2022

"La muerte es tan bella que nadie ha regresado de ella", decía el reel que le mandó por instagram. "Murámonos entonces, querida", le respondió él, entusiasta. Enseguida, un corazón se dejó notar en el mensaje.


(Situación real, convertida en mini ficción).

lunes, 12 de diciembre de 2022

La fiesta (poema)

Mucho antes de la peste,
La poesía era una verdadera fiesta
Y adorábamos declamar, reír, fingir
Bajo esa noche de expresiones teatrales
Cada quien con un gesto impostado
Procuraba robarse el corazón de los presentes
Pero tú y yo sabíamos que eso era pura mascarada
Que al día siguiente éramos simples comensales
Soñadores con demasiada imaginación
Creadores sin suficiente presupuesto
Apostándolo todo en un encuentro prohibido
Abominando de nuestras propias sombras
Con el rumor de la belleza y la virtud
Conspirando bajo el velo de las sábanas
Que envolvían los libros desparramados
Y los cuerpos extasiados,
arrebatados por la pasión, la complicidad
seducidos por el fulgor de la muerte
Por el presentimiento de un mañana sin nombre.
Mucho antes de la peste,
Mucho antes del gran estallido
Mucho antes de la gran conspiración
La poesía era una fiesta
Y a nosotros el destino, inexorable, nos apagó la música
Nos apagó las luces para huir de todos los sitios
Y acabar divididos por la imbatible noche
Que todavía vela cada una de nuestras palabras
y nuestros silencios, cómplices del desastre.
Christian Drosten, virólogo alemán, se ha atrevido a afirmar que estamos ante el “signo del próximo final de la pandemia”, pese a que se alertó sobre el alza de contagios, inclusive con nuevas variantes llamadas “perro del infierno” y “pesadilla”. Drosten se muestra optimista porque cree que el bicho se volverá endémico muy pronto. Mientras tanto, el alza inflacionaria a nivel nacional y la inminente recesión económica configuran el escenario idóneo de incertidumbre. ¿Acaba o no acaba el bicho el próximo año? ¿Será el 2023 más inestable y caótico que este? Cómo saberlo. Nadie tiene las respuestas definitivas, porque pareciera que todo se está gestando de una forma precipitada en lo relativo a la humanidad, su rumbo a futuro. Ni las vacunas probaron ser cien por ciento efectivas y transparentes, ni el origen natural o artificial del bicho ha sido todavía probado, de manera fehaciente. Se respira un aire de inquietud constante, y la gente –cansada de ser señalada y acusada de portadora- ya está exhausta. El virólogo Drosten puede que tenga las mejores intenciones, ¿Pero es este el comienzo del fin de la pandemia? ¿No dijeron lo mismo respecto a otros eventos de carácter catastrófico? El fin de las tragedias y la catástrofe ha sido un mantra constante del sistema, aunque la condición misma de la existencia humana, a lo largo de la historia, ha integrado la tragedia y la catástrofe como parte de su ser. ¿Por qué habría de ser diferente ahora? ¿Qué tiene esta coyuntura que no haya tenido cualquier otra, con peste incluida? Puede que la respuesta esté en la nueva perspectiva sobre las dinámicas de control: cuarentenas forzosas, uso constante de mascarilla, vacunación prácticamente obligada para conseguir un mínimo de vida social. Nada de eso ha sido satisfactorio y, sin embargo, el mantra de lo nuevo se mantiene: se necesita una nueva normalidad, una nueva salud, un nuevo orden y, si somos un poco más osados, una nueva sociedad y un nuevo ser humano. Luego del fin, la revolución, pero he aquí la trampa: no una revolución de la consciencia, espiritual, de adentro hacia afuera, sino que un estado de cosas insostenible como excusa para implantar el próximo status quo.

domingo, 11 de diciembre de 2022

Querido abuelo:

Usted fue un hombre de palabra. Le recuerdo porque siempre usted estaba ahí para su familia. Nunca dudó a la hora de ofrecer apoyo incondicional y de entregar su visión de la vida, plena de sabiduría y experiencia. Son tantas las cosas que podría decir de usted, pero se hacen cortas. Lo recuerdo como quien se acuerda de un roble, firme, elevado. Cómo olvidar aquellas tardes de infancia, cuando nos acompañaba con mi primo Pablo a jugar a la pelota al Alejo Barrios o nos llevaba de paseo a la playa Carvallo a comer churros. Usted siempre ponía lo mejor de sí en esos momentos de alegría. Cómo olvidar cuando abría su taller técnico al frente de la casa de la abuela. El sonido de la reja era ruidoso pero era fascinante lo que había allí adentro, y usted se esmeraba en arreglar lo que otros habían roto o deshecho por el mal uso. Cada vez que iba para la casa, nos sentábamos a la mesa con la abuela, almorzábamos y usted se iba acordando de las anécdotas de antaño, en una remembranza constante de nuestra historia. Su humor blanco tenía mucho de ingenio y no dudaba incluso de reírse de sí mismo. Además, era usted muy culto. Cuando le pedía si podía bajar las escaleras para revisar la biblioteca que allí había, inmediatamente se acordaba de algunos autores del pasado, tal como Manuel Rojas o Hilario Ascasubi. En la biblioteca había muchos libros de todo tipo, sobre todo de historia y de literatura. También, muchos libros de temática más esotérica. Uno podía pasar horas ahí, tratando de hurgar en esas páginas. Usted además era un melómano. Disfrutaba de la buena música tanto como mi madre. Nunca olvidaré cuando en una ocasión usted comenzó a tararear un tema de Salvatore Adamo, y usted cantaba: Es mi vida es mi vida/Qué puedo hacer si ella me eligió/Es mi vida no es un infierno tampoco es un edén. Esos versos ahora mismo resuenan, plenos de significado, porque usted, querido abuelo, siempre eligió vivir, ante todo. Eligió vivir como un hombre recto, apegado a los suyos, siempre servicial, totalmente desinteresado, con una honra en el compromiso que ya se ve muy poco, hoy en día. Era usted alguien muy crítico con la situación del país, incluso muchas veces con pesimismo, pero nada de eso le impedía cumplir con su vocación y con su palabra. Entendía que había que responsabilizarse por los suyos, contra todo pronóstico. Ante la adversidad, ahí estaba, firme, cual roble que echa sus raíces para elevarse. Porque esa es la imagen que me queda de usted. Y partió, digno, junto a sus seres queridos, para emprender el último viaje y regresar pronto a nuestros corazones.

La Mar honra su memoria, también lo hacemos nosotros, su familia.

Hasta pronto, querido Tata Héctor.

sábado, 10 de diciembre de 2022

Previa publicación de Rinconada, recuerdo que el editor me recomendó que acortara caleta el conjunto de textos a publicar. De todo ese material podían incluso salir más libros, y fue ahí que pensé en la idea de una "trilogía". Publiqué entonces Rinconada como si se tratase de una primera tanda de crónicas, reunidas bajo una serie de partes para intentar un hilo conductor en torno a la temática del espacio, más específicamente, la dialéctica del adentro y del afuera.
Por su parte, el segundo libro, A destiempo. Reminiscencias e instantáneas, se compone de textos y crónicas que habían quedado relegadas en la primera tentativa de publicación. A este nuevo conjunto se le debía dar otro hilo, pese a las similitudes y evidentes conexiones con Rinconada. Fue así que pensé en la temática del tiempo como sustancia de la experiencia y carne de la palabra.
En cierta manera, Rinconada y A destiempo son una extensión del mismo proyecto, aunque diferenciados totalmente por las circunstancias vitales que rodearon su creación. Sin embargo, el diálogo entre ambos libros es inevitable. Ambos forman parte de la historia descrita en ellas, sus sinsabores y sus placeres, sus esfuerzos y sus renuncias, su absurdo y su sentido.


viernes, 9 de diciembre de 2022

Tremendo poema de la alumna poeta del segundo medio, que tenía pendiente de mostrarme. Estoy emocionado:

Poder

¿Quién tiene el poder?
Te lo explicaré
El poder lo tienes tú
El poder lo tengo yo
Tienes el poder de arruinarme
Tengo el poder de arruinarte
Tenemos el poder de arruinarnos.
Sí, pero….
Tenemos el poder
De hacer que la ruina
Sea nuestra salvación.
Tenemos el poder
De armarnos
Una vez que nos rompamos
Ese es el verdadero poder.
Puedes pedirme que renuncie a todo
Pero no me pidas que renuncie a él.
Somos la representación
De todo lo que podemos ser.
Entonces... ¿nos arruinamos?
Hagámoslo
Para luego salvarnos.
Esa es toda la verdad.

lunes, 5 de diciembre de 2022

Breve reseña y prólogo a mi segundo libro: A destiempo. Reminiscencias e instantáneas (2022)

"A destiempo. Reminiscencias e instantáneas, se propone como un compendio de crónicas sobre las vivencias personales del autor en el puerto de Valparaíso, intercaladas con digresiones reflexivas sobre diversas anécdotas o pensamientos. Este libro continúa la tónica del primero, Rinconada. Crónicas del adentro y del afuera (2019), pero apuesta a establecer un eje temático en torno a la experiencia y la reflexión sobre el tiempo como materia del acontecer y como sustancia de la palabra.
La distribución de las crónicas se realiza mediante dos grandes capítulos: Reminiscencias e Instantáneas, cada uno de los cuales cuenta con su propio orden cronológico. En la parte de Reminiscencias, el hilo conductor de las crónicas se tensa en los recuerdos, las evocaciones y las memorias, buscando retrotraer la experiencia pasada al presente de la escritura, siempre anacrónico. En la parte de Instantáneas, los textos apuntan a describir un instante específico de un acontecimiento o vivencia, o bien, a configurar una escritura que se desarrolle desde el momento mismo de su ejercicio. Aunque cada parte tiene su propia orgánica, el lector podrá encontrar nexos entre ellas, a medida que indaga en las coincidencias y los secretos que las unen, en una tentativa de reconfiguración de una experiencia completa."


Prólogo 

La siguiente declaración del autor parece que atrapa una de las corrientes de este volumen: «Caminar solo y sin rumbo por las calles, un día desocupado de noche. Había olvidado lo bien que se sentía». 

Al entrar en este libro, observamos pensamientos relativos a todo orden de cosas, por ejemplo: relaciones amorosas, amistades, entre otros. 

El ordenamiento lógico de estos no se avizora bajo un eje predominante, más bien se exponen y se van significando cada uno en sí mismo. Un aspecto interesante es que el lector puede interpretarlos libremente y asociar uno con otro, para de este modo trazarse un mapa o esquema mental. Quizá algo parecido a lo sucedido en Rayuela de Julio Cortázar, obviamente en el itinerario que promueve el escritor. 

Ello implica jugar a menudo con los períodos de tiempo. En este sentido, varios elementos sobresalen para conectar entre sí y volcarse tanto hacia el interior como el exterior del lector. A fin de cuentas, son oleadas del pensamiento humano con sus propios lapsos y, en conclusión, también ilusorios. 

En este punto, quién podría decir con exactitud, la duración de un momento cuya imagen es una instantánea que apenas conservamos. A veces eterna, y en otras ocasiones constituyen solo segundos de este silencio inextinguible llamado tiempo. Gracias a nuestra reflexión podemos construir historias, y esa misma capacidad se refleja en este libro precisamente llamado A destiempo: reminiscencias e instantáneas. 

Adentrarse en este mundo implica mirar, tanto hacia afuera y hacia adentro de nuestra historia personal, como lo hace el escritor Gabriel Palomo, quien nos otorga una visión particular de su propia forma de ver la vida, la cual está teñida obviamente por conceptos generacionales, como aparece en la crónica del 02/03/19: «La algarabía de marzo, arriba en forma de niebla, y con ella regresan los pendejos de uniforme a las calles, las fotos del primer día afuera de las escuelas». A través de ellos, nos reflejamos de manera local, quienes vivimos en este Chile de historias, memorias y evocaciones, que, de algún modo, reflejan y permiten conocer nuestra idiosincrasia, como un aspecto relevante de los hombres y mujeres de este lado del mundo. 

Por lo tanto, localizarse en este territorio, específicamente en los años ochentas, noventas y dos mil, en un lugar como Valparaíso, por ejemplo, por nombrar unos de los lugares señalados, involucra teñir nuestro recuerdo de cierta visibilidad del ser hacia el otro, ya que nos gusta reconocernos, mirarnos frente a frente y de este modo construir identidades: «Porque en las típicas reuniones familiares, cuando todos están a la mesa a propósito de una fecha popular, te lanzan las clásicas preguntas de siempre: cuándo va el trabajo, cuándo la novia y cuando sentarás cabeza», en la crónica fechada el 08/12/15. En la óptica mencionada, quizá sea más fácil posicionarse y construir la realidad fragmentada que conocemos o nos desconoce, de cierta manera nos arranca pedazos que solemos apresar como ladrillos de nuestra propia construcción, lo cual también forma parte de ese gran segmento llamado memoria. 

Y sabemos qué importante es construir la memoria de los pueblos, ya que nos permite, como decía anteriormente, reflejarnos y sabernos vitales, como integrantes y protagonistas de estos recuerdos en los que nos sabemos vivos y con derechos a seguir habitando este pedazo de tierra llamado Chile: «Una niña de la casa se pregunta por qué se escuchan tantos helicópteros en el cielo de noche. La mamá dice que nos están vigilando. Omite silenciosamente la palabra miedo», escribe el 25/10/19. 

Fuera del aspecto marcadamente regionalista, también se aprecian distintos niveles de la consciencia del ser humano reflexivo. De este modo, somos partícipes de la propia voluntad creadora y, como nuestro pensamiento expresado a través de la palabra tiene ese don de hacernos recapacitar, nombramos las cosas para no terminar extintos. Luchamos constantemente contra la acción desgarradora del tiempo que destroza el fragmento que queremos rescatar; atesoramos fotografías, libros, Gabriel Palomo Ponce u otros como una forma de conservar recuerdos vivos, en una lucha constante e imperecedera: 

La memoria, incluso la denominada individual, se construye sobre la base de narraciones que constituyen formas de discursos y modos de organizar experiencias, por ejemplo, las pasadas, que son culturalmente dotados de significado, y que, para ser inteligibles a la persona, grupo, sociedad o colectividad a quien se presentan, hay que expresarla en relatos lógicos que muestren la verosimilitud de lo que se está recordando o relatando. (Jorge Mendoza García, Las formas del recuerdo: La memoria narrativa) 

Una de las maneras de contrarrestar el efecto pernicioso del olvido, es la escritura. Mediante ella exorcizamos todo aquello que borra partes de nuestra propia historia personal. De este modo, conservamos fragmentos de nuestra cultura; nuestro legado se mantendrá a salvo del paso del tiempo y nos permitirá a su vez, poder reconstruir la historia de otros, tal y como hace el escritor. 

Gabriel Palomo, en su libro A destiempo: reminiscencias e instantáneas, nos permite reconocernos en estas fotografías como parte importante de un tiempo que construimos permanentemente y que aflora al leernos. La lectura es también una vía para poder observarnos y conservar el fragmento de tiempo que anuncia otras vidas, otros cuerpos, otros países, otros dialectos, aún no descifrados; los cuales esperan ser comprendidos, y ser parte imprescindible de nuestra vida. 

Por esta razón, se agradece este compendio de historia y miscelánea de un tiempo valioso, porque nos reconocemos parte importante, muchas veces testigos o en otras ocasiones, protagonistas de estas escenas íntimas de Gabriel Palomo, escritor que nos permite vislumbrar esta biografía como una suma de experiencias de un hombre que vive el momento. Su experiencia entonces nos parece verídica y nos recoge a una época que continúa hablando, escribiéndose permanentemente, con nosotros o a pesar de nosotros mismos.


Claudia Vila Molina Poeta y crítica literaria

domingo, 4 de diciembre de 2022

Ese clandestino e insondable límite en el que literatura y vida acaban siendo una y la misma cosa. No cualquiera franquea esos horizontes sin antes ser perseguido o, peor aún, seguido de manera incondicional.
Los insultos de Gaspar Rivas a compañeros de bancada demuestran, sin filtro, el desparpajo y la odiosidad de los honorables. Los políticos serían así un reflejo de su sociedad, una sociedad dividida, enemistada, polarizada, porque, seamos sinceros ¿Quién no ha sentido alguna vez, en algún punto de su vida, el impulso de denostar abiertamente a unos cuantos ingratos? La otra cara de la democracia envuelve también esa libertad, pese a su contradicción. Se corre el riesgo de perder poder al proyectarlo negativamente sobre otro, aunque resulte catártico denunciar, de vez en cuando, una "conchesumadrada".

sábado, 3 de diciembre de 2022

Después de comprar el libro La poesía chilena no existe, pasé por Bellavista para ver un puesto de libros callejeros y estaba la versión literaria de la película Bajos instintos, traducida como Instinto Básico, de Richard Osborne. Nunca supe de la existencia de este libro hasta ese instante, por lo que procedí a comprarlo. Me vi, entonces, con La poesía chilena no existe y con Instinto Básico en mi poder. De pronto, surgía en mi cabeza una asociación inesperada. ¿Y si mezclamos el ensayo crítico sobre la poesía con la atmósfera apasionante de amor, sexo y violencia? De ahí podría surgir una hipotética novela rompedora, un futura obra de suspenso erótico con un trasfondo antipoético, porque sus propios ingredientes implicarían el aspecto más salvaje de la poesía. Este fortuito ready made literario era la señal, y todo en la propia escena del crimen. La musa se rebelaría contra lo establecido. La poesía se volvería violenta. La novela hablaría de la decadencia, el eros y la muerte.

viernes, 2 de diciembre de 2022

Compré La poesía chilena no existe de Guido Arroyo. Su título me impulsó poderosamente a tenerlo. Estaba barato en la librería En el Blanco, mismo lugar donde solía estar, antiguamente, el Salón Blanco de la ex Piedra Feliz. Subí por esos entrañables escalones rumbo a la librería como quien sube al mausoleo de un tiempo oxidado. Cuántos carretes de poesía vividos ahí, cuántas lecturas en cada uno de esos salones ahora cerrados con llave. Donde corría el vino, las risas y la camaradería, solo resta el olor a libro inventariado y el polvo producto del trajín. En cierta manera, ya no existe la poesía chilena en esos lares, mucho menos, la porteña. Los que la leían con afán y pasión acabaron idos, enfrentados a muerte o separados por la plaga y el futuro. Al menos, tras la compra de aquel libro, la metáfora sobre la posibilidad permanece cual sombra a la siga de su desaparecido portador. “Escribir como una forma de perderse”. Me voy, sin embargo, con la sensación de estar desapareciendo para siempre. La poesía porteña ya no existe.

martes, 29 de noviembre de 2022

Algún día se escribirá "la historia secreta de la poesía porteña", pero espero que aún quede poesía y puerto para cuando eso ocurra.
Lo único que puede regocijar a un escritor -durante sus días más oscuros- es el hecho de escribir cada día más y mejor que antes. Ante los hechos acontecidos, hayan sido o no su responsabilidad, él se sonríe, porque sabe que de ellos sacará la masa para edificar su próxima funesta arquitectura, su propio monumento hecho de esperanza y de tragedia, pero sabe que, como cualquier monumento, este corre el riesgo de ser vandalizado, profanado, demolido frente a la primera inclemencia del tiempo o, lo que es peor, elogiado con sumo cinismo y sin ápice de comprensión.

El encuentro fortuito de El tripulante de Raúl Peralta Moris

Hoy en sala de profes, la encargada del CRA comenzó a leer unas extrañas páginas. "Lo sustancial carece ya de sustancia producto del exceso de manipulación del concepto", decía, con monotonía y con cara de no entender nada. Luego de leer esas líneas, la encargada preguntó a quién le gustaría leer el libro entero. Ningún profe se dio por aludido, hasta que levanté la mano. "¿Eres escritor?", me preguntó ella. La pregunta me dejó perplejo. ¿Por qué querría saberlo? Sin embargo, con confianza, le respondí que sí. Acto seguido, la encargada puso una firma y se acercó. "Te regalo el libro", dijo. "Por fin me libré de él", agregó. Se suponía que la encargada quería deshacerse de este libro enigmático por encontrarlo raro y alguien debía recibirlo en su lugar. Yo fui aquel. Y, sin duda, se trató de un regalo inaudito, sobre todo porque el escritor del libro es porteño y tiene por nombre Raúl Peralta Moris. El libro en cuestión se llama El tripulante y data del año 97, publicado por la Sociedad de Escritores de Valparaíso. Consiste en un compendio de un viajero, pero escrito en un estilo vanguardista, lleno de metáforas, imágenes y con experimentos en la tipografía y el diseño de las páginas. Me sorprendió, a vuelo de pájaro, el estilo del escritor, aunque mucho más su misteriosa figura y el cómo llegó a mis manos este ejemplar. Dice la leyenda que el poeta Tristán Tzara escogió la palabra dadá al azar de un diccionario, y que, para el Conde de Lautreamont, lo bello era el encuentro fortuito entre una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de disección. En cierta manera, este libro del escritor Peralta Moris fue evocado con ese mismo ímpetu surreal, solo que, en lugar de la mesa de disección, se trataba de la mesa sobre la cual los profes revisaban pruebas en silencio. En fin, la anécdota parece conjurar el contenido mismo del libro, su espíritu, de quien se dice, en la solapa, que prepara un mensaje místico, esotérico.



lunes, 28 de noviembre de 2022

Aldo Pellegrini dijo que la poesía tenía la puerta herméticamente cerrada para los imbeciles. Yo creo que fue demasiado optimista. En realidad, ha permanecido mucho tiempo abierta, al punto de darle el pase libre a farsantes, calumniadores y oportunistas. Es tiempo de volver a cerrar la puerta.

jueves, 24 de noviembre de 2022

"La literatura es una defensa contra las ofensas de la vida", decía Cesare Pavese en El oficio de vivir. Ya lo sabía: escribir es la forma más noble y efectiva de sublimar tanta injuria y de hacer del veneno, alquimia. Buenos días.

miércoles, 23 de noviembre de 2022

La voluntad iniciática

El encuentro ocurrió frente a un edificio abandonado. Previa cita, un poema de Trilce de César Vallejo había sido enviado por correo, a modo de mensaje subliminal. “Cuándo vendrá a cargar este sábado de harapos, esta horrible sutura del placer que nos engendra sin querer”. Esas líneas resonaron en el imaginario profano, a medida que corría el tiempo y la incertidumbre sobre la iniciación crecía. Tan pronto llegó un compañero y una compañera, reunidos bajo la sombra de aquella construcción antigua, todo desembocó en una estimulante charla sobre las energías interiores y las energías del universo. En cierta medida, concordamos en que las vibraciones mentales podían influir en el tejido de nuestra realidad, lo cual incrementaba la posibilidad de una experiencia fantástica. Pensé, de inmediato, en El retorno de los brujos de Louis Pauwels y Jacques Bergier, libro que versaba sobre el realismo fantástico, la ventana abierta de la historia hacia el mundo mágico, que persistimos en ignorar, refugiados en un racionalismo demasiado estrecho. Fue, en ese momento, que, sin previo aviso, nos cubrieron la vista, yéndose todo a negro, y nos guiaron hacia rumbo desconocido. La sensación fue la de estar siendo asaltado, incluso reconociendo que se trataría de un aprendizaje a prueba de luz y de fuego. Al ser trasladados a bordo, lo único que podía percibir era el bullicio de la calle y la agitada respiración de mis compañeros de viaje. Había que confiar ciegamente en el destino del día. Seguimos así, custodiados en todo momento por nuestros guías, hasta dar con lo que parecía una gran escalera, una escalera que nos llevaría hacia la elevación o hacia la separación de aquel mundo que creíamos el único, pero que en verdad solo se trataba del afuera de este otro espacio, todavía incierto, aunque cada vez más imponente por solemne. No había manera de retroceder. La mente menor, asustada, impelía a desandar los pasos, defendiéndose de lo extraño, pero, en esa instancia, sabíamos que lo extraño era la materia de lo fantástico, y lo fantástico adquiría, de a poco, el carácter ritual de la desintegración.

Ojos cerrados, la vista obligaba a volcarse hacia dentro de uno mismo, a la vez que el espacio se volvía más y más intenso, introspectivo. Se sentía una multitud de custodios del lugar, seguramente presenciando el ingreso de los huéspedes e invocando nuestra presencia a tan cara e íntima dimensión. Se sentían en movimiento, yendo y viniendo hacia ambos lados, como en un continuo flujo de cadencia. Mientras tanto, entregado a la situación, fui meditando sobre cada uno de mis pasos, tratando de no perder la calma ni el aliento. La vista a oscuras le permitía a la mente divagar y revolcarse cual pájaro enjaulado en la noche. No encontraba forma de volar que plegándose sobre sí misma. De modo que la experiencia fue cobrando un cariz más profundo, hasta el punto de expandirse un verdadero abismo entre lo de afuera y lo de adentro. El límite entre ambos se difuminaba, al punto que pasó a dominar el adentro. Nos fueron encaminando mientras nos desvestían, dejándonos semi desvestidos y con algunos accesorios extraños. Lentamente, como en una procesión misteriosa, nos llevaron hasta unos cuartos. No sabíamos qué había exactamente allí, y el espacio apenas se hacía palpable por los sentidos, por lo que la mente egoísta comenzó, de manera automática, a configurar múltiples escenarios, múltiples materialidades a partir de la oscuridad. Algunos minutos después de sentarnos, fuimos acomodados frente a una especie de altar. Retiraron nuestros metales. Cuando ya estábamos listos, se dirigieron a nosotros y profirieron un discurso cuyo contenido apuntaba a conocer, por fin, la verdadera naturaleza y motivación del rito. La voz lo inundaba todo. Nuestros oídos aún profanos solo podían asimilar dichas palabras en modo trance, con tal de seguir sus dictámenes, en total consonancia con nuestra posición. Nos instaban a descubrir, por un momento, nuestros ojos para poder ver. Nos encontramos en una suerte de cámara secreta, un verdadero confesionario frente al cual teníamos una declaración de principios y un testamento, el cual debíamos transcribir al pie de la letra y luego responder con compromiso. Entre cada visita de los custodios, mediaba un tiempo indeterminado, el suficiente para volcarse hacia la estoica contemplación del sitio y la reflexión silente sobre el proceso. La idea del Absoluto y la presencia del Creador cobraban fuerza en ese pequeño reducto, porque la interpelación recaía sobre uno mismo. La muerte era parte del proceso. Ahí supe que mi antigua vida tenía que ser dejada atrás, en un sentido sutil. Así lo avizoraba el imaginario mortal, el ingente desapego y el constante devenir asociado a la vivencia.

Una vez jurada la palabra y el espíritu sobre la Orden, nos llevaron lentamente hacia un pasillo que parecía interminable, y sobre el cual uno parecía equilibrarse ante un vacío insondable, solo reconocible por la presencia de los custodios que, en todo momento, procuraban la sacralidad de la ceremonia. Así, luego de pasar unas cuantas pruebas, imaginé que entraba por un pequeño túnel, al hacernos avanzar a rastras. De verdad, la sensación era la de ingresar a un mundo alterno, iniciático, ajeno a lo exterior. Los guardianes de las puertas consentían el ingreso de cada uno de estos profanos, dispuestos a cruzar el portal y formar parte de este otro universo. Para eso había que morir de manera simbólica. La primera prueba consistía en cruzar a través de un terreno de sugestión peligrosa, repleto de ruido y caos. Conforme avanzaba, los guardianes me guiaban de vuelta hacia mi puesto. Me sentía observado, al igual que mis compañeros, presentía a los custodios en la sala. Sin embargo, estaba tan enfrascado en mi ensimismamiento que la oscuridad pasó a formar parte del rito y me proyecté en ella. Las reflexiones exigidas por los maestros de ceremonia invitaban a repensar en profundidad nuestra desconexión con nuestra vida pasada y nuestra nueva comunión con este otro sendero. Al fin, las pruebas, con toda su tragedia y dramatismo, exigían de nosotros una catarsis y también un arrojo de voluntad. En la voluntad se encontraba toda nuestra ley y nuestro sacrificio para con la hermandad que allí estaba a punto de acogernos. El olvido, la memoria, el fuego y la sangre formaron parte del proceso de disolución y reintegración. Abiertos los ojos, el emplazamiento sobre nuestra palabra y nuestro juramento volvía a hacerse patente. Ese era el misterio que había que resguardar. La perdurable comunión de uno mismo, la propia voluntad en búsqueda trascendente con el principio divino.

Abierta la mirada, abierto el nuevo mundo, la comunidad nos daba la bienvenida y el rito estaba por completarse. Ahora, los que observábamos éramos nosotros, y la oscuridad se había vuelto consciencia. Se volvió al mito. A la travesía del sacrificio. Volvía la carga poética de Trilce, resonando sobre el imaginario y rimando con la energía del ritual: “Cuándo vendrá a cargar este sábado de harapos, esta horrible sutura del placer que nos engendra sin querer”. Algo fue engendrado en el instante en que todo dio la luz: una nueva palabra, un nuevo sendero, también otra fuerza, otra posible realidad. Porque, como decía el poeta Paul Eluard: “Hay otros mundos, pero están en este.” La energía sublime se había manifestado en todos y cada uno. La vida y la muerte habían danzado en el abismo del absoluto. Ahora, sencillamente, conjuran el gesto, el amor, la gnosis.

La revolución de la IA. ¿El fin de lo humano en el arte?

La Inteligencia Artificial comienza a apoderarse del terreno del arte, terreno que se creía materia exclusiva de la humanidad orgánica. Así lo demuestra el cuadro llamado “Théâtre D'opéra Spatial”, generado por un tal Jason Allen, que ganó recientemente un premio en la feria estatal de Colorado. Este hecho le valió a Allen una severa crítica, porque él, en efecto, no pintó nada, sino que todo lo hizo el software Midjourney. “Sabía que esto sería controvertido”, dijo Allen, para defenderse de los ataques. “¡Qué interesante es ver cómo todas estas personas que están en contra del arte generado por IA son las primeras en arrojar al ser humano debajo del autobús al desacreditar el elemento humano! ¿Esto les parece hipócrita a ustedes?”, remató, dejando entrever así el problema de la real autoría respecto a las nuevas obras de arte generadas mediante IA. ¿Podrá la Inteligencia Artificial, en un futuro, adquirir consciencia de sí misma y, de paso, reclamar su derecho de autor como creadora legítima de arte, independiente del ser humano? Parece que esta pregunta ya tiene un alcance real.


Recientemente, se mostró otra obra de arte generada por IA en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, mismo donde pasaron Picasso y Kandinsky. La obra tiene por nombre Unsupervised (Sin Supervisión) y fue ideada por Refik Anadol, creando su propio modelo de inteligencia artificial. La gracia de la obra radica en que se presenta sobre una pantalla, donde es controlada por redes neuronales y consta de un compendio de miles de imágenes extraídas de otras miles de piezas de arte de la colección del Museo. Así, Unsupervised consiste en un gran collage en movimiento que siempre fluctúa e interactúa con su entorno y tiene la capacidad de reconfigurarse y adaptarse a cualquier estímulo. Cambia según sea la intensidad de la luz, los movimientos en la sala y el clima, por lo que cada espectador de la obra, en definitiva, ve una versión distinta de la misma. Frente a este escenario, nuevamente surge el problema de la autoría. ¿Quién crea la obra? ¿Anadol? ¿La propia IA? ¿Los espectadores que la recrean? ¿Todos y cada uno? A este lío se pueden sumar también los creadores de cada una de las obras contenidas en el compendio. ¿Podrían, en un futuro, tener la facultad para reclamar su propiedad frente a esta obra tan camaleónica y rizomática? Se ha abierto, sin duda, una Ventana de Overton.


Todo apunta a que, en un futuro, la Inteligencia Artificial obtendrá más protagonismo en la vida social y se arrogará más y más atribuciones. Según informes del Foro Económico Mundial, se espera que, para el 2025, las máquinas realicen más trabajos que los humanos. Claro está que la automatización laboral es solo la primera etapa de un plan mayor, porque el dominio de la IA se afianza, poco a poco, sobre cuestiones que se creían reservadas solo a la dimensión creativa del ser humano. Sin lugar a dudas, el transhumanismo es el gran paradigma que subyace a cada una de estas tentativas de vanguardia. El objetivo es reemplazar definitivamente lo más sagrado de la humanidad, lo que tiene de irreductible: su mente y su espíritu, expresados a través del arte. Pero creo firmemente que fracasarán. Jamás existirá un nuevo Da Vinci, ni un nuevo Miguel Ángel, ni algo comparable a la creación del Partenón o las pirámides, en el futuro. No por nada, en la película El día que la Tierra se detuvo, Klaatu, extraterrestre que estaba dispuesto a aniquilar a la humanidad entera, desistió de hacerlo, únicamente, al escuchar una pieza musical de Bach. Con esto, se demuestra que hay algo más que simple progreso sin arraigo en la inteligencia humana, que la inteligencia humana es mucho más que un mero pandemonio técnico, que la técnica tiene su sombra en el genio y en el misterio de la belleza, el signo de lo divino, el reencuentro con la totalidad.

lunes, 21 de noviembre de 2022

Un alumno autista me escribió al correo. Lo hizo para excusarse por la calidad del trabajo que tenía que hacer: "Perdone por el trabajo tan horrible, pero la vida es dura para algunos", señaló. Es la primera vez que me lo hace saber. "Definitivamente, no soy uno de ellos", remató en su mensaje. El chico siempre se sienta a un costado de la mesa del profesor y no habla con nadie. En cierta forma, su excusa podría leerse como una reflexión existencial e incluso como una declaración de principios. En ese momento, se me vino a la memoria el tema Jeremy de Pearl Jam. "Jeremy habló en clases hoy en día", no paraba de repetirme ese estribillo después de leer al cabro, pero sabía que él jamás hablaría en clases y no se iba a matar frente al curso. Este otro "Jeremy" únicamente compartía, con el de la canción, su espíritu sufriente y cuestionador, expresado a través de la escritura, equivalente al estribillo. Definitivamente, no era uno de ellos. Él pedía, a gritos, ser él mismo.
Porque soy terriblemente autorreferente y de puro tincado, deseando que todo acabe, publico dos poemas que pretenden formar parte de un próximo hipotético poemario, que ya no se llamará "Lobotomía", sino que "Ripio y soledad":


Conciencia


Qué frío hace aquí dentro,
aunque todo permanezca cerrado.
Qué fría es la soledad y qué seco
el sonido de la voz
contra las paredes abandonadas.
La humedad dibuja ahora una silueta
en el espacio de la desaparición.
Me curo del mundo por dentro
Con alcohol desinfecto
las podridas heridas.
No me comprendo, no me escucho
no dejo de envenenarme
con el licor de tu hiel.
Bajo esta consciencia recién emplazada
abro agujeros para drenar
la supurante memoria,
porque ya no salgo,
porque ya no vuelvo,
estoy reformando el corazón.
Vago eremita en este claustro
con la contemplativa meditación
sobre el derrumbe del pasado
simplemente, porque no supe pensar
ni supe sentir, ni supe pedirle al tiempo
lo que estabas esperando,
porque lamentarse se ha vuelto inútil
porque escribir ya no me vale
para escapar de la lápida del olvido
para escarbar un lapidario testimonio.
Hay días en que todo permanece quieto,
hay otros en que todo sigue en su sitio,
pero aquí adentro se sigue dibujando
el espacio de la desaparición.
Me pliego entre los rincones de ese espacio,
tanteando lo que no fue,
lo que no pudo ser,
lo que pudo haber sido,
tres verdugos que velan mis noches.
Afuera, el tiempo continúa su virulencia,
aullando una maldición,
una condena anticipada,
el espacio que ahora me falta,
el tiempo que ahora me sobra,
y que cada día se hace más estrecho,
hasta que no quede otra cosa
que velar tu imagen frente al espejo
y habitar en la desesperación.




Volcán


Puro fuego decías sentir
jurando consumir con eso mis entrañas
envolver con ese manto de luz mi alma impía
pero tu pretendida pureza acabó cediendo al polvo.
No cabía allí otra religiosidad que la de nuestro sexo
por eso interpretabas mi devoción a tus formas
como un impostado confesionario,
una eucaristía adeudada y sublimada en el pecado.
Subsumías con ese fuego mi herejía,
pretendías que viera en tus tiernos relieves el busto de Dios
para lograr la conversión definitiva
y volver nuestra sangre el sacrificio,
pero todo lo que restó de aquella ceremonia
fue consumido por su propio desengaño
saturado por el agnosticismo del corazón
por la apostasía que acabó relegándome del templo
y profanando nuestra presencia.
Yo, ángel caído
tú, Judith,
profusa, completamente radiante en su temeridad,
cegado por tu ambigua presencia
sigo cayendo
porque continúas en la memoria cual magma
que palpita luego de haber sido expulsado
de la manera más ígnea y destructiva.
“Luz se vuelve cuanto toco
Y carbón cuanto abandono:
Llama soy sin duda alguna”
Rezaba Nietzsche en su Ecce Homo
y así este volcán que persiste en su erupción
(la metáfora extraviada de aquella pasión incendiaria)
continuará conspirando durante las noches
mortalmente claras,
sofocándonos
avasallando el espacio
donde solíamos saborear la carne del abismo,
al borde de la cama a punto de quemarse
callando deliberadamente y a espaldas del sacramento,
cada una de nuestras virtudes
para luego desaparecer, sobrepasados,
demasiado corroídos para salvaguardar las bendiciones
y sortear el cálculo milenario de la creación.

sábado, 19 de noviembre de 2022

Feliz día del hombre, 19 de noviembre: "El hombre es un signo indescifrado". Holderlin.

Censura al libro El fracaso. Cómo se incendió la Convención

Cuando se intenta tapar el Sol (convencional) con un dedo, pasan cosas como esta. Tarde o temprano, aflora el verdadero ser maximalista y autoritario tras la fachada democrática. Si pretendemos hacer lecturas de un proceso histórico como lo fue el de la Convención constitucional, se debe estar dispuesto a aceptar las visiones disidentes. Todo mi apoyo, Garín.

Corte Suprema declara inadmisible recurso que buscaba evitar uso de imagen de Elisa Loncon en libro sobre la Convención Constitucional - El Mostrador

Treinta años de Bajos instintos, 1992-2022

Se cumplen 30 años del legendario thriller erótico, "Bajos instintos", con la poderosa y sensual Sharon Stone en el papel de Catherine Tramell, la escritora fatal. Los hombres que se follaba en la vida real morían tal cual como en sus novelas. Cómo olvidar ese picahielos, cómo olvidar esa escena del interrogatorio. Tramell encarna, sin duda, la sexualidad femenina llevada a su máxima expresión, en la pura línea de Gilda o de Kitty Collins, pero mucho más ruda y acorde a los tiempos.

Era el año 1992 y se dejaban oír manifestaciones en contra de la película, por estigmatizar a los homosexuales en varias escenas, donde Tramell se mostraba abiertamente bisexual y sin tapujos. Ante esto, cobró relevancia la aparición de Camille Paglia, cuyas declaraciones iban en contra de lo políticamente correcto y desafiaron la moral de estos grupos de activistas (si volviera a declarar lo mismo, hoy por hoy, sería "cancelada"). En dicho momento, Paglia se atrevió a hacer una defensa férrea del «poder violento» del personaje de Catherine Tramell:

“¡Las mujeres son zorras! La mujer es la diosa puta del universo. Instinto básico ha visto el retorno de la «femme fatale», lo cual indica el dominio de la mujer en el reino sexual. La interpretación de Sharon Stone es una de las mejores de una fémina en toda la historia de la gran pantalla. ¡Esa escena de interrogación en comisaría va a convertirse en una de las escenas clásicas del cine de Hollywood! Ahí se ve de todo: esos hombres alrededor de una mujer en su plenitud sexual y ¡los convierte en gelatina!". Camille Paglia.

Por todo eso y más, Bajos instintos merece ser recordada como una película rupturista para la época y al personaje de Catherine Tramell como la encarnación de la femme fatale contemporánea, ad portas del nuevo milenio.




miércoles, 16 de noviembre de 2022

Reseña de poesía: In finitos (2022) de Luz Blanco

"El poeta y el filósofo se asemejan en que ambos tienen que habérselas con lo maravilloso". Santo Tomás de Aquino

¿Qué es lo maravilloso? ¿Acaso el encuentro con lo sublime por elevado? ¿O aquello que provoca asombro por su carácter inefable? Una posible respuesta podría encontrarse desde una relectura del asombro definido por Aristóteles como un estado previo al filosofar. Si hablamos del asombro como una consecuencia de la percepción humana ante un evento inesperado y todavía incomprensible, entonces en dicho asombro también es posible concebir el impulso de la capacidad poiética, la capacidad creativa del poder de la palabra para expresar aquello que estaba vetado a lo racional, pero que se manifiesta mediante un lenguaje intuitivo, metafórico, simbólico.

Sin duda, hay en la palabra poética un pathos inherente, una conmoción imaginativa ante el derroche de la vida. Y es la búsqueda de la palabra poética aquella que apunta a recrear la vida y, con todo, delinear un camino hacia una remota imagen de lo universal. En cierta medida, invocar una verdad que está más allá de lo evidente, de lo que se deja, simplemente, percibir mediante nuestros humanos sentidos.

En el poemario de Luz Blanco, “In finitos” está patente ese ánimo de lo asombroso y ese derrotero de lo poético en consonancia con lo trascendente. La mirada filosófica de la hablante se deja expresar en forma de imagen y de ritmo, al hablar del pensamiento y de la libertad, como se puede apreciar en el poema Improvisamos: “¿Cuándo lograré entonar una letra con su entidad?”. Si bien hay una “sed de infinito” en sus palabras, también está presente el cuestionamiento sobre el propio ser y la limitación del saber humano, que redunda en el cuestionamiento al alcance del lenguaje.

La experiencia del ocaso en Cuenta regresiva manifiesta la disolución del cuerpo, la cual es seña de la mortalidad empírica y la subjetividad emocional: “Se me pudre el cuerpo/como la promesa que me hiciste”. Así, se entiende que el cuerpo muere porque también lo hace el sentir, pero el espíritu es aquello que permanece y que debe ser liberado: “Ya quisiera ser solo espíritu: unirme con el celeste”. Esta constante entre cuerpo y espíritu, o entre la dimensión mortal y la dimensión trascendente, se vuelve uno de los leitmotiv recurrentes de la hablante, en constante rima con la visión gnóstica del mundo sensible como La cárcel, de la cual la esencia humana intenta escapar para “religar” con el origen.

Por eso, es preciso descender al centro de la tierra e ir al encuentro con los muertos como en Un día sin pájaros. Hay que experimentar el vacío para poder integrarse con el todo. De esa forma, se conjura el significado del día y la mañana, la aurora del amanecer. La hablante reconoce en la aurora un nuevo comienzo, la luz de lo ideal, el resplandor de la trascendencia divina, en un símil perfecto de la salida de la caverna platónica. Sin embargo, la salida nunca es fácil, porque la dualidad del ser terrenal aún pugna por mantener la consciencia sometida. Entonces, viene la resistencia, el miedo a enceguecerse con la luz: “con mis ojos/avergonzados del sol naciente” (Canto de la mañana).

El camino del iniciado está repleto de pruebas. El despertar nunca es definitivo. Eso lo saben todos los maestros de las grandes religiones. Se precisa de un sacrificio, de una voluntad personalísima puesta al servicio de algo más grande que el ego. No se trata de perder la personalidad, se trata de conducirla hacia su perfección y hacia su conjugación con lo absoluto, con lo “infinito”. Es en este camino a lo infinito que la hablante no teme expresar poéticamente la conmoción del ser y, con él, las vacilaciones del lenguaje. Para ella, como manifiesta en Melodía amordazada: “Está hecha mi mente toda niebla”.

Nadie conoce o desea la verdad. Es esta inquietud la que se deja entrever también en la hablante cuando señala en su poema Verdad: “es que no te conoceremos/como no podemos conocernos”. El hombre contemporáneo, escéptico de los absolutos, envuelto de la caída de los metarrelatos, abomina de todo aquello que ofrezca certidumbre, pero en su fuero interno también arde una llama de eternidad, porque siente en su propia carne la zozobra de la finitud.

Una existencia sin verdad conduce a la desorientación, a la falta de sentido, a la perplejidad, a la experiencia de la finitud. Hay quienes, como los poetas románticos o los poetas infrarrealistas, hacen de aquella experiencia su poética, su “navegar sin timón y en el delirio”. Frente a esta búsqueda, se encuentra también la constatación de la decadencia, la pérdida progresiva de los valores, la añoranza de lo eterno, la reintegración con el tiempo mítico. Son estos lineamientos los que esbozan la poética de In finitos.

En In finitos, el viaje de la hablante, su estero claroscuro es una procesión espiritual, un autodescubrimiento preñado de sacrificio al encuentro con el principio divino. El dolor, el sufrimiento, la sensibilidad que impregna ese camino solo confirman la sacralidad del viaje. Para la hablante, la poesía se vuelve el lenguaje místico a través del cual puede expresar su más íntimo ser y, a su vez, conciliar su experiencia mortal con el éxtasis espiritual. Es sabido que el Verbo es originario; la poiesis, la creación. La palabra, entonces, es la llave para la comprensión de uno y de todo, aunque el silencio también encierra su propia verdad, como se señala en El declive de la aurora: “callaría al fin toda voz y todo nombre”.

Es la mudez también otro aspecto del lenguaje, así como la oscuridad otro aspecto del ser. En In finitos se da espacio para representar lo oculto, lo dionisiaco, el rito de la naturaleza, la tragedia, la comunión con lo primigenio. La hablante celebra la vida en Bosques sacros con claras alusiones al Dios Pan, el dios de la fertilidad y la embriaguez. Tras la fiesta vital, viene el ascenso hacia lo sublime. Este se representa en el ascenso a la cordillera de Los Andes, manifestación geográfica de la grandeza. Se aprecia en In finitos ese misticismo con la tierra, esa alusión a una patria sagrada, que remite de inmediato a la “Aurora de Chile”, símbolo de la independencia de nuestro país.

Una vez conseguida la elevación, la hablante vuelve al mundo. Luego del rito, el viaje, viene la iluminación, el reencuentro con el Cristo, en todo su amor y plenitud. Consagrada la vida y la experiencia, se consigue la comunión con lo divino, en el interior, en forma de esencia indivisible: “volveré a llamarte para encontrarnos/así como me llaman/los tesoros ocultos de su altar”. (Paseo por la avenida). De ese modo, la hablante está lista para la Vida contemplativa, el estadio de serenidad del ser, la paz anhelada, la luz, la meditación del mundo interior, el reencuentro con la esencia, y dejará que “la aurora cante”, una y otra vez, en el horizonte de su profundidad.

Una propuesta poética como la de In finitos invita al lector a iniciarse en otra dimensión de la vida, una más íntima y espiritual. Invita a revivir, tras cada voz y cada metáfora, la experiencia mística a través de la poiesis de la palabra, misticismo tan necesario, frente a las categorías disolventes de nuestra era posmoderna. En este libro usted no encontrará malabares inclusivos ni disputas ideológicas; hallará búsqueda, intensidad, revelación, verdad.