Podrá parecer un chiste de mal gusto, pero advierto en las recientes declaraciones de Zelensky ante la prensa y en la respuesta de George Harris ante el Monstruo una semejanza que rima. Preguntado sobre su posible dimisión, Zelensky dijo: “si garantiza la paz para Ucrania, si realmente necesitan que dimita, estoy dispuesto. Puedo cambiarlo por la OTAN”. Por su parte, Harris, en medio de la pifiadera de su show, sostuvo, interpelando al público: “si ustedes no quieren que no haga este show, no pasa nada. Yo no vine a imponerme a nadie. Si ustedes quieren, yo no obligo a nadie a ver mi show. Me voy”. Ambos afirmaron, en el fondo, su renuncia, desde distintos frentes, con diferentes contextos. La política tiene mucho de humor negro, y el propio humor puede ser leído a la luz de la contingencia política local e internacional. Precisar que Zelensky, antes que político y mandatario, fue también comediante, rubro al que dedicó la mayor parte de su vida. Tal vez su actuación en este inminente conflicto global sea una de sus últimas rutinas y las críticas contra su figura y lo que representa en este conflicto sean equivalentes a la voracidad del Monstruo, el sentir de una masa popular que sabe oler bien el miedo y que espera, con ansias, la próxima cabeza para el sacrificio.
lunes, 24 de febrero de 2025
"George Harris en Viña". Apuntes al vuelo sobre una fomedad anunciada
Tres cuestiones claves sobre la rutina de George Harris que provocaron el hambre voraz del Monstruo en la noche estelar: primero, una rutina lenta, inconexa, sin remate. Harris tenía material de sobra para haber hecho mofa de la realidad de los inmigrantes chocando con la cultura chilena. Algo tan simple como un chiste sobre los motochorros, o sobre los delivery, habría sido ingenioso. Sin embargo, se puso nervioso -pese al apoyo de sus compatriotas- y no elaboró nada hilarante. Pareciera que hubiera llegado improvisando algo a última hora, como el profesor que no planifica su clase y se le desmadra el curso entero.
Segundo, su estilo de humor no pegó con la picardía chilensis. El humor de los latinos en Miami o en el Caribe no es el mismo de la gente del Cono Sur. Hay que ser honestos: somos más puntudos y nos reímos de otras cosas. Somos buenos pa`l hueveo y tenemos también esa cosa irónica, hasta sarcástica, cuestión que no terminó de conectar con las formas del malogrado comediante.
Tercero, en lugar de reírse de sí mismo y revertir la situación con inteligencia y estoicismo, se fue en la defensiva y en plan víctima, desafiando con arrogancia al público que lo increpaba, echando su carrera encima como quien le echa más leña a la fogata y termina quemándose todavía más.
En definitiva, se le agradece a Harris haber venido al país, a darnos una lección magistral de todo aquello que no debe hacerse en términos de humor sobre un escenario extranjero, y ese es un cuarto punto: no supo leer el contexto ni la contingencia, no supo catalizarlos, no hizo de ese contexto ni de esa contingencia el trasfondo propicio para aprovechar los ánimos caldeados y provocar la risa catártica. Antes bien, recibió una avalancha de cólera, fue el blanco fácil, el receptáculo de la frustración social.
Víctima acomodaticia antes que protagonista de su propio show. Buenas noches, que el Monstruo ya tuvo lo suyo, en un espectáculo de debut y despedida.
"En ese momento, Harris sintió el verdadero terror". Su fracaso en el festival será ese monstruo que le acompañará durante su carrera, recordándole aquello que debe mejorar dentro de sí mismo.
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