lunes, 7 de agosto de 2023

Y todo aquello que nos dijimos ¿fue dicho de la misma forma en que recordamos oírlo? y todo lo que omitimos ¿formó parte del silencio anterior a nuestra ausencia?

Fragmentos de "Hambre de realidad" de David Shields

121
He aquí los hechos, amigo, y debo tener fe en ellos.
122
¿Qué es un hecho? ¿Qué es una mentira, para el caso? ¿Qué, exactamente, constituye un ensayo o un cuento o un poema o incluso una experiencia? ¿Qué pasa cuando ya no podemos detener la fantasmagoría movediza de la experiencia?
126
El don esencial de un buen escritor es tener incorporado un detector de chorradas antichoque.
128
No pierdas el tiempo; ve derecho a por cosas reales. Vale, ¿qué quiere decir «real»? Aun así, ve a por ello.
131
En algún momento se me ocurrió que la vida personal no tenía nada que ver con la ficción, mientras que la verdad, como todo el mundo sabe, es casi el extremo opuesto. Por si fuera poco, me rodeaban pruebas de lo contrario, aunque eligiera pasarlas por alto: de hecho, la ficción tanto publicada como inédita que me conmovía entonces (y sigue haciéndolo ahora) era precisamente aquella que cobraba brillo e innegable autenticidad por haber sido hallada y recogida, siempre a costa de algo, en niveles más profundos, más compartidos de la vida que realmente vivimos.
133
Siempre me ha costado escribir ficción. Es un poco como conducir un coche vestido de payaso. Vas a alguna parte, pero estás disfrazado, y la verdad es que no engañas a nadie. Eres el tipo que va disfrazado, y se supone que todo el mundo tiene que hacer caso omiso y subirse al coche contigo.
134
Solo la verdad es graciosa (la comedia no es bella; definición de la comedia: bajar a Sócrates de su pedestal).
136
La atención es vida o es su única prueba.
138
Somos meros hechos fugaces,
y eso mismo nos insta a dar
a cada figura de la foto
un nombre vivo.
139
Al final, echaba de menos el placer de una obra bien concebida en la que el deseo de moldear la experiencia fuese tan fuerte como el de revelarla.
140
La trama, como un andamiaje, se echa abajo, y lo que queda en pie es la cosa misma.
141
—elogio de la materia en su estado más simple, como hecho.
142
No existe historia alguna. No se trata de la historia. Se trata del mundo que quita el aliento: ahí está todo. La historia no es importante; lo importante es el aspecto del mundo. Eso es lo que te hace sentir cosas. Lo que te hace sentir presente.

“Hambre de realidad”, David Shields. Editorial “Círculo de Tiza”, 2015.
En "Hambre de realidad", el escritor David Shields propuso "la muerte de la novela" mediante la creación de una "antinovela" que cuestionaba el estatuto de la ficción y la estructura imaginativa en la literatura, estableciendo -lo que él cree- una escritura basada en "retazos de la realidad". Hastiado del chirrido de los grandes relatos y narrativas, opta por mezclar citas de otros autores, por extraer memorias y anécdotas personales y volcarlas en un solo aparato de "no ficción". "La realidad no reconoce derechos de autor", señalaba Shields, muy suelto de cuerpo, muy desprendido de ficcionalidad y muy tambaleante de pluma. David Markson ya había hecho algo parecido con Esto no es una novela, en una paráfrasis a Magritte. Se trataba de una miscelánea de citas, anécdotas, escenas veladas, situaciones que encuentran su propio ritmo interno de acuerdo a la agencia de su otro personaje, siempre esquivo, proteico: el lector.

¿Pero hasta qué punto no hay también en ese ejercicio de subvertir el engranaje ficcional de la narrativa clásica, una forma de reconfigurar la ficción consustancial al despliegue de la escritura? Esa pregunta nos remite, de nuevo al problema de la pugna entre literatura y vida, o entre las categorías mercantiles de ficción y no ficción. Lo que se comunica como la vida en oposición a la literatura ¿es expresable sin ese componente ficticio? ¿es intraducible el lenguaje de la vida? Y las obras que se venden como no ficción frente a la ficción. ¿no pasan acaso bajo el cedazo de una mirada repleta, a su vez, de relatos, narrativas e imaginarios? Había quien, por ejemplo, concebía en la crónica, en las memorias y en los testimonios una suerte de "paraliteratura", pero eso sería reducir su alcance, circunscribir sus posibilidades a un horizonte meramente conceptual y abstracto, porque lo cierto es que dichas escrituras beben de la realidad inmediata o acontecida, aunque lo hacen, muchas veces, con el propósito de capturar "su verdad" y expresarla con un estilo. En definitiva, lo que se cuenta no es exactamente lo que sucede. Un mismo hecho puede cargar con un crisol de reconstrucciones, y estas, a su vez, inaugurar su propio reino simbólico, porque, como decía un escritor por ahí: "si no lo cuento, me parece que nunca sucedió".

Cioran, la atmósfera de un destino sin mayúsculas

"La obra de Emil Cioran (1911-1995) es buena muestra de este método, cuyo alcance ha sufrido una mutación engañosa en los tiempos (todavía vigentes) de la posmodernidad. Si el relativismo –en apariencia– dejó sin soporte a las grandes narraciones culturales, su hueco no ha quedado vacío. Ha sido ocupado por el culto al narcisismo, que sustituye al Dios ancestral por la adolescente y obsesiva identidad personal. Difícilmente podrá ser nihilista una civilización –la nuestra– que ha hecho del selfie el único argumento de toda su metafísica.

Cioran es pues un final de raza. Un Sócrates que camina de noche –padecía insomnio crónico– por la rue del Odeón de París en vez de por el Ágora de Atenas. Y que, en lugar de ser un tipo social que conversa con sus semejantes, ha optado por reducir su campo de acción: no habla con nadie, salvo consigo mismo. Es el único Ulises de su tormenta interior."
Recomendado sobre todo a mis amigos materialistas, que creen que no hay nada más que lo visible y observable, negando de plano el aspecto metafísico, religioso, espiritual, paranormal y mágico. Grinberg ya había propuesto que el fenómeno de la consciencia es mucho más que mera actividad neuronal y cerebral.