Hoy clase particular en Con Cón. Una hora de tercero medio. Dictar en casa ajena, pensar medio en serio, medio en broma (aunque más en serio que en broma) que con el digno capital de profesor de Estado, de sobra se podría arrendar una casa por esos lados y, aparte de vivir, dictar clases particulares a la mala, pasarse por cualquier parte al Ministerio y su metafísica curricular. Dios ha muerto; con él, el Mineduc. El escenario de las dunas, justo frente a la casa colegio, esboza el horizonte de la cultura: puro desierto bello y detrás el nicho del pobre profesor y su acaudalado alumno, jugando a que se cambia el mundo, cuando solo se juega al definitivo cambio de roles. Se trata del profesor que aspira a un hogar, que usa todo el saber de contrabando por una vista hermosa, pero desoladora; y el alumno que aspira, en cambio, al exilio, al saber para viajar lo más lejos posible, ojalá sin saber más de casas ni de materias.