sábado, 29 de julio de 2017

Tenía pensado ir a comprar el libro "Mi Lucha". Pero no el de Hitler, sino que el de Karl Ove Knausgard. Así como hay libros y libros, también hay luchas y luchas.
A la altura de estación metro Miramar, justo cuando iba a iniciarse el cierre de puertas, un sujeto agarró una bolsa del suelo y la arrojó hacia el andén. Casi al cerrarse la puerta del metro, gritó “¡Señora!”. Una mujer mayor se alcanzó a dar por aludida, volteó la cabeza unos segundos, miró rápidamente hacia la bolsa pero siguió como si nada. Nadie más sobre el andén se dio por aludido. A medida que avanzaba el metro, se alcanzaba a divisar dentro de esa bolsa solitaria lo que parecía ser un paquete envuelto en papel de regalo. Qué contendría. A quien se le habrá extraviado. Regalo para quien. Nada de eso perturbará la imagen de la bolsa con el paquete de regalo abandonada a su suerte al filo del andén, casi cayendo hacia los rieles.
Una fanática de las teleseries se volvió viral al hacer público su descargo contra Mega por el final de Amanda. Decía sentirse estafada, y lo que es más sorprendente de todo, esperaba que para las futuras teleseries "no maten a la protagonista, ya que uno gasta tiempo electricidad etc. en seguirlos viéndolos". Luego de redactar su reclamo, se da el lujo todavía de exigir "como mínimo una postal con un saludo de los actores de ‘Amanda". Me pregunto acaso si ella pudo reclamar contra el final de una teleserie, con todo lo irrisorio que pueda resultar, uno podrá también quejarse contra un libro, volverse viral por eso y hacer de esa queja una suerte de nuevo meta género textual.