viernes, 27 de abril de 2018

Noticia reciente: unos auto denominados Incel, célibes involuntarios, han generado una rebelión. Según los medios, sería acción del resentimiento, de la moral del macho gama en contra de la del alfa. "¡Derrocaremos a todos los Chad y Stacy!" grita un tal Alek Minassian, al cual se le atribuye el atropello de personas en Toronto, y que toma como referente a Elliot Rodger, un asesino múltiple que el año 2014 protagonizó una masacre, motivado precisamente por su falta de suerte en el plano sexual amoroso. En la arenga, Minassian identifica a los Chad con los populares, los que acaparan toda la atención, y a las Stacy, con su equivalente femenino. Más allá del dudoso origen de esta conspiración virtual, no hay caso de Incels tan militantes y extremos como estos en Chile, al menos no a nivel público, pero el grupo Incel (o, mejor dicho, su denominación yanqui) responde, más que a un hecho de sangre, más que a un puro despliegue de violencia sociópata, a una cuestión de fondo, a un fenómeno mundial: el dilema del rechazado vs el integrado, lucha orientada por el carácter y la líbido ¿Pero qué será lo que los lleva a organizarse y matar? ¿El puro resentimiento? ¿Un mero impulso tanático? ¿Una inadaptación que estalla en forma de cólera? Cuántos otros Incel, anónimos, sin el coraje suficiente, criando un rencor silencioso. Y acaso, cuántos Incels históricos en el terreno del arte y, por qué no, de la literatura, no declarados, tal vez sublimados con el tiempo, solo que sin tal nivel de locura ni megalomanía.