martes, 10 de mayo de 2016

Todos los martes me levanto puntual a las 10. Lo que no quiere decir que me despierte a esa hora. Caso omiso del timbre del colegio de la esquina. Lo hago con la vaga esperanza de sortear el frío de la mañana. En realidad lo hago para consultar sobre una boleta de honorarios. Y para pagar la cuenta de internet móvil del teléfono. El sábado por la noche recuerdo que un tipo me decía que ya casi nadie trabajaba por placer. Si trabajaba a contrata entonces quería decir que no era otra cosa que un temporero. Un temporero de la educación. Un temporero para mucho pero por demasiado poco. El tiempo se pasa, se pierde o se gana, en divagaciones como esta.