sábado, 5 de junio de 2021

La verdad de la pandemia



“Hay quien confía en los políticos; otros, en los mensajes que difunden los medios de comunicación; algunos, en los consejos de su cantante o actor favorito. Yo no me fío de nadie. A lo largo de todos estos años he aprendido que detrás de lo que vemos hay otro mundo, también real, pero oculto, con sus propios intereses y sus modos de presionar a los gobernantes y a los ciudadanos para lograr sus propósitos. Ese mundo real e invisible lo forman seres con una psique distinta a la del resto de los mortales. Colaboran entre sí para volverse cada vez más poderosos, pero también pelean los unos contra los otros por ocupar el primer lugar en su ranking particular. Me estoy refiriendo al Poder con mayúsculas, ese que va más allá de lo imaginable y que se sirve de un arma fundamental: la mentira.

Hace diez años, en el libro que titulé Los amos del mundo están al acecho, escribí acerca de la utilización de las pandemias y del miedo irracional como estrategias para forzar cambios estructurales en las sociedades de todo el planeta. Esa fue la conclusión que obtuve tras la investigación exhaustiva desarrollada durante la llamada “pandemia” de la gripe A (2009-2010).

El objetivo esencial de lo que denominé la “táctica de la pandemia”, combinada con otros mecanismos de presión y manipulación, es la imposición de una especie de gobierno mundial. ¿Cómo forzarías a los habitantes del planeta a aceptar una situación que, en principio, no están dispuestos a aceptar? Asustándoles. Atemorízales con un virus global que nos afecte a todos para conseguir que las mismas medidas se adopten en todos y cada uno de los países del mundo. Un arma invisible, imperceptible, que nos persiga en las calles, en los supermercados, en los conciertos, en los campos de fútbol y que termine forzando la instauración de determinadas medidas políticas y sociales.

Y así llegó la primera: todos los países del mundo declaran el Estado de alarma.

Entonces comienza el susurro torturador de unas extrañas sirenas que te hablan al oído las veinticuatro horas del día y te amenazan no solo con tu muerte, sino con la de tus seres queridos si te atreves a ir a sus casas, porque, según dicen, portas la muerte dentro de ti. Te prohíben pisar las calles, pararte a hablar con tu vecino, pasear por las playas de mares azules, ir al monte a coger setas, tumbarte sobre la hierba fresca, respirar profundamente y sentir el calor del sol en tu cara mientras cierras los ojos y permites que te envuelva una cálida sensación de libertad. ¿Libertad? Divino tesoro. Todo lo que suena a libertad se prohíbe en nombre de la vida. Pero no nos engañemos. ¡Nada de esto se ha hecho en nombre de la vida! Es el poder. Es el miedo, causado por un monstruo invisible, que se instala en tus entrañas”.

La verdad de la pandemia, Cristina Martín Jiménez.