miércoles, 23 de noviembre de 2016

Prueba final

En esta siesta de una hora al llegar de clases, soñé otra cuestión extraña, para colmo, relacionada con el instituto. Estaban en una prueba final. La sala era difusa. Un espacio sin forma definida. Solo se apreciaban los alumnos en sus respectivos asientos, delineados no tanto con perfección sino que con orden. El profesor no se dejaba ver, porque era uno mismo observándolo todo. En las pruebas se apreciaban unas inusuales figuras geométricas a modo de ítemes, debajo de los cuales había líneas de desarrollo. Cuadrados, rombos, también círculos. Al otro lado lado de la hoja recién empezaba, digamos, lo estrictamente linguístico, con un texto largo, irreconocible en el sueño, que debían leer no recuerdo con qué fin. Uno de los alumnos, sorprendido ante tanta figura geométrica aparentemente sin sentido, preguntaba qué hacían allí, en una prueba de lenguaje. Que esto no era la psu de geometría. Lo decía entre angustiado y enojado, porque el tiempo corría sin una pronta respuesta. Ni uno mismo sabía el por qué de esa misteriosa prueba. Solo atiné a decirle que las figuras geométricas simbolizaban los puntos de vista. Que la prueba era fundamentalmente de literatura. En la cual los puntos de vista son la esencia de todo. El alumno volvía perplejo, sin entender un carajo, de vuelta a su asiento. El resto escuchó la explicación pero seguía impertérrito en el desarrollo. Una alumna dio la vuelta, observó hacia todos lados diciendo irónicamente: "pues no veo literatura por ninguna parte". Todos comenzaron a reír. Después de eso, el sueño acaba. Despierto. Tumbado sobre la cama, en una posición a todas luces incómoda. Era el cuerpo, un insalvable dolor de cuerpo que no había podido superar durante toda la noche. "El dolor no tiene forma", me dije a mi mismo. Al parecer, esta vez el punto de vista sí tenía que ver con eso. No había armonía entre literatura y geometría en el sueño. Tampoco la hay en esta pequeña realidad irregular y prosaica de fin de semestre.