martes, 22 de diciembre de 2015

La Navidad es triste para los pobres


El título de un cuento de John Cheever, "La Navidad es triste para los pobres". Un ascensorista soltero de Nueva York que vive solo en un apartamento y que justo ese día tiene que trabajar. Como un Bartleby tiene la misma respuesta para todos: "Para mí la Navidad no es una fiesta". Les cuenta con aflicción respecto a su supuesta ex mujer y sus hijos imaginarios viviendo un poco más lejos. Siente que con esa excusa puede sentirse menos miserable. Luego imagina la innumerable cantidad de personas que en ese preciso instante no cuentan con una familia con quien compartir ni menos con regalos que recibir. En un arranque de realidad vuelve a su labor. Hasta que los vecinos en el ascensor comienzan a preguntarle las preguntas de rigor. Y él insiste en su premisa inicial. De ese modo los vecinos comienzan a desearle felices fiestas y a llenarlo de regalos. El ascensorista agradece pero no puede evitar sentirse mal. Sensación mezcla de culpa y de nostalgia. Cree que ha abusado de la benevolencia ajena. Cree que en ese momento hay otros que necesitan lo que él ni siquiera ha pedido. De esa forma, se da un momento libre y como un Santa Claus recoge gran parte de lo que le habían regalado y se lo ofrece a su casera y a sus hijos. Ellos ya habían recibido lo suyo. No sabían qué hacer, estupefactos ante semejante avalancha de generosidad. La casera pensó un poco y decidió regalar las cosas que habían recibido del ascensorista a la gente de los barrios pobres de la ciudad. Cansada le pide a sus hijos le ayuden con esa labor. Como la propia casera señala: "obligados a una benevolencia dispensiosa un solo y único día".

Pienso en la figura del solterón que sufre la navidad como una fecha absurda la cual sin embargo, en un acto de conmiseración, logra sobrellevar, regalando lo que cree que no merece a gente que según él cree que sí lo necesita sin tampoco saberlo. Pienso también en los vecinos que vendrían siendo la gente anónima que influenciada por el espíritu de la fecha contagia alegría y bondad sin siquiera conocer del todo a las personas que acogen. Es un poco como aquellas personas que te saludan únicamente para fechas especiales, sin el conocimiento suficiente de las intenciones ni la honestidad necesaria. Finalmente, pienso además en la casera que concibe la fecha como un día normal donde extrañamente todos buscan una excusa para mostrarse más buenos y simpáticos de lo habitual. Aquellos personajes de Cheever en el cuento sobre la Navidad triste para los pobres no son, como se podría creer, simples retratos de personas desafortunadas que salen a flote durante una fecha especial, sino que arquetipos de personas que gracias a su autenticidad cruda permiten dimensionar una atmósfera más humana de la navidad, humana en el sentido de mostrar tanto el lado más amable como el más sórdido. ¡Cuántos solteros que para esa fecha trabajarán sin acaso tener su respectiva noche buena! ¡Cuántas caseras que su único panorama para esa fecha será cocinar y cuidar a sus hijos! ¡Cuántas personas anónimas que solo saludan por inercia y compran y regalan compulsivamente como si al otro día no tuvieran familia! Salir a la calle y encontrarse con cada uno de esos personajes, quizá sea el mejor regalo durante estos días, un regalo de Cheever para el mundo, un regalo literario, únicamente hecho de palabras y de realidad.