viernes, 9 de septiembre de 2022

El uróboro de Chile en los escombros de Valparaíso

Una figura de una serpiente uróboro con la forma de Chile fue instalada días antes del Plebiscito de salida en Valparaíso, en la esquina de la extinta Cruz Verde, entre Bellavista con Condell. Nadie sabe quiénes fueron los responsables ni por qué motivo la colocaron ahí. Lo único que se puede dilucidar, por el momento, es su simbolismo, bajo un contexto particularmente crítico. Aldo Meneses, profesor de historia, señaló que el uróboro ha estado presente en prácticamente todas las mitologías ancestrales y que tiene “relación directa con el tiempo y la infinidad del tiempo”. Representaría, en este sentido, la naturaleza cíclica de todas las cosas, pudiendo simbolizar un eterno retorno de lo mismo o bien una continuidad y un renacer. Para Meneses, una significación que se le puede dar al símbolo es que “el tiempo siempre vuelve (…) y que siempre va a estar presente”. O sea, tenemos que el uróboro vendría a simbolizar esa posibilidad de algo que vuelve o de algo que está pronto a cambiar. La serpiente, Chile, sería la encarnación de esa posibilidad, de ese devenir.

Ahora, si leemos la figura a la luz del contexto político, todo se refracta y entonces la serpiente se volverá el espejo sobre la cual se reflejará la posición vital de una determinada visión. Para quienes abogan por recobrar un estado de cosas previo al Chile de la asonada de octubre, la serpiente uróboro invocará el retorno de un tiempo perdido o destruido por una ola inusitada de violencia e insurrección. En cambio, para quienes impulsan un cambio radical y están comprometidos con el proceso revolucionario que se ha vivido, la serpiente grafica un nuevo comienzo, muy analogable al propósito de la Constituyente; o, ante los resultados del plebiscito del domingo, una denuncia artística contra un país que no ha hecho otra cosa que “morderse la cola”, en un ciclo permanente de autosabotaje.

Pese a estas consideraciones, el profesor Meneses llamó a considerar esta figura más como un símbolo y no como un augurio sobre lo que pasaría a nivel histórico con Chile de aquí en adelante. El símbolo por sí mismo es atemporal, y perfectamente puede evocar algo que ya fue y que puede volver a ser, o pronosticar lo que podría llegar a ser, a partir de lo que ya está siendo. Su aparición sobre las ruinas de la Cruz verde de Condell habla, en términos de Walter Benjamin, de la rememoración del pasado, que puede hacer de lo inconcluso, algo concluso, y de lo concluso, algo inconcluso. Pero, el solo hecho de situarse frente a esos escombros abandonados a su suerte, deja entrever que el tiempo mítico solo puede perdurar sobre el desastre de un destino mortal, sometido al arbitrio de las voluntades humanas.

El uróboro, así, continúa comiéndose a sí mismo, cada vez que recordamos aquellos momentos en que usábamos esa esquina estratégica como punto de encuentro y de reunión para luego sumergirse en la noche porteña. Tras cada engullir y cada ciclo, revive en nosotros el recuerdo de aquellas jornadas de placer, tragedia y desenfreno, pero también, la señal sobre una revuelta que nunca alcanzamos a avizorar y que abrió la puerta para el protagonismo de las nuevas fuerzas de la historia.

Sergio Fritz, al analizar la serpiente, dijo que empezaron a movilizarse estas fuerzas en un plano sutil, desde el esoterismo, tras la asonada de octubre. La serpiente que es Chile habría “despertado”, aunque ese despertar fue traicionado, por lo que el uróboro, bajo esta mirada, conllevaría un espíritu de revancha, posiblemente, en la forma de un “estallido 2.0” o en la forma de un retorno a un estado caótico, como si se tratase de un curso reprobado, un síntoma del Kali Yuga, una auténtica resonancia de la guerra espiritual que se está librando en el mundo, que no es otra que la crisis de Occidente.

La serpiente, finalmente, mudaría su piel, siendo el ocaso de sí misma o su propio renacer. Dicho esto, Chile ha tenido que aprender la lección con pundonor: dejar de devorarse a sí mismo y eliminar la piel seca. Sin embargo ¿cómo distinguir el espíritu de disolución del de regeneración? Se trata de que la serpiente manifieste su ciclo para pavimentar el camino de los hombres a través del tiempo, y en ese tiempo, cabe el nacer y el morir en cuanto estados de la consciencia.

Sin duda, algo murió aquel 18 de octubre y, a su vez, algo volvió a vivir. Hoy por hoy, pareciera que algo está a punto de renacer, algo latente ¿otra Nueva Constitución? ¿Otra “revuelta”? ¿Una nueva traición? ¿Un nuevo orden de cosas, a través del desorden? Nadie lo sabe, así como tampoco nadie supo qué pasó con la figura de la serpiente, ya desaparecida del plan de Valparaíso. Puede que ese haya sido el acto definitivo: simplemente desaparecer, porque el tiempo desaparece de golpe, como los hombres, y luego trasciende en la memoria y en lo absoluto.


Le pedí a una alumna, la poeta del curso, que escribiera un poema inspirado en una imagen. Prometió hacerlo y hoy me trajo su obra que paso a compartir con ustedes. Esta cabra es realmente buena:

Amor atómico

Respóndeme, amor
¿Hubiéramos sido explosivos juntos?
¿Hubiéramos sido tan locamente letales como un misil?
¿O hubiéramos sido una bala loca
Disparada contra la vida de los otros?
Yo sé bien lo que hubiéramos sido:
Hubiéramos sido una bomba contra el tiempo
Breves, pero eternos.
Habríamos iniciado una aventura
Sabiendo que ya tendría un final
Pero el corazón humano
Es realmente caprichoso
Y lo entendí por lo que sentí
Al verte por última vez
Y ahora pienso, pienso en lo que debimos haber hecho:
Fundirnos de una sola vez, el uno junto al otro
Antes de que nos consumiera la historia, con su fuego.

"La inminente ruptura mundial", Entrevista a Michael Hudson

"Los propagandistas estadounidenses llaman «autocráticos» a los gobiernos que mantienen los monopolios naturales como servicios públicos. Ser «democrático» significa dejar que las corporaciones estadounidenses controlen estas alturas de mando, estando «libres» de la regulación gubernamental y de los impuestos al capital financiero. Así, «izquierda» y «derecha», «democracia» y «autocracia» se han convertido en un vocabulario de doble lenguaje orwelliano patrocinado por la oligarquía estadounidense (que eufemiza como «democracia»)."

Para el crítico Jesús G Maestro, la literatura es la lucha por la libertad humana, y hay más actualidad en ella que en la prensa digital publicada hace sesenta segundos.