lunes, 10 de marzo de 2014

Extraña e inquietante la sequía de la mente, no sabes qué cresta va a salir de ello, mantiene un suspenso que en el fondo sabes cómo acaba (una especie de masturbación textual) , lo mejor cuando no existen expectativas, no está esa presión maldita no del mundo, este gira y envuelve, sino que del yo y de la imagen frente al otro... solo se recurre a los sentidos nuevamente, para luego dejar que el ansia cobre forma y escriba ciertas materias, no importando su resultado... no es el automatismo de los surrealistas, es solo la impotencia contra uno mismo que se sublima en forma de textos, claro está que resultan tanto motivo de vergüenza como de satisfacción, divagaciones de un pobre diablo que en vez de darle saliva a sus palabras le da tinta, y ya sueltas afuera vuelvo a respirar, un poco de placer para de nuevo quedar vacío, abrir nuevamente la ventana y pensar en la cita que se suspendió, por la tarde, y en la figura que coronará el próximo paso en falso.