jueves, 2 de abril de 2015

El hongo sagrado y la cruz

En la mañana como si se tratase de una revelación extravagante leo a partir de un artículo la tesis sobre el posible origen psicodélico de la cristiandad. El libro que sostiene esta tesis se titula "El hongo sagrado y la cruz" del filólogo John Allegro. En los años 60, y de forma coincidente durante la misma época del hippismo y la revolución lisérgica, plantea que en realidad Jesucristo no era sino un código para referirse a la amanita muscaria, una especie de hongo con propiedades psicoactivas que crecía en territorios palestinos, y exaltaba la imaginación de los cristianos primitivos con tal de conseguir el extasis de la experiencia divina. La tesis va todavía más allá, ya que de acuerdo a la teoría de Terence McKenna, la célebre manzana del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal podría de hecho ser considerada como el hongo ya citado por el autor, lo cual explicaría cómo los hombres "abrieron las puertas de la percepción" ingresando al mundo sensible. Lo anterior podría parecer de hecho el delirio de alguna de estas sustancias. Sin embargo, como hipótesis no deja de ser polémica, sobretodo para los sectores más ortodoxos. ¿Puede sonar acaso más disparatado que el huevo de chocolate incubado por un conejo? ¿Que la transformación del agua en vino? ¿Cuántas otras teorías en torno al misterio del crucificado pueden tener tal nivel de imaginación? Solo demuestra, a pesar del puritanismo de la Iglesia, que la relación entre la droga y la religión es más estrecha de lo que se cree. Invito a investigar, y si todavía nadie tiene qué comer durante estos días, a falta de carne, recuerde al hongo psicodélico.