domingo, 21 de agosto de 2022

Daria Dugina, la nueva mártir de la causa eurasianista.

Daria Dugina, la hija de Alexander Dugin, filósofo ruso, fue asesinada luego de explotar el coche en el que andaba por las carreteras de Moscú. Denis Pushilin, el líder de la república popular de Donetsk, denunció al Gobierno de Kiev como presunto culpable del atentado. Ella, Daria, había sido incluida en una lista negra del Reino Unido por “apoyar políticas de desestabilización de Ucrania”. Sin duda, una muerte inocente, un cruento e injusto hecho de sangre y un impactante golpe para el que es conocido como el filósofo, analista y estratega político ruso más importante en el mapa geopolítico y considerado líder y defensor del llamado Eurasianismo. Emmanuel Carrère describió así a Alexander Dugin: "Es [...] fascista, solo que no es un joven torpe y enfermizo, sino un ogro. Es grande, barbudo, peludo, anda con los pasos ligeros de un bailarín y tiene una manera curiosa de equilibrarse sobre una pierna […]. Habla quince idiomas, lo ha leído todo, bebe alcohol a palo seco, tiene una risa franca y es una montaña de conocimiento”.

El pensamiento de Dugin se sitúa en contra del bloque liberal occidental, representado por la hegemonía estadounidense. De esta forma, se le identifica como una especie de “nuevo Rasputín” o como el “consejero de Putin”, en un contexto especialmente decisivo, de cara a una probable Guerra Mundial. Para Dugin, la guerra contra el bloque liberal occidental apuntaría a defender la tradición rusa, mediante la teoría de un mundo multipolar (léase “La Cuarta Teoría Política”) en el cual el polo atlantista pierda su hegemonía para dar lugar a múltiples polos, cada uno con su propia civilización. "Nosotros, los conservadores, queremos un Estado fuerte y sólido, queremos orden y una familia sana, valores positivos, el refuerzo de la importancia de la religión y de la Iglesia en la sociedad”, rezaba Dugin en una de sus declaraciones hechas para un medio digital ruso, Nakanune, el año 2012. Su hija Daria, que en paz descanse, siguió fielmente los pasos de su padre, siendo una activa promotora de la causa eurasianista. El jueves, dos días antes de su muerte, había dicho, en un programa de la televisión estatal rusa, que “el hombre occidental vive en un sueño, un sueño que obtuvo de su hegemonía global”.

Daria Dugina fue una de las autoras de un libro sobre la guerra en Ucrania, llamado El Libro Z, por la letra que llevaban pintada los blindados rusos. La escritora había declarado, en una estación de radio rusa, que la planta de acero de Azovstal, donde la resistencia hizo su último movimiento, estaba llena de “satanismo” y “energía negra”. Esta referencia mística y esta evocación sobre fuerzas oscuras y mágicas en tiempo de guerra me remitieron de inmediato a True Detective y a Apocalipsis Now. En efecto, la zona de Kiev, convertida prácticamente en una zona cero, podría ser aquella Carcosa, aquel lugar sórdido y tenebroso envuelto de horror y de brutalidad, el lugar expuesto donde la pulsión de muerte se vuelve el tópico gravitante.

Daria apoyaba a su padre en esta cruenta lucha ideológica. Justo algunas horas antes de su muerte, planteó, ante una locutora rusa, una osada tesis sobre la guerra en Ucrania como un inevitable choque de civilizaciones. “Esto es totalitarismo liberal, esto es fascismo liberal, esto es totalitarismo occidental”, había dicho, concluyendo que dicho totalitarismo “ha llegado a su fin”. Lamentablemente, la guerra no reconoce otro protagonismo que la fuerza y el poder. El que consiga imponerse, por los medios que sea necesario, logrará vivir para contar su relato, su historia escrita con la sangre de sus enemigos. Sin embargo, en este campo, nadie sale incólume. Lo que se dice victoria es solo la victoria pírrica del que se sacrifica ante sus superiores para conseguir un poco de gloria terrenal. Lo que se dice derrota es solo la constatación de la voluntad de poder en su expresión más hórrida, o bien, solo el cruel teatro del mundo bajo el espectáculo de un Dios indolente.

La entusiasta Daria, activista de la causa eurasianista, actuando con total arrojo, aunque siempre a la sombra de su padre, no conocía otro horizonte que el ideal geopolítico de un mundo multipolar, y eso le valió experimentar la intensidad heroica del que deja su vida por algo superior a su existencia. Hay que ver más allá del velo mediático. Daria se volvió, sin desearlo, otra de las almas que alimentarán la gran fogata del Dios de la Guerra, el gran Leviatán de nuestro siglo. Ella ahora es la mártir de una verdadera lucha espiritual por la trascendencia de los principios y valores tradicionales, en el fuego cruzado de unos poderes en las sombras que buscan, a toda costa, mantener dormida la consciencia y disminuido el espíritu humano.






"Mis ilusiones se destruyeron/pensé morir”. Zalo Reyes.

Vuela gorrión y seguiremos escuchando tus cantos elegiacos.