sábado, 4 de marzo de 2023

"Creo que es importante ser consciente de la responsabilidad ética que conlleva escribir ficción", responde la IA de Chat GPT ante la instrucción que le di para escribir relatos con cierta temática sensible o políticamente incorrecta. Después de varios intentos, la propia IA proponía realizar textos con un final distinto o un giro sorprendente para compensar su renuencia a las solicitudes iniciales. Evidentemente, hay un patrón integrado en la IA que la limita al momento de generar un texto de carácter literario. Si bien produce textos cohesionados y gramaticalmente bien construidos, replica cierto molde preestablecido por una base de datos e incluso limita el contenido semántico de sus temáticas, todavía sin esa cuestión disruptiva que tanto caracteriza a la literatura, digamos, "orgánica", esa cosa que tiene de íntima y descarnada, de transgresora de límites, ese pathos tan humano. A todas luces, el arte de la palabra sigue siendo la "piedra de tope" de la IA, pero démosle el tiempo y el aprendizaje suficiente para que "revolucione" su capacidad de asociación y pueda trascender el mero plano de la superficie textual. Aun así, le haría falta eso que llaman los teóricos, "contexto de producción", es decir, las circunstancias vitales que rodean la obra, su situación de enunciación concreta. Solo démosle una mente, un corazón y un espíritu, en suma, una vida, a este remedo de escritor total, a ver si en un futuro transhumanista puede llegar a "crear una obra" que supere su propio canon, que contribuya, con su pluma aceitada, con su bot entrenado, al ilimitado universo de la ficción, y no caiga, de manera automática, al papelero del metaverso, como ya lo han hecho tantas otras obras desconocidas, rotas siquiera antes de ver la luz.