domingo, 20 de diciembre de 2015

En un afán por hallar algún pasaje revelador que me empuje a escribir, saco del estante el libro de Pauwels y Bergier, "El planeta de las posibilidades imposibles". Me encuentro con una frase de Victor Hugo que dice: "Sempiternamente, el sin fin rueda hacia el sin fondo". Tampoco hay una explicación para el hecho de dar con esa frase. Si nos pusiéramos a analizar los múltiples factores que propician cualquier acción no se podría hacer nada, la idea del azar nos hace ligeros, alivia por un momento la pesada carga de la causalidad, como el mismo libro que una vez leído se desprende de las manos. Entonces cada quien imagina significados y levanta castillos en el aire, busca hacer una novela a partir de su falta de causalidad. Pensar que si el libro no hubiese caído en el piso de la pieza tendría posiblemente otro destino. En una realidad paralela podría estar cayendo sin fin, como la frase de Hugo, o quizá haya sido leída por otra persona, querida o no, en ese mismo momento o en el instante en que cae justo en sus manos, o simplemente lo que estoy escribiendo puede que no tenga fin ni fondo, y otro ya lo haya pensado. Le pongo punto a este texto solo como una pretensión de acabar con algo, de hacer posible una imposibilidad: la de constatar algo único.