lunes, 17 de febrero de 2025

Se nos fue la leyenda, la intérprete de la canción de despecho definitiva. ¿Quién no le cantado "rata de dos patas" a su ex? ¿Quién no ha rebajado a categoría de bestia a ese ser odiado, otrora amado, o precisamente, odiado por amado?
Arranqué de la luz del Sol y me guarecí en las sombras, cuando caminaba por el plan. Cualquiera pensaría que se trata de un vampiro, pero no: solo evitaba que me subiera la temperatura y me diera jaqueca.

La inaudita conexión simbólica entre la muerte de David Lynch y la muerte del pez abisal

Podrá parecer una locura, pero advierto una conexión simbólica entre la muerte de David Lynch y la reciente muerte del pez diablo negro de las profundidades abisales. Recordemos que Lynch, aparte de su carrera cinematográfica, se dedicó a la meditación trascendental.
En su libro "Atrapa al pez dorado" se deja leer una de sus frases más icónicas: "las ideas son como peces que atrapamos dentro de nosotros. Si quieres atrapar un pez pequeño, quédate en la superficie del agua; si quieres atrapar un pez de los más puros y poderosos, ve a lo profundo".
Lynch siempre quiso buscar el pez más grande, y para eso se sumergió en la fosa del inconsciente humano, en el terreno abisal de la psiquis. "Hay peces para todo", decía el maestro. "Todo, cualquier cosa, surge de nivel más profundo. La física moderna denomina a ese nivel campo unificado. Cuanto más se expande la conciencia, más se profundiza hacia dicha fuente y mayor es el pez que puede pescarse”.
El que el diablo negro haya alcanzado dominios cercanos a la superficie del mar, aun a costa de su propia vida, incluso en contra de su propia voluntad, arrastrado por las corrientes o atacado por alguna enfermedad que lo obligó a abandonar sus terrenos, ha tenido un alcance mucho mayor al de su propia realidad biológica.
Su muerte alcanzó un grado de singularidad tal que fue romantizada e idealizada por las personas que proyectaron en el diablo negro sus más íntimos anhelos. Transmutó su esencia, de densa y opaca a etérea, de oscura a luminosa, aunque fuese por un motivo circunstancial y apócrifo. Tal como en las películas de Lynch, hubo en la corta vida del diablo negro un contrapunto de luces y sombras.
La muerte del pez abisal fue lynchiana, en sí misma, o bien pudo haber sido una escena de la vida real, dirigida por el propio espíritu del director, una idea onírica que atravesó la turbulencia de la vida para renacer en la imaginación de sus espectadores.