lunes, 8 de febrero de 2016

Esa hora en que no se sabe si es demasiado tarde o todavía muy temprano, en que no se sabe si echar un pie atrás o seguir despierto...

El Ruende



A través de un amigo me entero de la existencia del Ruende, ser legendario de Chiloé con apariencia canina que proporciona exclusivamente ayuda a los hombres desafortunados en cuestiones sentimentales, hombres en general feos, sin actitud ni cualidades suficientes, otorgándoles la pareja femenina que deseen mediante un extraño rito. Ellos deberán acudir a un árbol llamado "Tique” durante cuatro días específicamente en medianoche invocando su nombre. El hombre que ha acudido al Ruende tendrá que señalarle a la mujer que desea conquistar y la criatura supuestamente irá a su casa, para hipnotizarla e infundirle una sustancia con el nombre de "Llapuy" que tiene cualidades afrodisíacas. Una vez que la chica se haya tragado esa sustancia quedaría embrujada y cautivada por el Ruende, y este la llevaría con el hombre que la desea, para así entregarse ciegamente a él, enamorada, creyendo que se trata de la criatura que una noche la poseyó en la oscuridad. Es increíble la mitología chilota, una en que incluso los feos, los desposeídos por el amor y por las mujeres tienen su culto secreto, su magia negra y su superstición. El Ruende vendría siendo algo así como el deseo, el impulso primitivo, sabiamente representado por el perro, figura, en su justa medida, freudiana, (equivalente al ello). En la Roma clásica la criatura que simbolizaría al deseo del amor sentimental es Cupido, representado por un bebé alado armado con una flecha. En ese contraste entre el Ruende y Cupido se puede ver la abismante diferencia entre la cosmovisión del chilote y la del romano antiguo. El Cupido no tiene esa cualidad de criatura mágica, tiene más bien una propiedad metafísica que ha superado la vieja mitología. Si una pareja logra espontáneamente el amor, se dice que fue Cupido el que los flechó. Si un hombre o una mujer, desgraciados en el amor, se consagran a Cupido, puede que este los fleche con la persona que sería su alma gemela. Con el Ruende, en cambio, se trata nada más que de los hombres, y no cualquier hombre, sino que de los feos y los rechazados, aquellos sujetos que, si no fuera por el auxilio mitológico de la célebre criatura, no tendrían ninguna oportunidad con el sexo opuesto. El Cupido es una versión idílica del amor sensual. El Ruende encarna el deseo salvaje masculino. El deseo latente de todos aquellos que por su condición han tenido una suerte deplorable en al amor. En la Roma antigua, un feo no tendría oportunidad alguna. Simplemente sería desterrado por Cupido sin ninguna otra explicación que su fealdad. Donde solo hay puro deseo sexual sin amor no está Cupido. El Ruende entra allí donde Cupido hizo la vista gorda, donde erró su puntería. La brujería del chilote le demuestra a los feos que con la voluntad mágica de torcer la realidad todo es posible. No existe, que yo sepa, ningún equivalente al Ruende en ninguna otra cultura. La imaginación de los feos es tal y su desesperación y mala suerte tan milenaria, que se vieron en la obligación de crear una criatura de leyenda para saciar su más urgente necesidad. De ahora en adelante, sabiendo ya todo eso, declaro también un día para los que invocan el nombre del Ruende, para los hombres que no conocen el amor, para los que solo desean conquistar a la mujer de sus sueños. Ese día será el día de los ruendistas.