lunes, 20 de marzo de 2023
Ciudades de quince minutos y Metaversos: los "No lugares" del Nuevo Orden
En primer lugar ¿qué son las
ciudades de quince minutos? El mismísimo Daniel Jadue quiso implantar esta idea
en Recoleta, la misma idea confeccionada por el urbanista colombiano Carlos
Moreno. Las ciudades de quince minutos se dice que tienen por objeto hacer la vida
más fácil a sus transeúntes y ciudadanos, al establecer que todo esté al
alcance de todos en ese reducido lapso de tiempo, cosa, en apariencia,
benéfica, para evitar los atochamientos vehiculares, para economizar tiempo
valioso, para agilizar la vida diaria y, cómo no, para evitar la contaminación
excesiva, pero lo que no te dicen es que el costo de esa maravilla será reducir
tu movilidad con la excusa de la reducción de la huella de carbono. En el Reino
Unido, ya se han probado planes pilotos para este tipo de ciudades artificiales
y sostenibles. El resultado está a la vista: instalación de cámaras de
hipervigilancia, (al más puro estilo chino) con el fin de vigilar a quienes
infrinjan el límite de movilidad permitido y además con el propósito de
desincentivar, poco a poco, de forma solapada, el uso de automóviles privados.
Al querer eliminar la congestión del tránsito vehicular se busca eliminar los
factores de riesgo de la emisión de CO2, ¿pero a qué costo? El costo, a largo
plazo, será el de la promoción de autos eléctricos (todavía más caros para el
bolsillo del trabajador promedio) e, incluso, el de restringir a los propios
trabajadores la posibilidad de ser dueños de sus propios vehículos, garantías
de independencia y de libertad de movimiento en una sociedad cada vez más
demandante, sobre todo y considerando la hipocresía de las mismas elites que,
desde el Foro de Davos, impulsan estas medidas y, en cambio, se desplazan
libremente en jets privados por todo el orbe, prueba irrefutable de que ellos
mismos, en el fondo, no creen en el relato catastrofista y mesiánico que
quieren aplicarle al resto de forma unilateral, sin contrapeso y en consonancia
total con las agendas a su conveniencia.
Todo redunda en que, a la larga, las
elites utilizan la consciencia medioambiental con fines políticos vetados al
ojo público. Ya se ensayó un confinamiento total en las casas, con la excusa de
la pandemia. Ya probaron que la mayoría de la gente está dispuesta a obedecer
sin chistar y a sacrificar su libertad en nombre de un pretendido bien común no
del todo definido. Ahora, arremeten de nuevo y ensayan un confinamiento en las
propias ciudades y en los barrios, solo que con la excusa de la alerta
climática. Con ese relato se promueve que tú aceptes todos y cada uno de esos
controles. Así lo decía el político español Jorge Buxadé: “es una medida para
restringir la libertad de las personas y el tema medioambiental les sirve de
cobertura ideológica y argumentativa. Nada más”. El debate ya está instalado.
Con los incendios ocurridos en el Sur de Chile se está incentivando a que las
personas que todavía prefieren vivir en el campo y no tienen los recursos para
migrar a las ciudades, lo hagan. Algo, por cierto, muy oportuno. Ya ha habido protestas
contra las ciudades de quince minutos en Oxford, Inglaterra, en un fenómeno similar
al de los camioneros canadienses contra las leyes sanitarias de carácter
draconiano. No faltará mucho para que estos Gulag urbanos se quieran implantar
en Chile, sala de ensayo del Nuevo Orden, gracias a nuestros queridos políticos
progresistas. Habrá que salir de nuevo a las calles, tal como ocurrió durante
las manifestaciones contra la dictadura sanitaria.
Los “no lugares” de las ciudades
de quince minutos saltan a la vista, ¿Pero qué hay del Metaverso? Guido Girardi,
ex senador y militante del PPD, ha hablado abiertamente en los medios sobre el
auge de las nuevas tecnologías de vanguardia y su posible aplicación en la
realidad de los chilenos. Ha legislado sobre neuroderechos y ahora está
instruyendo respecto del “Metaverso”, idea impulsada por el mismo dueño de
Facebook, Mark Zuckerberg. En una entrevista, Girardi explica que el Metaverso
es una especie de universo virtual sin hipotéticas limitaciones, uno en donde “los
más pobres van a vivir en el mundo virtual y los más ricos en el real” (sic), un
mundo simulado donde todos vamos a poder hacer todo lo que queramos. Por
lógica, un diseño simulado de un mundo donde vamos a poder hacer aquello que no
podemos hacer del todo en el mundo real. Claro está, otro experimento elitista
que nadie pidió y que nadie votó. Giradi habla de manera entusiasta sobre el
metaverso con la convicción de que los más pobres, los más necesitados, podrán
ser felices, pero solo virtualmente, algo que entra en consonancia directa con
la relamida leyenda del Foro Económico Mundial “no tendrás nada pero serás
feliz (en el metaverso)”. Al escuchar sobre esta realidad de pobreza y de
riqueza virtual, me acordé de inmediato de la película Ready Player One, en la
cual se mostraba un futuro distópico donde los personajes vivían en una ciudad
llena de escombros, pero con conexión inmediata a un Metaverso en el cual ellos
podían elegir ser los avatares que quisieran. La película es del 2018. ¿Habrá
sido una predicción programada o un ensayo para los que se nos viene?
Sin duda alguna, Giradi se ha
convertido en el gurú chileno de los neuroderechos y las tecnologías de punta
del progresismo. Hace poco, Congreso Futuro organizó para marzo un Seminario
Internacional sobre Metaverso de manera inmersiva. Allí se tratará, a nivel de
Estado, el tema metaversal, lo que demuestra que el Metaverso es quizá la obra
de ingeniería social más grande del siglo XXI, y que confirma la gran alianza
entre las Big Tech y el poder político, para llevar el control sobre nuestras
vidas a otro nivel nunca antes conocido. Conforme avance la automatización de
los trabajos y los servicios, el problema futuro será qué hacer con la gente
desamparada y desempleada. He aquí que la idea del Metaverso entra como
solución salomónica. Repítase lo que dijo Girardi: “los pobres van a vivir en
el mundo virtual, y los ricos en el real”. En definitiva, las elites querrán
quedarse con la realidad, con tu realidad y relegarte a su trampa virtual, donde
serás libre y feliz en una simulación eterna, en la más pura línea de un
episodio de Black Mirror. Querrán hacer de ti un “yonqui del Metaverso”. Ese
gigantesco “No lugar”, esa simulación de proporciones digitales será un escape
a la pobreza personal y a la pobreza material. Será un paraíso apócrifo, la más
ambiciosa obra de un demiurgo informático.
Bajo la crisis del propio
capitalismo, se pondrá en marcha el Gran Reseteo del sistema. He aquí los
ensayos de un Nuevo Orden impulsado por los promotores de la llamada Cuarta
Revolución Industrial. Usted decida si quiere seguir aferrado a las ciudades
orgánicas que marcaron su vida o si quiere relegarse a un universo digital y
ficticio para no tener que enfrentar el mundo real, hipotecado por completo y
para siempre.