jueves, 19 de noviembre de 2020

Se precipita el clímax político para este año vírico. En Chile, una sucesión de eventos que han ido mermando la ya alicaída credibilidad del oficialismo. Me refiero a eventos como lo del caso Pío Nono que apunta a Carabineros; luego, el lapidario triunfo del Apruebo contra el Rechazo, ante un gobierno cada vez más dividido; después, el segundo retiro del 10% de la AFP, el cual, ante su avance vertiginoso, el Ejecutivo intenta poner freno mediante una grosera letra chica; y, por último, la remoción del general director de Carabineros, Rozas, por parte de Piñera. Todo apunta a que la crisis está infectando el sistema inmune de una institucionalidad cada vez menos asertiva y más errática. En Estados Unidos, mientras tanto, ganaba Biden frente a Trump, enfrentando un año de conspiraciones y levantamientos en su contra y tras una polémica jornada marcada por un supuesto fraude electoral. ¿Qué relación existe entonces con la seguidilla de acontecimientos ocurridos en Chilito, aparte de su sincronicidad temporal? Pues que constituye el contexto idóneo de una época de convulsiones y convalecencias no solo fisiológicas, también de enfermedades ideológicas, de contagios discursivos y de panaceas apócrifas. Puede que el famoso bicho haya sido una aberración fenoménica demasiado coincidente con el devenir de nuestra historia reciente; o bien, el necesario síntoma de una sociedad que se encamina poco a poco a cambios abruptos o giros dramáticos. De camino al 2021, todo se avizora como la antesala de una función mucho mayor. Es cosa de pensar en la elección de los posibles constituyentes de la nueva hipotética Carta Magna, o en el futuro del mandato de Piñera (pronto a acabar) en paralelo al triunfo demócrata en USA. Da la sensación que con este 2020 solo finaliza un primer acto de una gran obra, para dar paso a otro. Veremos si logra hacernos sintonía en medio del caos o si nos volverá a provocar otra brutal disonancia cognitiva.