viernes, 30 de noviembre de 2018

El secretario al momento de pasarme las lucas dijo lo siguiente: "No se olvide de depositar en la Teletón". Tomé las lucas rápidamente, y cuando me volteé, el compadre se infló las mejillas e hizo un gesto como de ensancharse el estómago. La referencia se explica por sí sola.

The Haunting of Hill House

La cuestión con The Haunting of Hill House es que acá el terror y lo sobrenatural, si bien parte del lugar común de la casa embrujada, releyendo la obra de Shirley Jackson, más adelante adopta un rol vicario en donde los principales horrores son los que acompañan a los hermanos ya de adultos en el transcurso de su vida. Ellos salieron de la casa, pero la casa nunca salió de ellos, en definitiva. Los fantasmas, como diría Steve, el hermano escritor, son miedos pero también pueden ser deseos. Cada uno de los espectros de Hill House compone un linaje secreto que conspira y que amenaza, pero que también conforma el escenario psicológico de sus propios moradores. Y la trama en la serie adquiere, de esta forma, ese carácter fantasmal, porque cada uno de los hermanos figura aún ligado emocionalmente a lo vivido en esos años de infancia. Vuelven una y otra vez sobre aquel tiempo, sobre aquel espacio, retrotrayendo su pasado, invocando sus propios demonios interiores, aún determinantes en su presente. Al tratar de atar esos cabos y de hilvanar el entramado de sus heridas, los hermanos deben enfrentar el meollo de sus conflictos personales, siendo sublimados en un constante juego de sombras y contraluces, mediante la ficción como recurso, en el caso de Steve, o, mediante la aparición post mortem, en el caso de Nell. La línea divisoria entre lo real y lo ficticio, entre el sueño y la vigilia, de hecho, entre la vida y la muerte, se hace tan tenue que le resta al espectador agudizar la mirada y ampliar la perspectiva, siendo en el proceso un cómplice o, incluso, por qué no, otro fantasma, tratando de proyectar su propio deseo. Los que quieran ver en Hill House una especie de refrito de Actividad paranormal, saldrán defraudados, o, como mucho, curados de espanto. Los que quieran ver en él un típico dramón familiar, saldrán sorprendidos, porque en la serie la degradación existencial de los habitantes de la casa es lo que prima, su sueño americano carcomido por dentro, su corrompido deseo fantasmático, su vida que mira hacia la luz del exterior, pero que no escatima en hurgar en la oscuridad de su interior.


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