sábado, 26 de diciembre de 2020

Mi madre llamó diciendo que se hizo el examen PCR y dio positivo. Al ir a verla la Nochebuena, figuro como sospechoso portador de Covid, por lo cual fuimos registrados ambos en el Minsal con tal de hacernos un seguimiento. Al rato, llamó una secretaria del Minsal haciéndome una serie de preguntas y estableciendo que debía permanecer en cuarentena desde hoy, por lo menos hasta que pasara el tiempo, como medida preventiva. La secretaria me dio a elegir dos opciones: ser desplazado hasta una residencia sanitaria con alimento y cuidados, o residir en la propia casa, totalmente encerrado, bajo supervisión a distancia. Le dije que optaba por la última opción. Al final, tengo que forzosamente enclaustrarme, aceptando una suerte de cautiverio domiciliario. Primera vez en todo el año que me aplican esta medida en calidad de posible agente portador. Biopolítica del cuerpo, microfísica del espacio. Afortunadamente, tengo demasiadas cosas en las cuales invertir todo ese tiempo de aislamiento y soledad. La idea de permanecer dentro por razones que me exceden, con el Estado accionando sobre mi voluntad y libertad de decidir, en pro del bien común, y con esa sensación corporal de incertidumbre respecto a mi convalecencia o potencial susceptibilidad al virus, me deja doblemente perplejo, pero no es nada comparado con lo que han vivido muchos otros, durante todo este año, en circunstancias extremas. Lo que sorprende es que esto que yo creía ajeno, lejano, demasiado público, haya invadido mi intimidad precisamente ahora, en esta coyuntura existencial. Es ahí donde realmente se toma conciencia, y su perturbación impele a obrar en pro de uno mismo y, por consiguiente, a favor de los otros, conservando la distancia. Paradójico sentimiento este de ser sospechoso portador: solo se puede palpar la existencia del virus, sintiéndola venir en uno y concibiéndola en los demás, y solo se puede desear la salud de los demás, manteniéndose distante, fuera del espacio del otro. (Te protejo de mí. Te protejo en cuanto me alejo de ti). Uno, en cuanto enfermo latente, permanece a la expectativa, aguardando estoicamente la evolución de este estado de cuarentena, acarreando consigo una batalla orgánica o solo su hipotética sugestión.