En los últimos tiempos la cultura rock se ha visto envuelta en una espiral de corrección política y sumisión altamente vomitivas. La mayoría de artistas de este género se han bajado los pantalones abrazando todos los delirios del régimen esquizo progre reinante por miedo a perder su espacio bajo el foco mediático de turno.
Sin embargo, esta tendencia está empezando a cambiar. Algunos rockeros de renombre en Estados Unidos y Reino Unido han comenzado a posicionarse contra el adoctrinamiento y la ideología woke, mostrando su rechazo a la actual cultura de la "Cancelación".
John Lydon (Sex Pistols), Morrissey (The Smiths), Noel Gallaguer (Oasis), Van Morrison, Winston Marshall, Ted Nugent, Gene Simmons (Kiss) o James Hetfield (Metallica) son algunos ejemplos de este nuevo fenómeno al que algunos han dado en llamar Rock Anti Woke.
Cada vez más figuras públicas empiezan a sumarse a este rechazo de la corrección política y la censura. No se trata de una postura ideológica sino de un grito de independencia frente a un sistema que intenta homogeneizar el arte para convertirlo en un instrumento de propaganda al servicio del estado.
El futuro de la cultura rock pasa por recuperar el espacio de la disidencia, por volver a ser un género musical que no se someta a las reglas impuestas por el sistema, los medios o las grandes corporaciones. Defendiendo la libertad creativa, la autenticidad y la rebeldía como única hoja de ruta posible.
No existe nada más repugnante, bochornoso y esperpéntico que un artista de Rock al servicio del aparato de propaganda del estado sea cual sea su color político o ideológico.
El Rock and Roll nació para desafiar al sistema y escupir a la cara de los poderes derechosos e izquierdosos por igual y no para comulgar con religiones o consignas políticas. El Rock and Roll es el rugido de lo indomable, el latido de lo salvaje y el grito de guerra de los que jamás aceptarán someterse.