domingo, 8 de octubre de 2017

Enter Sandman

Imaginé que en una disco flaite, a altas horas de la madrugada, casi al estar cerrando la pista de baile, en lugar de los lentos, sonaba de la nada, y de manera imprevista, Enter Sandman de Metallica. Los asistentes, en vez de huir despavoridos, como era de esperarse, o de patear la perra ante el cambio radical de ritmo, increíblemente comenzaban a vacilar la música, imbuidos de una energía incontrolable, al punto de ser poseídos, sin dominio de sí mismos. Ya agotados de tanto cabeceo y movimiento errático, y al acabar por completo la canción, todo en la disco parecía contraerse de manera progresiva, hasta que la realidad acabó poco a poco desintegrándose en un misterioso vórtice negro. Todos cerraron los ojos intentando borrar la pesadilla. Al abrirlos no quedaba otra cosa que un gran vacío, y no se escuchaba otra cosa que un insufrible silencio.