lunes, 5 de junio de 2023

Lo loco, bizarro y pintoresco de tener todavía un blog de escritura (en modo diario y bitácora) es que, después de tanto tiempo vigente, te siguen lectores y visitantes desconocidos. De repente, te llega algún comentario random, el cual pasa por el cedazo del autor, obviamente. El otro día una "usuaria desconocida" me comentó: ¿Y si la vemos? a un artículo sobre los Cuarenta años de Possession (1981) de Andrzej Zulawski. El comentario me causó gracia, aunque a la vez intriga. ¿Quién habrá comentado? ¿Alguien que sigue el blog o alguien que llegó al artículo de forma casual? Uno se pregunta cuántos de esos usuarios entran y husmean en la página quizá con qué intenciones, pero a la larga se asume que el blog, al ser público, será sometido al escrutinio cercano y también anónimo. De lo contrario, solo se contaría con un bloc de notas o con un diario de vida sellado con cerradura, cuestiones legítimas aunque muy distintas de la lógica de umbral del blogspot, con esa calidad de bisagra indiscreta entre el adentro de la página isla y el afuera del océano virtual.
"El deber moral del poeta es restaurar la precisión: la precisión es la verdad", decía Mark Strand. Y hay quienes se dicen poetas y no tienen empacho en mentir con saña. Entonces, no cumplen su deber moral.
El cabro llamado Dante me dijo, esta vez, una frase de su homónimo poeta florentino: "Yo no caí del cielo, ¡subí del infierno! “. Luego, sin más, salió de la sala, rumbo al patio del colegio, vacío.