“La célula de Viña es la primera que comenzó a operar en Chile” ha dicho el escritor Carlos Basso, preguntado sobre el tema de su reciente libro "Nuestro pedacito de cielo: el nuevo crimen organizado en Chile". Un tema contingente y altamente polémico.
"En las favelas de Río de Janeiro existe una máxima: “Quien tiene miedo de vivir, no nace”. Y es que el miedo no es extraño en una metrópolis donde -como la retrata la película Ciudad de Dios-, las muertes violentas a manos del crimen organizado están lejos de ser heroicas o románticas, y se juega al fútbol con una pistola en el bolsillo. Realidad asociada al narcotráfico que se extiende por Latinoamérica y que hoy también golpea a nuestro país y la Región de Valparaíso. En ese contexto, Carlos Basso, periodista chileno y doctor en Literatura Latinoamericana, autor del libro “Nuestro pedacito de cielo: el nuevo crimen organizado en Chile”, de Editorial Planeta, cuenta a La Estrella sobre su investigación.
¿Por qué este fenómeno del crimen organizado se percibe al alza en Chile?
La pandemia fue un catalizador para que varias organizaciones criminales transnacionales, que antes de ella ya experimentaban en países de distinto origen, se asentaran en nuevos destinos. Pues organizaciones como el Tren de Aragua (TDA), originaria de Venezuela, tienen como su principal negocio el tráfico de migrantes y la trata de personas con fines de explotación sexual. De ese modo, cuando el TDA se dio cuenta que había una enorme oleada migratoria en marcha, lo que hizo fue apoderarse de todas las “trochas” (pasos clandestinos) entre Venezuela y Chile, y cobrar a los migrantes por llevarlos a su destino, para así, una vez en ellos, poder explotar sexualmente a muchas mujeres.
A juicio de Carlos Basso, en la Región de Valparaíso, “se han hecho muy buenas investigaciones por parte de las policías”. Aquí asoman casos bullados en la prensa que dan cuenta de células desbaratadas que tenían plazas, inmuebles y zonas tomadas. Y explica Basso: “Especialmente en lo relativo a la llamada célula de Viña del Mar, que efectivamente ejercía lo que se denomina como control territorial depredatorio en varios sectores, pero, por sobre todo, en uno de los edificios llamado “Las Tortas”, en Villa Alemana, donde desplegaron el mismo repertorio visto en Arica, en Santiago o en Talca. Así lograron ir más allá, convirtiéndose en las autoridades del sector, desplazando a los dueños de los departamentos, cobrando arriendos, luz y agua en forma ilegal, y utilizando esos espacios para poder realizar su oscuro negocio".
Carlos Basso y nuevo libro “Nuestro pedacito de cielo”: “El Tren de Aragua es como una metástasis”