domingo, 17 de enero de 2021

Con el bloqueo de la cuenta de Twitter de Donald Trump y la censura a sus publicaciones sobre la toma del Capitolio por “incitación a la violencia”, está sucediendo, en parte, lo que Byung Chul Han ya predijo el año pasado, en su texto “La emergencia viral y el mundo del mañana”, a propósito de lo que sucedía en China: el auge del Big data por medio de la vigilancia digital. Lo que él llamó, “psicopolítica”, control del pensamiento bajo una supuesta democracia como fundamento de la vida en sociedad. Así, comienza a problematizarse el concepto mismo de sociedad libre y abierta. 

“Por lo común se dice que las compañías tecnológicas son libres para regular sus contenidos porque son privadas y la Primera Enmienda sólo protege contra la censura gubernamental. Se trata de una idea equivocada. De acuerdo con la doctrina legal al uso, Google, Facebook y Twitter deberían ser tratadas como actores estatales. Mediante una combinación de disposiciones inductivas y amenazas regulatorias, el Congreso ha cooptado a Silicon Valley para que haga entre bambalinas lo que, por mor de la Constitución, el Estado no puede conseguir directamente”. Extracto de “Salvar la Constitución de la gran tecnología”, artículo de Vivek Ramaswam y Jed Rubenfeld