domingo, 8 de enero de 2017

Web series

Hay una eclosión de series con formato cinematográfico. A mi parecer desde Breaking Bad y True Detective se aprecia una tendencia y un esfuerzo declarado por hacer de la serie un producto dignamente artístico, y no solo una franquicia comercial. Con series como Sense8, Stranger Things y ahora The Oa se consolida una etiqueta nueva: la web serie. La pantalla chica se adapta a las necesidades del visionado promedio. Apunta hacia el último sujeto: el usuario activo de internet. Lo interesante es que aquella etiqueta no se reduce a su nomenclatura. Las series que la conforman están creando imaginarios autónomos, universos que se proyectan y funcionan armónicamente desde su formato peculiar. Se percibe, por ende, una desconfianza cada vez mayor al producto solamente televisivo, en consonancia con el creciente auge de conexión a la red. Pero lejos de lo que se cree, constituyen industrias que funcionan todavía complementariamente. Netflix vendría siendo el nicho, el antro privado que concilia ambas obsesiones: cine y televisión, casi como en una sinergia de celuloide, a cambio de una módica suscripción. Es el precio de asistir a la vanguardia ficcional de la pantalla.