miércoles, 19 de octubre de 2022

Y para los viudos de mis crónicas, de a poco iré retomando el pulso. Aquí les dejo un breve ejercicio:

Me acerqué hoy a una joven que estaba parada en una esquina próxima a la Estación Limache. Tenía a su lado una silla. Decía ofrecer un poema declamado a cambio de un aporte voluntario. Tal cual como se lee. La chica ofrecía un poema a cambio de un poco de dinero. (¿Cuál de las poetas que he conocido hace eso?). Muy generoso, le di una luca por escucharla. Tenía un acento español marcado. El poema que declamó fue breve y hablaba de dejar a un lado los prejuicios y "espejear la luz de la emoción" (sic). Muy intensa, nuestra poeta callejera ofreció además una sonrisa, apelando al hecho de que es gratuita y no se le debe negar a nadie. Como estaba tan interesado por esta coincidencia, le dije que yo también escribía poesía. Me preguntó si me sabía algo para declamarle. Le respondí que sí. Entonces, declamé, cara a cara, el poema Octubre. "Guau", dijo ella. "Había que destacar algo". "¿Qué cosa?", le pregunté. "La palabra futuro", afirmó, "aunque venga antes de quiebre".

La asonada, qué bella y tumultuosa palabra, descubierta gracias a una lectura de la realidad chilena post 18 10, hecha por Lucy Oporto. La asonada arriba. La asonada abajo. La asonada todo.