miércoles, 14 de septiembre de 2022

Quienes van en contra de la plandemia están contentos, porque la cámara de Diputados ha aprobado un proyecto que busca eliminar el pase de movilidad, oficiado por el diputado Mauricio Ojeda. Sin embargo, es muy pronto aún para cantar victoria. Todavía falta que Boric y la Ministra de Salud autoricen la moción, cuestión que resulta, de plano, muy difícil, a juzgar por la postura del presidente en materia sanitaria (no olvidar que en plena campaña él llamó a que “todos debían vacunarse”). 

Resulta, además, una extraña coincidencia que, justo cuando se aprobó aquel proyecto, no hace mucho el director general de la OMS, Tedros Adhanom, haya asegurado que “el fin de la pandemia del covid 19 ya está a la vista”. Por supuesto, estas declaraciones no pueden ser interpretadas de manera literal, porque implicaría confundir su trasfondo político. Lo que en verdad quiso decir Tedros tal vez sea que no se deben relajar las medidas ni frenar los esfuerzos por combatir al bicho, tal como "un corredor de maratón no se para cuando comienza a ver la línea de meta". En esa sola frase es posible leer la verdadera visión del alto mando de la salud: la vía hacia la hipotética recuperación como un deporte de alto impacto, cuyos atletas creen tener una noción del camino, mientras sus entrenadores los instan a aislarse y, paradójicamente, perder sus derechos a libre desplazamiento y reunión con tal de alcanzar la meta, que sería, de cara a la galería, el progresivo descenso en la curva de contagio, pero que, en el fondo, se resume en planes exitosos de vacunación y de propaganda farmacéutica, a expensas de los ciudadanos sometidos a las legislaciones de sus países. 

Demás está decir que Chile, como buen corredor de maratones globales, ha estado a la vanguardia en estas materias. Ahora, con los nuevos protocolos, ha sido llamado a no “relajar la vena” y dejarse inyectar, otro poco, antes de perder el aire y romper el récord. Aun así, la agitación no cesa. Se sienten fuertes los anticuerpos. Cada vez más gente se suma a la causa y no consiente el bozal hasta para trotar por las mañanas ni el pase hasta para ir a comer a una fuente de soda. El rechazo del domingo 4 de septiembre no ha hecho otra cosa que viralizar el descontento generalizado, en una suerte de “espíritu octubrista”, aunque con signo plandémico. 

Si la moción para eliminar el pase de movilidad llegara a ser rechazada, mucha gente sabe que esa no es ni por asomo la última batalla ni la línea de meta de sus demandas. Comprenden que la lucha genuina, inspirada por la anomia y la beligerancia que ya se ha vuelto parte de nuestro ethos político, se da en cohesión con los ciudadanos que comulgan con la tesis de la plandemia, la cual encierra una crítica al manejo geopolítico del sistema en su conjunto. Lo que sucede en Chile, entonces, sería, para ellos, nada más que un síntoma, un síntoma de un plan piloto de experimentación a nivel mundial, pero es en ese terreno de experimentación que los antiplandémicos están dispuestos, en su mayoría, a seguir profundizando la resistencia, desde todos los frentes, siempre fuera de las corrientes oficiales de pensamiento. El desafío, para ellos, estará en seguir esa senda crítica, de forma rigurosa y razonada, lo más inmune posible tanto al relato hegemónico como al relato conspiranoico, falsificador y, en el fondo, cómplice del status quo, al propagar la posverdad cual vacuna alternativa.