jueves, 29 de marzo de 2018

Mañana voy a buscar recién el cheque de Marzo. El embrollo, para contextualizar, fue el siguiente: en un principio lo iban a tener listo hoy y en la sede de Carrera, según lo que la propia secretaria en la sede de Básica me había confirmado. Durante la tarde llamaba a la sede de Carrera para corroborar, pero me habían dicho que el pago no sería ahí, sino que en la sede donde cada quien trabaja. Llamé nuevamente a la secretaria de la sede de Básica para explicarle lo que me dijeron desde la sede de Carrera. Esta me aseguró literalmente que no les hiciera caso, que allí no sabían, que el pago con toda seguridad sería en dicha sede. El caso es que fui allá tipo siete y en la oficina, luego de pasar por la secretaria de Carrera, me encontré con la administradora financiera al fondo del patio del kinder. Esta me dio la mala noticia de que los cheques estaban listos, solo que sin firma. Notando la preocupación, el urgimiento inminente, explicó que el pago se hacía en cheque, debido a que el año pasado, cuando se hacía con depósito electrónico, muchos profesores nunca firmaban las liquidaciones, por lo que la administración fue multada. "Por culpa de unos pocos, perdimos todos", subrayaba la administradora. Hacía un gesto de negación con la cabeza. Al rato llegaba la secretaria de la sede de Básica. Se sorprendió al verme. Me explicó que efectivamente el cheque se entregaría donde había dicho, solo que no contaba con la falta de una firma. La persona que tendría que haber firmado los cheques debía estar en ese momento ahí, pero, según la administradora, recién viajaba en Villa Alemana. "Venía en camino". Al notar la impaciencia, la propia secretaria me invitaba a dar una vuelta hasta que llegara el sujeto firmante. Pero era imposible. Tenía otro compromiso a las ocho en Viña, y resultaba uno inevitable. "Uuuuuy" decía la secretaria, en tono distendido, sugiriendo que el compromiso se trataba de una cita. Pero no, se trataba solo de otra clase vespertina. Tanto la secretaria como la administradora asintieron y siguieron conversando. Las opciones eran pocas. Solo restaba viajar mañana al colegio, a la sede de Básica, únicamente para retirar ese cheque pendiente que, finalmente, iba a ser entregado con total seguridad en la dirección que la secretaria de la sede de Carrera me había señalado. Me retiraba entonces con premura, y las mujeres en la oficina, mientras seguían su conversación de protocolo, no atinaron a otra cosa que a un gesto aleatorio de despedida. Volvía al acceso de la sede de Carrera. Antes de salir, la secretaria volteó, y sin nada que agregar, notando que regresaba sin nada en la mano y en los bolsillos, soltó un breve, lacónico y directo "se lo dije".