miércoles, 1 de marzo de 2023

“Lo siento mucho camarada Bolodia
no soy yo
son Uds. los que se quedaron atrás
SOCIALISTAS Y CAPITALISTAS DEL MUNDO UNÍOS
antes que sea demasiado tarde”. Parra, respondiendo a Volodia Teitelboim, por intermedio del Cristo del Elqui.

La misma respuesta le doy a mis ex amigos progres y revolucionarios: no soy yo, son ustedes los que se quedaron atrás.
"Favorecido por una inesperada autorización de la censura franquista —a raíz de una represalia económica contra el gobierno chileno por la cancelación de una venta de camiones—, el libro tuvo un éxito fulminante, primero en España y luego en otros países de Europa donde se tradujo. Fue el primer testimonio de su género, como advierte Valdés, y uno de los pocos no panfletarios en su intento de transmitir una experiencia subjetiva acerca de la sordidez que caracterizó a los meses posteriores al golpe. Junto con Los búfalos, los jerarcas y la huesera (1977), de Ana Vásquez-Bronfman —sobre la difícil convivencia de los asilados en una embajada—, se convirtió en un testimonio bien escrito y honesto, incluso “demasiado” honesto, hasta el punto de causar incomodidad entre los círculos del exilio chileno que estaban empeñados en construir una versión épica, militante y sin fisuras para enfrentar al régimen. Valdés, un escritor de izquierda sin partido, iba en cambio por la libre, denunciando los mecanismos del terror dictatorial, pero también deslizando críticas a la conducción del proyecto liderado por Salvador Allende, sobre todo a través de las conversaciones que mantenían los prisioneros durante su cautiverio."

El ejemplo de Valdés: el testimonio rechaza, de plano, la versión épica y militante del relato político e indaga, en cambio, en el apunte descarnado, en el ejercicio crítico de la experiencia.