martes, 20 de mayo de 2025

Esto no es una arepa: el tostador es chileno

Frente a la polémica de la empresa Ilko y la denominación del clásico tostador de pan como "parrilla para arepas", cabe aludir al origen del artefacto. Se trata, por supuesto, de un producto cien por ciento chileno. El historiador José Pedro Hernández expuso que el tostador se creó en el campo y luego se popularizó en los años cincuenta, con el auge de la migración hacia las ciudades. Eso sí, no tendría ninguna patente industrial, por lo que se ha usado en diferentes partes de Latinoamérica. Incluso habría llegado hasta Europa. El solo hecho de que no tenga patente explicaría, tal vez, por qué Ilko hizo esa modificación, buscando adaptar la función del tostador al mercado venezolano, y no al revés.

Tras el cambio, se generó un parte aguas, entre quienes defendieron su apropiación cultural y quienes apelaron al elemento identitario del artefacto, propio de nuestro país. En virtud de todos esos recuerdos de niño, cuando nuestra bisabuela nos servía pan amasado en esa clásica rendija de hojalata, y también tostaba algunas sopaipillas que nosotros mismos moldeábamos a mano, prefiero reivindicar el carácter nacional del tostador, que se identifica con nuestra industria y con nuestra cocina, a la vez que con nuestra memoria.

Al momento de calibrar el fuego, tratábamos que el pan batido o la hallulla no se quemaran. Nada mejor que unas tostadas con margarina o con queso. El tostador era muy práctico para el desayuno y para la once, aunque había que procurar dejarlo a fuego lento. Esas cenizas dejadas por la masa en el suelo, ese olor a quemado que lo envolvía todo, también nos pertenecen. Y no, no se trata de restringir su uso al venezolano ni a cualquier otro, se trata de respetar la idiosincrasia del tostador, y no hacerlo aparecer como otro objeto al servicio de la producción en serie y de la mercadotecnia sin arraigo histórico ni color local.

En señal de protesta, el otro día, publiqué una foto en la que aparece un pan batido entero encima del tostador y, debajo, la leyenda: esto no es una arepa. Se trataba de imitar lo que hizo Magritte con su ya famoso: esto no es una pipa. No es el sentido literal, es la representación que nos hacemos del tostador lo que cuenta.