jueves, 29 de junio de 2017

Minecraft

Al fondo de la sala de II A, un grupo de cabros que siempre durante las clases no hacen absolutamente nada relacionado con lenguaje. Les he bautizado de manera honrosa como "trío dinámico". Ya van siendo casi dos semanas en las cuales se sienten compenetrados con la construcción de escenarios en la aplicación de Minecraft de su celular. La jugabilidad portátil del programa de "mundo abierto" los tiene hipnotizados, al punto de que las clases mismas en sus mentes no son sino el contexto necesario para su virtual labor de hormiga. Sin ánimo de pelear con ellos, no habiendo para qué, tomando la situación más bien desde otra perspectiva, una un tanto cómica, les dije que también sabía de qué se trataba el juego. Que con un compañero, en nuestros "tiempos mozos" también jugábamos a construir mundos virtuales en base a determinados parámetros. La ilusión de cierto dominio sobre una realidad lúdica (so pena de no poder tener dominio absoluto sobre la realidad exterior). Uno de ellos preguntó entonces: -¿Y a qué modo de juego jugaba en aquella época?-. Recordé que una de las modalidades de Minecraft decía relación con la amplitud de objetivos. El trío dinámico se hallaba en la fase de aventura. Le respondía que yo más que nada jugaba en la fase de creación. -"Tiene que probar la fase extrema, profe. Pura supervivencia", replicaba el cabro del principio. Ante eso, agregué por una tincada del momento si acaso no han pensado alguna vez en llevar esos escenarios de Minecraft a su realidad más próxima, partiendo por el instituto; por ejemplo, plantear una nueva sede con otras disponibilidades y ampliaciones. El del medio se veía entusiasta con esa posibilidad. Dijo que la nueva sede del instituto podría tener más espacio dedicado a la dispersión y a la recreación, en definitiva, al ocio puro: salas de pool, canchas, casino. -Y profes ricas-, agregó su compañero de al lado, llamándolo caliente por esa salida impulsiva. Ante la imaginación de los cabros, motivada por la idea y por el juego Minecraft, agregaba si acaso también les gustarían "profes de verdad". El chico del medio, captando la ironía, finalizó diciendo que "el filtro sería estricto en ese sentido". Y así, casi toda la clase el trío dinámico seguía en su ensoñación lúdica tecnológica, ya abstraídos de la realidad material de la clase y, de hecho, del propio grupo curso, puesto que ni siquiera sus compañeros pescaban demasiado a estos incipientes arquitectos de mundos imaginarios. Para ellos, si siguen con esa lógica implacable, esa temeraria necesidad de experimentación, todo podría acabar siendo un asunto de construcción. Entiéndase por todo, aquellos conceptos sujetos a dicho término, (usado hasta la saciedad en asuntos filosóficos): La sociedad misma, en su modalidad sandbox. Su propio mundo. La civilización. Minecraft no sería sino una metáfora cibernética de su pulsión poiética. Construir y pertenecer.