viernes, 10 de marzo de 2017

Los pequeños placeres inútiles, los pequeños placebos sin otro sentido que si mismos, como el del clímax después de una película memorable, como el de la emoción de descubrir música nueva, o como el de la satisfacción de darse vuelta un juego difícil, ahondan en nuestras fantasías de contrabando, y también, si se quiere, en nuestras perversiones, alimentan nuestro carácter, nuestra imaginación fuera de la rutina, fuera de la máquina, despiertan aquella sensación de la cual hablaba el ex convicto en The Sunset Limited: la sensación de volverse de pronto un "yonqui de la cultura".

Orientación religiosa

Hoy comenzó el ramo de Orientación religiosa en el Dos por Uno. Ramo que pusieron en lugar del de Convivencia Social que yo dicté el año pasado. Por qué lo hicieron, ni la menor idea. La directora del año pasado llegó en la mañana. Iba con su hijo en brazos. Preguntó si acaso había llegado el "caballero de la congregación". Le pregunté de vuelta a la secretaria de quién estaba hablando. Ella no alcanzó a responder. El nuevo director explicó que se trataba de la persona a cargo del mentado ramo de Orientación. Nadie dijo nada más.

Al terminar el primer recreo, escuché los comentarios de algunos cabros y cabras. Uno de ellos se preguntó el por qué de ese ramo. El director, en ese momento, también se hallaba presente. Le explicó al cabro que se trataba fundamentalmente de cuestiones relacionadas con la ética y el respeto. Que no los iban a evangelizar ni mucho menos. Ni tampoco a darles la lata sobre Dios ni sobre la Virgen. Ante la respuesta un tanto ambigua del director, el cabro insistía y agregaba: "¿Pero no hubiera sido mejor llamarlo orientación valórica?". El director, ante la nueva pregunta del cabro, continuó insistiendo en que el nombre del ramo no implicaba necesariamente religión. El cabro, por su parte, continuaba firme en su cuestionamiento, en una dialéctica sin solución. Nadie se ponía de acuerdo. Nadie le creía al otro. Sin embargo, la hora de regresar al ramo se aproximaba.

Ya llegada la hora de almuerzo, volvió la antigua directora, esta vez sin su hijo. Habló con el director a propósito del polémico ramo religioso. Le comentó que algunos chicos y chicas en la primera hora ya habían alegado, diciendo que, pese al supuesto enfoque valórico del ramo, el caballero de la congregación había empezado la clase con la frase: "Y Jesús dijo....". La mención a Cristo había provocado ronchas en el alumnado, algunos hasta declarándose abiertamente ateos en medio de la clase. Otros se habían llamado talibanes solo por el ánimo de joder. En calidad de profe, al igual que ellos, pero desde otra parada, también me cuestiono cuál sería la necesidad de un ramo religioso en un instituto dos por uno. Pensé dentro de mí, a propósito de la contingencia, que, siendo ese el caso, hubiese sido mejor entonces agregar un ramo de filosofía. Incluso el propio director, en un instante de cavilación, dijo: "No creo que haya sido buena idea lo del ramo. Veremos cómo se las arregla el caballero y cómo se comportan estos malotillas". Ante eso, la antigua directora señaló que sería mejor conversar el asunto sin falta el día lunes. Le pregunté luego al director de quien fue la idea de colocar el ramo de orientación religiosa. Extrañamente, apuntó con el dedo hacia el cielo en el patio, y dijo: "Obra de los de arriba. Los mandamases".

Justo en el momento en que comenzaría la segunda patita del famoso ramo religioso, o, mejor dicho, del ramo ético, valórico, llegaba una alumna con un cable de data. La antigua directora se había marchado hace rato. El director, por su parte, se había resguardado en su oficina. Me explicó que el caballero no pudo en la mañana proyectar una presentación que le tenía reservada a sus pequeños "feligreses". La alumna, intrigada, agregó: "O la cuestión se echó a perder, o alguien se la pitió. Dígale al director, mister". La alumna, en ese instante, me entregaba el cable de data delicadamente, como en un irónico acto de fe, como la única evidencia de que, después de la intervención religiosa, el curso entero volvería a su realidad, a su realidad sin dioses ni profesores.