lunes, 1 de febrero de 2016

El efecto Werther

Se dice que durante el año 1984 Ozzy Osbourne fue acusado de incitar al suicidio luego de que un fan adolescente se quitara la vida mientras escuchaba el tema Suicide Solution del album Blizzard of Ozz. Los padres del joven encontraron el cuerpo de su hijo con los audifonos puestos y una pistola en su mano. 

En el año 1986 se encontraba en plena vigencia el PMRC, un comité formado por esposas de políticos estadounidenses que tenía el propósito de "educar" a las familias sobre los peligros de la cultura popular para la moral y las buenas costumbres. Ozzy fue llevado a tribunales pero salió al tiempo absuelto por falta de pruebas consistentes. Él mismo explicó que el tema iba dedicado a la muerte del antiguo cantante de ACDC, y la palabra "Solution" se refiere más bien a una sustancia, no a resolver un problema. 

Por otro lado, la novela Werther de Goethe, publicada en 1774, tuvo en su tiempo un efecto similar pero a gran escala. Durante la época plena del romanticismo alemán, cientos de jóvenes prusianos (y de otras latitudes) rebeldes y rechazados en el amor, después de haber leído la novela e impulsados por el espíritu de la época, generaron una ola de suicidios sin igual, provocando el escándalo de la Iglesia y de la sociedad europea. Tanto fue así que incluso se le nombró "Efecto Werther" al efecto de suicidio de una persona que sigue el ejemplo o el sentimiento que le confiere determinada obra. 

Si bien el suicidio resulta un tema en si mismo polémico, incluso crucial, como lo pensara el filósofo Albert Camus, el punto es que no se pueden evitar las consecuencias nefastas o no de la lectura de tal libro, tal música o de tal obra en general sin incurrir en la Inquisición arbitraria. ¿A quien se debe culpar si de repente un libro te encuentra en un momento depresivo y, después de haberlo leído, debido a una lectura subjetiva, de repente te iluminas y sientes que tienes el derecho y la libertad de quitarte la vida? ¿Quién es el malo, el maquiavélico homicida? ¿El escritor, la editorial por promoverlo, el editor por ser su cómplice? ¿Uno mismo? O el problema está mejor dicho en la lectura. O el suicidio mismo fue un problema de interpretación, de comprensión lectora. Y los factores de que haya llegado a ese punto están, en realidad, en otra parte. 

Imaginen un comité político a nivel internacional que estuviese a cargo de determinar la forma de todas las obras del mundo de manera que ninguna de estas produjese dolor, muerte o sus derivados. Simplemente, no habría arte. Todo sería más absurdo (y aburrido) de lo que ya es. El quid del asunto es si la censura acaso, como otro dispositivo de poder, no sería sino un enclave reaccionario que pretende proteger a la población de tal o cual fenómeno pero en realidad lo que hace es perpetuar a como de lugar un sistema de cosas, una determinada moral, un determinado nicho.

Frank Zappa, en el año 1985, al ser acusado debido al contenido de sus letras, dijo sin más que: "las demandas del PMRC son el equivalente a tratar la caspa decapitando". El arte, el verdadero arte, inevitablemente siempre genera anti cuerpos. El escándalo surge espontáneo. No es una fisión atómica. Es el resultado de un choque de fuerzas. El suicidio es también no solo un problema filosófico, sino que cultural. Si el arte lo suscita, puede que se esté en la dirección correcta. Quiere decir que hubo un cuestionamiento. Que el mundo fue puesto en jaque. Que algo se salió de las casillas, y ya es hora de jalar el gatillo.