sábado, 23 de diciembre de 2023

Los progres según Adriano Erriguel

“El progre protagoniza una cruzada por el Bien en la que él se arroga un papel estelar y en la que la existencia del enemigo le resulta vital. ¡Qué sería del progre sin sus villanos favoritos! (…) Señalábamos arriba que el progre está lleno de exigencias. Pero al mismo tiempo quiere estar exento de responsabilidades. Su carácter exigente le viene del fenotipo sesentayochista, de aquellas generaciones contestatarias que portaban en sí –señalaba Pascal Bruckner- “un viejo niñato quejica, voraz, impaciente de ser feliz enseguida, convencido de que la colectividad se lo debe todo, que merece la mejor de las existencias posibles por el mero hecho de haber nacido”. Del sesentayochismo procede también el culto a la juventud celebrada como un fin en sí misma, lo cual hace posible abolir el principio de autoridad: “desconfiar de los adultos, ver la madurez como algo caduco, como un compromiso con las mentiras y fealdades del viejo mundo”.