Mucho se ha especulado respecto a la faceta oculta de Tito Fernández,
“El Temucano”, a propósito de las acusaciones por supuesto abuso sexual y
violación, de parte de tres mujeres que participaban de la denominada logia
Tallis, de la cual Fernández habría sido maestro. Más allá del proceso judicial
que lleva en su contra, sus incursiones en el esoterismo nos conducirán a un
terreno hasta ahora desconocido, uno que dice relación con ritos secretos en el
límite de lo prohibido, revelaciones e incluso encuentros con seres
sobrenaturales. Primero hay que remontarse a los años 70. En un texto escrito
por Carlos Ravest Letelier se habla sobre un grupo de artistas chilenos
conformado por Humberto Fernández, Gloria Benavides, Marcelo Hernández, Jorge
Cruz y Patricia Chávez, quienes emprendieron en el año 74 una gira por el Norte
Grande de Chile, lugar en el que habrían sido testigos de un encuentro cercano
con Ovnis en la carretera interprovincial.
Durante el trayecto, Marcelo Hernández habría divisado una ampolleta a
un costado de la ruta, la cual luego se encendería de tal forma que asemejaba
una luz blanca aumentando su intensidad y cubriendo gran parte de la carretera
en medio de la noche como un pequeño Sol. Para Tito Fernández, esa luz blanca
era un Ovni. Más adelante, aparecerían otras luces que se iban haciendo más
intensas a medida que avanzaban. El grupo de artistas se encontró luego con
unos camioneros que también divisaron aquellas luces profusas. Entonces, con
los focos de los camiones apuntaron hacia ellas, para evitarlas y continuar así
la ruta de regreso, hasta llegar a una aduana en donde habría desaparecido la
caravana lumínica. Al volver del misterioso viaje, muchos ufólogos se contactaron
con El Temucano para poder analizar a fondo la existencia de un contingente
espacial que podría haber aparecido en el salar de Atacama, justo después de
aquel incidente.
La experiencia ufológica vivida por Tito Fernandez lo inspiró a escribir
un libro titulado “El mensaje de Sirio”, en el cual explica las consecuencias
del contacto personal con aquel “ente” en el corazón del desierto nortino.
Según El Temucano, el ser alienígena se habría contactado luego con éste de
manera telepática, para compartirle una serie de conocimientos ocultos
relacionados con el sentido de la existencia, la personalidad del ser humano,
los diferentes cuerpos y el paso hacia otras vidas. Fue así que se dedicó a
estudiar en profundidad estos temas a raíz de aquella experiencia, para llegar
a fundar una ONG llamada Centro Integral de Estudios Metafísicos, en cuyos
archivos se almacena una gran cantidad de conocimientos asociados a dicha
revelación. Se podría llegar a afirmar, con certeza, que este episodio –o su
interpretación- llevó a El Temucano a desarrollar un camino a través del cual
pasaría de ser un simple aficionado a un verdadero maestro espiritual.
La tan renombrada logia “Tallis”, considerada de carácter sexual y
mágica, sería aquella a la cual podrían acceder ciertos aprendices una vez
conseguidos ciertos niveles a partir de su ingreso al Centro Integral de
Estudios Metafísicos. Esos niveles se distribuyen de acuerdo a una jerarquía
como en una sociedad secreta. Primero, los aspirantes; luego, los estudiantes;
después, los hermanos, ordinarios; para pasar a los oficiales, los vigilantes,
los sacerdotes y sacerdotisas y, finalmente, el maestro, que, dentro de la
jerarquía, se encuentra un nivel más abajo que “Dios”. Según consta en el
reportaje que se reveló a la luz pública, El Temucano era el maestro de esta
logia, y el impulsor de CIEM, el Centro especializado en captar a personas
motivadas quizá por búsquedas personales o inquietudes intelectuales.
Las mujeres querellantes habrían participado activamente tanto del CIEM
como de Tallis, según ellas, inducidas por su vulnerabilidad emocional, su
obediencia dentro de la jerarquía y su profunda devoción. Después de la
denuncia, una de las antiguas aprendices ha confirmado la cualidad de líder de
Tito Fernández dentro de la logia y también ha afirmado la existencia de la
jerarquía, en circunstancias en que su otrora maestro lo ha desmentido
completamente, señalando que él era solo un mensajero de un contenido escrito
por los verdaderos maestros, los sabios que estaban siendo motivo de estudio en
aquel entonces.
En una entrevista que le hicieron al cantautor, preguntándole sobre este
aspecto esotérico, él mencionaba algo sobre los Siete Principios Universales.
Hacía énfasis en el Principio de Causa Efecto. La lógica de la iniciación
guarda directa concordancia con este principio. Entonces, de acuerdo a esto,
las aprendices eran quienes acudieron a él por voluntad propia. Ellas fueron
las que aceptaron estudiar en el CIEM para luego ir avanzando en los siguientes
niveles. La opinión pública, en cambio, sostiene la tesis del sometimiento
mental, la relación de poder que habría generado El Temucano sobre sus
aprendices o sus “víctimas” para aprovecharse de ellas, denegándoles así
cualquier atisbo de responsabilidad respecto de lo sucedido.
Tito Fernández ha insistido en que se ha creado un auténtico
“Frankestein” a raíz del caso. Dice que se ha mezclado su participación en el
grupo Tallis con una serie de situaciones consideradas delictivas, satanizando
su figura de manera –a su juicio- injustificada. Todo indica que a esa vereda
apunta, lamentablemente, la prensa: al aspecto exotérico que ha llegado a
criminalizar a El Temucano, pasando a llevar su derecho a la presunción de
inocencia, sin respeto por el debido proceso legal. Por esto, para seguir
ahondando en esa faceta suya, con mayor altura de miras y profundidad, habría
que empezar a desligarla del caso penal que la ha expuesto de la peor forma
posible; abstraerla de la causa en su contra para poder indagar en el porqué de
sus motivaciones, en el contenido de sus reflexiones, en el trasfondo que
trasuntan. De modo que, detrás del bullado caso judicial, hay todo un universo
de relaciones que han ido configurando el camino esotérico emprendido por El
Temucano hace décadas.
A pesar de lo enrevesado que pueda parecer este universo, en el que se
confunden ufólogos, rituales chamánicos, psicología transpersonal y personajes
televisivos, es posible rescatar ciertas obras del cantautor, asociadas a la
sabiduría ancestral o al misticismo, tales como el Curso básico de Metafísica,
el Libro Patrón, el Libro de las Afirmaciones Positivas, El Cuaderno Mágico, El
camino del silencio, El libro de las oraciones, El Tarot o El libro maestro de
la Astrología. Basta con leer un poco de esta obra legada por Fernández para
comprender el auténtico fondo del asunto, en donde, por ejemplo, se cita a
Gurdjeff como maestro místico del Cuarto Camino; o en donde se cita el
mismísimo Kybalion, estudiado a su vez por John Baines (Darío Salas Sommer), el
fundador del Instituto Filosófico Hermético al cual Fernández perteneció
durante los años ochenta. Tenemos entonces que detrás de El Temucano hay mucho
más que Tallis, que CIEM o que una teoría de la conspiración repleta de
charlatanería. Detrás de El Temucano se puede leer una genuina historia de
iniciación a la chilena. Él mismo lo dijo: Él no es ningún maestro. Los
maestros son otros. Mataron su reputación, pero su leyenda le sobrevive.